¡°Gobierno golpista¡±, la derecha ten¨ªa un plan
El PP ha intentado presentarse como el defensor de media Espa?a, anclado en la l¨®gica del antiguo bipartidismo. Pero tras unir a la izquierda, indignar a su votante, y darle un relato electoral, la jugada podr¨ªa salir mal
La derecha pol¨ªtica ten¨ªa el relato escrito mucho antes de la decisi¨®n del Tribunal Constitucional. Planeaban azuzar el mantra de que el ¡°Gobierno es golpista¡± hasta las generales y auton¨®micas de 2023. As¨ª que el clima de gravedad democr¨¢tica era ya un deseo de la oposici¨®n, con anterioridad a que ...
La derecha pol¨ªtica ten¨ªa el relato escrito mucho antes de la decisi¨®n del Tribunal Constitucional. Planeaban azuzar el mantra de que el ¡°Gobierno es golpista¡± hasta las generales y auton¨®micas de 2023. As¨ª que el clima de gravedad democr¨¢tica era ya un deseo de la oposici¨®n, con anterioridad a que el TC paralizara las enmiendas para reformar la elecci¨®n de sus mayor¨ªas. Pero la jugada de la derecha pol¨ªtica a¨²n podr¨ªa salir mal.
Lo confes¨® Isabel D¨ªaz Ayuso hace unos d¨ªas: ¡°[Las siguientes elecciones] se tienen que plantear en clave plebiscitaria. Aparte de llegar a las urnas para hablar de servicios p¨²blicos, lo que estamos viviendo en Espa?a no lo hemos vivido en 44 a?os de democracia¡±, asegur¨® sobre lo que bautiz¨® despu¨¦s como ¡°pseudodictadura¡±?de Pedro S¨¢nchez.
De un lado, vino a culminar un discurso que la derecha lleva macerando durante tres a?os: del mantra del?Gobierno ileg¨ªtimo; pasando por los?socios ileg¨ªtimos; hasta llegar a la ¡°pseudodictadura¡±. Ello cuenta ya con apoyo de buena parte del Partido Popular, que mantuvo esa tesis tras la reuni¨®n en G¨¦nova 13 esta semana, muestra evidente de que ser¨¢ un relato clave en?2023.
Del otro, ese relato irrumpe precisamente ahora, primero, por un factor de oportunidad: la derecha quiz¨¢s teme quedarse sin argumentario econ¨®mico para el a?o que viene. El Banco de Espa?a avisa de que nuestro pa¨ªs no va a entrar en recesi¨®n, pese a que los alimentos se mantengan elevados. Urgir¨¢ impedir como sea que se hable de los logros energ¨¦ticos del Ejecutivo en Bruselas, o de la ca¨ªda de la inflaci¨®n.
Inducir un clima de gravedad democr¨¢tica sirve al PP para legitimar su descaro de bloquear la renovaci¨®n del Poder Judicial, como si la par¨¢lisis fuera el ¨²ltimo basti¨®n para parar los pies a S¨¢nchez. Por otra parte, que el TC, el int¨¦rprete de la Constituci¨®n, simplemente quite la raz¨®n a un Ejecutivo ¡ªesta vez, pese a un procedimiento excepcional¡ª se vendi¨® incluso como la prueba de una Moncloa en una afrenta incorregible contra el Estado de derecho.
Ese relato pseudodictatorial?le urge a Ayuso para acallar sus errores de gesti¨®n. Pintan bastos para la Comunidad de Madrid porque no tiene presupuestos, pero s¨ª al sector sanitario en pie. Las campa?as identitarias impiden que los ciudadanos fiscalicen la gesti¨®n de cualquier gobierno, al par que el ayusismo busca apretar filas para fagocitar a Vox.
La pregunta es por qu¨¦ Alberto N¨²?ez Feij¨®o, m¨¢s cercano a las tesis de un PP a?lo Rajoy, se suma ahora a esa batalla cultural. Quiz¨¢s est¨¦ movido por una forma de entender la democracia, demasiado arraigada en la derecha, desde que el sistema estall¨® en 2015: la deslegitimaci¨®n de los nuevos adversarios pol¨ªticos.
Ejemplo es que el PP marianista sumi¨® al bipartidismo en una especie de entente t¨¢cita de salvaci¨®n patri¨®tica que apartara a Podemos y al independentismo, e incluso, acabara deshinchando a Ciudadanos. Ello motiv¨®, por ejemplo, que el viejo PSOE se abstuviera para que gobernara Rajoy. Pero todo cambi¨® con el regreso de S¨¢nchez en 2018. El l¨ªder socialista parti¨® ese eje t¨¢cito del bipartidismo de Estado, al asumir que Espa?a no pod¨ªa vivir deslegitimando a partidos como Podemos, Bildu o ERC porque un nuevo pa¨ªs se abri¨® paso tras el 15-M, en lo pol¨ªtico y lo generacional.
Sin embargo, la derecha sigue a¨²n en ese marco mental, pese a que logra con su bloqueo una suerte de profec¨ªa autocumplida. El PP consigui¨® esta semana elevar nada menos que a ERC como a eje rector de la arquitectura constitucional del Estado espa?ol, ahora que Gabriel Rufi¨¢n amaga con apoyar la proposici¨®n para renovar las mayor¨ªas del TC.
As¨ª que el Gobierno deber¨¢ enmendar su forma atropellada de legislar, porque la mayor¨ªa parlamentaria no necesita tirar de enmiendas o abusar de decretos-ley. La derecha pol¨ªtica, en cambio, paraliza las instituciones bajo la creencia de que debe defender a medio pa¨ªs de s¨ª mismo, pese a las mayor¨ªas democr¨¢ticas expresadas en las urnas. Es decir, reserv¨¢ndose el derecho a bloquear la c¨²pula del Poder Judicial o el TC.
La derecha ten¨ªa un plan, s¨ª. Pero la izquierda tiene ahora la oportunidad de unir al bloque de investidura, desde Podemos hasta a Yolanda D¨ªaz ¡ªpocas excusas les servir¨¢n¡ª, mientras que Bildu o ERC quieren parecer m¨¢s institucionales que el PP. La derecha ten¨ªa un plan, pero tras unir a la izquierda, indignar a su votante, y darle un relato electoral, la jugada a¨²n podr¨ªa salir mal.