Baraja espa?ola
La marcha de Ferrovial a Pa¨ªses Bajos no debe ser interpretada como una afrenta para la naci¨®n. M¨¢s bien como una rabieta cl¨¢sica entre el dinero y la oficina recaudatoria
La baraja espa?ola es uno de esos grandes inventos con fines l¨²dicos que alcanza sin pretenderlo la capacidad de encerrar la definici¨®n de un pa¨ªs en cuatro rasgos. M¨¢s all¨¢ de la investigaci¨®n gen¨¦tica, los espa?oles sabemos que dentro llevamos los impulsos de los oros, las copas, las espadas y los bastos. He ah¨ª nuestra complejidad. Pero volvamos al juego. Hace d¨¦cadas, el padre del director de cine Jos¨¦ Luis Cuerda le gan¨® al p¨®ker un piso en el paseo de la Habana a un empresario de la construcci¨®n. Los profesionales del juego saltaban de la cama a la timba cada vez que alg¨²n pardillo forra...
La baraja espa?ola es uno de esos grandes inventos con fines l¨²dicos que alcanza sin pretenderlo la capacidad de encerrar la definici¨®n de un pa¨ªs en cuatro rasgos. M¨¢s all¨¢ de la investigaci¨®n gen¨¦tica, los espa?oles sabemos que dentro llevamos los impulsos de los oros, las copas, las espadas y los bastos. He ah¨ª nuestra complejidad. Pero volvamos al juego. Hace d¨¦cadas, el padre del director de cine Jos¨¦ Luis Cuerda le gan¨® al p¨®ker un piso en el paseo de la Habana a un empresario de la construcci¨®n. Los profesionales del juego saltaban de la cama a la timba cada vez que alg¨²n pardillo forrado de millones sucumb¨ªa a la tentaci¨®n de sentarse a la mesa en una de esas noches infinitas. La resoluci¨®n de aquella partida puede considerarse una requisa afortunada en favor del arte y el entretenimiento patrio. El empresario no dej¨® de estar forrado, pero a Cuerda aquello le otorg¨® un trampol¨ªn en la capital del que regresar¨ªa a su Albacete natal para filmar la obra cumbre del cine de culto en Espa?a: Amanece, que no es poco.
En nuestros d¨ªas se ha desatado una peque?a trifulca a cuenta de la decisi¨®n de la empresa Ferrovial de deslocalizar su matriz empresarial y llev¨¢rsela a Pa¨ªses Bajos. Este golpe bajo, solo comparable al exilio voluntario de El Rubius a Andorra, no debe ser interpretado como una afrenta para la naci¨®n. M¨¢s bien como una rabieta cl¨¢sica entre el dinero y la oficina recaudatoria. Un asunto que se ha repetido a lo largo de la historia cientos de veces. Los grandes empresarios se hacen de oro porque tienen un o¨ªdo fino para captar las necesidades y caprichos de la sociedad en la que viven. Pero suelen irse a pique precisamente cuando pierden ese radar y se desconectan. En eso, aunque ellos no lo quieran reconocer ni en sue?os, los empresarios se parecen a los pol¨ªticos.
La m¨¢s sutil de las subvenciones consiste en el destino que se elige para el gasto p¨²blico. Las constructoras reciben un man¨¢ para desarrollar infraestructuras imprescindibles, pero en demasiadas ocasiones han estado ¨ªntimamente relacionadas con el presupuesto publicitario de los partidos pol¨ªticos. Esa cama revuelta la conocen todos los espa?oles bien informados, que atesoran en su memoria demasiados casos de corrupci¨®n. Es la raz¨®n por la que nos levantan la calle cada poco tiempo y nos rehacen las mismas plazas sin dar nunca, vaya usted a saber por qu¨¦, con el dise?o adecuado. Es la raz¨®n por la que se abren las mismas zanjas una y otra vez. Si se destinara una m¨ªnima parte del dinero p¨²blico a la danza, ahora tendr¨ªamos 20 Nureyev apellidados L¨®pez. La calidad de nuestra obra p¨²blica ha permitido que grandes empresas constructoras nacionales sean gigantes de proyecci¨®n mundial. Y esto es algo bueno para todos. No es f¨¢cil regular los l¨ªmites de los negocios lucrativos, por eso la pol¨ªtica fiscal de un pa¨ªs tiene que aparentar ser una corbata de seda m¨¢s que una soga de cuerda. Recaudar no frena el impulso empresarial, sino que por el contrario lo estimula, porque el Estado es el gran contratador. La pataleta de Ferrovial ha desencadenado la pataleta del Gobierno. Ambos se necesitan, as¨ª que ser¨ªa bueno que sellaran la paz, porque en Holanda los espa?oles siempre seremos bajitos. Nuestra baraja recuerda a la euforia de los oros y las copas que las espadas y los bastos tambi¨¦n participan del juego. El momento hist¨®rico dicta en qu¨¦ palo pinta.