El dinero y la pol¨ªtica
Ante la fuga de Ferrovial conviene recordar que no todo empieza y termina en la econom¨ªa, Las democracias europeas est¨¢n atrapadas en un c¨ªrculo vicioso donde el capital es hegem¨®nico
La fuga de Ferrovial tiene poco misterio: se va para mejorar la cuenta de resultados y pagar menos tributos, dejando atr¨¢s una historia no exenta de turbulencias como, por ejemplo, la financiaci¨®n de Converg¨¨ncia, a trav¨¦s del Palau de F¨¦lix Millet o el reparto de las licitaciones con otras compa?¨ªas recientemente sancionado por la Comisi¨®n Nacional de los Mercados y la Competencia.
La puesta en escena de Rafael del Pino con el inefable argumento de la seguridad jur¨ªdica confirma, sin embargo, el car¨¢cter sintom¨¢tico de la noticia, una muestra m¨¢s del supremacismo de los grandes poderes econ¨®micos en el estadio actual del capitalismo. La reacci¨®n del Gobierno, especialmente enfatizada por la ministra Nadia Calvino, y las prisas del PP, v¨ªa Cuca Gamarra, para sacar tajada, siempre a disposici¨®n del dinero, abren las expectativas sobre el recorrido que puede tener una decisi¨®n que no puede sorprender trat¨¢ndose de un ciudadano que afirma ¡°que no hay que subir tipos ni inventar nuevos impuestos, sino en todo caso lo contrario¡±.
La seguridad jur¨ªdica es el argumento recurrente del capital ante cualquier decisi¨®n gubernamental que les incomode. Pero no parece que su manera de entenderla sea conforme a los criterios que la regulan. El diccionario la define as¨ª: ¡°principio general del derecho que impone que toda persona tenga conocimiento cierto y anticipado sobre las consecuencias jur¨ªdicas de sus actos y omisiones¡±. Y evidentemente debe concretarse en la protecci¨®n efectiva de los derechos de los ciudadanos; en una legislaci¨®n clara con poco margen a las ambig¨¹edades; y en una divisi¨®n de poderes efectiva que significa, entre otras cosas, la despolitizaci¨®n de la justicia (algo que ahora mismo est¨¢ lejos de ser evidente en Espa?a)
?Por qu¨¦ recurrentemente cuando hay decisiones pol¨ªticas que afectan a sus intereses los poderes econ¨®micos apela a la seguridad jur¨ªdica? Porque es el eufemismo con el que se disfraza su manera de entenderla: que los intereses del dinero est¨¢n por encima de cualquier cosa. Y los m¨¢s brutos, lo dicen con mayor rudeza: que ellos crean riqueza, y que paguen los dem¨¢s. Es decir, apelan a la seguridad jur¨ªdica precisamente para deshacerla, para desmontar lo que consideran un cors¨¦. Como si seguridad jur¨ªdica quisiera decir derecho a hacer lo que yo crea conveniente independientemente de lo que diga la ley. Y si la ley no me complace, por seguridad jur¨ªdica me voy a otro pa¨ªs.
La econom¨ªa como una actividad que ha de escapar al control pol¨ªtico. ?sta es la idea que ha alimentado la ideolog¨ªa neoliberal todav¨ªa vigente en muchos sectores, a pesar de haberse estrellado en la crisis de 2008. Y, como se ha demostrado, en una v¨ªa abierta por la que se cuela el autoritarismo posdemocr¨¢tico, para un mejor control de la ciudadan¨ªa, alimentada con doctrinas reaccionarias, mientras el dinero hace camino por su cuenta. Y lo m¨¢s pat¨¦tico es que no pocos economistas les acompa?an en este camino olvidando el consejo metodol¨®gico de Keynes: ¡°la econom¨ªa es una ciencia moral y no una ciencia natural. Apela a juicios de valores¡±. Pretender que la pol¨ªtica sea cautiva de una presunta (e incontestable) verdad cient¨ªfica de la econom¨ªa, en pleno desprecio de la complejidad institucional, cultural y de la econom¨ªa del deseo, es una v¨ªa directa al autoritarismo al reducir al ciudadano a hombre unidimensional.
El n¨²mero montado por Rafael del Pino es relevante por significativo de la amenaza que pesa y crece sobre nuestras sociedades: la evoluci¨®n hacia la plutocracia con los poderes pol¨ªticos sometidos a las exigencias del poder econ¨®mico y con el discurso de los expertos como fuente principal de legitimaci¨®n pol¨ªtica. Los ciudadanos, y con ellos la legitimidad democr¨¢tica, quedan como invitados silenciosos a unas instituciones basadas en la legitimidad tecnocr¨¢tica que emana de Bruselas. Poniendo a su vez en evidencia la precariedad pol¨ªtica de la Uni¨®n.
Del Pino no se va a los Estados Unidos, aunque tenga buena parte del negocio ah¨ª, se va a Pa¨ªses Bajos, que forma parte de la misma Uni¨®n Europea que Espa?a, y no hay nada que se lo impida. La competencia est¨¢ en casa. No es extra?o que la Uni¨®n Europea le cueste tanto bajar a la tierra y pasa el tiempo y sigue siendo vista como una lejana estructura tecnocr¨¢tica, que contribuye m¨¢s que frena a la hegemon¨ªa del dinero sobre la pol¨ªtica. Es el c¨ªrculo vicioso en el que est¨¢n atrapadas las democracias europeas. Y no deja de ser relevante que los momentos der mayor cohesi¨®n, en los ¨²ltimos a?os, hayan sido debidos a dos fen¨®menos en cierto sentido ajenos a las estrategias econ¨®micas: la pandemia y la guerra de Ucrania. Dos tragedias que por lo menos deber¨ªan servirnos de recordatorio de que no todo empieza y termina en la econom¨ªa. Y que es peligroso para las libertades que el dinero socave a la pol¨ªtica. Especialmente en momentos de cambio con sensibles progresos en materia de derechos personales.
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