Una madre en medio de la guerra en Ucrania
La invasi¨®n de Putin ha puesto cara a la pared a quienes hablan en ruso pero que nunca han sido prorrusos. Muchos se esfuerzan en cambiar de lengua, pero para algunos es algo casi imposible
¡°No voy a bajar al refugio, ?pero si nac¨ª all¨ª! Fue el 7 de julio de 1941, durante la ofensiva nazi contra Kiev¡±, escuchamos decir a una se?ora octogenaria, que ahora vive en un piso c¨¦ntrico de la capital de Ucrania y que, al a?o de empezar la invasi¨®n rusa, logra conservar su ¨¢nimo y hasta una buena salud, a excepci¨®n de su cr¨®nico dolor de piernas. ¡°Yo no bajo al refugio, ad¨®nde voy a ir con las piernas que tengo¡±, escribe en uno de los largos mensajes a su hija, q...
¡°No voy a bajar al refugio, ?pero si nac¨ª all¨ª! Fue el 7 de julio de 1941, durante la ofensiva nazi contra Kiev¡±, escuchamos decir a una se?ora octogenaria, que ahora vive en un piso c¨¦ntrico de la capital de Ucrania y que, al a?o de empezar la invasi¨®n rusa, logra conservar su ¨¢nimo y hasta una buena salud, a excepci¨®n de su cr¨®nico dolor de piernas. ¡°Yo no bajo al refugio, ad¨®nde voy a ir con las piernas que tengo¡±, escribe en uno de los largos mensajes a su hija, que sali¨® de su pa¨ªs por la guerra y que acaba de estrenar en Barcelona su primera obra teatral escrita en el exilio. Sasha, as¨ª se llama esta consagrada dramaturga y directora que ahora tiene que abrirse camino profesional desde cero, est¨¢ preocupada por su madre y por todos los seres queridos que se han quedado bajo las bombas. ¡°Mam¨¢, te lo pido, ?y si se pasa un conductor y te saca de all¨ª y yo te recojo en la frontera?¡±.
Al mismo tiempo, no puede evitar recordar la din¨¢mica de la relaci¨®n madre-hija, tan universal y tan tiernamente imperfecta en distintos momentos. ¡°Qu¨¦ l¨¢stima que hayas estrenado en la sala peque?a del Teatro de la Academia de Mosc¨² y no en la sala principal, ?verdad?¡±, recuerda Sasha sobre una de las reacciones t¨ªpicas de su progenitora en los tiempos preb¨¦licos, con estos continuos peros con los que a veces se hace da?o de modo inconsciente incluso a las personas que tanto se quieren. La hija, no obstante, ahora lo recuerda con ternura, a la vez que se da cuenta de que incluso bajo las bombas su gente pr¨®xima no ha cambiado mucho: la madre sigue preparando pasteles, una vecina no prescinde de sus paseos vespertinos incluso cuando suenan las alarmas, los amigos vienen a seguir con las largas conversaciones en las cocinas de las casas, aunque ahora estas se interrumpen continuamente por llamadas que reciben de sus seres queridos que est¨¢n fuera del pa¨ªs, aunque sea para decirles que siguen vivos.
Son maneras de conservar la vida interior e incluso de desafiar una guerra, y este es uno de los mensajes principales de Mi madre y la invasi¨®n total, cuya ¨²nica funci¨®n se pudo ver el 4 de marzo en Barcelona. Aunque se trata de una pieza supuestamente de ficci¨®n, la verosimilitud es casi documental, y nos adentra de modo profundamente humano en lo que en el fondo nos expone Sasha Den¨ªsova en su texto, que ha interpretado el extraordinario actor Aleks¨¦i Y¨²dnikov: incluso en una guerra, la vida contin¨²a, con todas sus contradicciones. Tambi¨¦n las relaciones que tenemos o establecemos.
Las casi dos horas de Mi madre y la invasi¨®n total fueron una experiencia de catarsis aristot¨¦lica, que anulaba la distancia entre la guerra en la lejana Ucrania y nuestra acomodada vida europea. El buen teatro ense?a, y hace que lo particular se eleve a lo universal. La clase media de Ucrania (tambi¨¦n la rusa) se ha aproximado, lenta pero progresivamente, a los modos de vida de las sociedades modernas. Kiev es una gran ciudad europea cuya belleza e importancia estrat¨¦gica ha sido siempre percibida por los grandes pa¨ªses que la han invadido.
Todas las guerras provocan grandes migraciones, especialmente entre los j¨®venes preparados que no solo buscan sobrevivir, sino construir una vida que no dependa de un contexto pol¨ªtico. Pero la invasi¨®n rusa de Ucrania ha puesto cara a la pared a muchos ucranios de habla rusa que nunca han sido prorrusos. La cuesti¨®n de la lengua en el pa¨ªs eslavo es muy compleja: tener el ruso como idioma materno, o principal, no significa ser ¨¦tnicamente ruso o venir de una familia prorrusa. Sasha es una ucrania de habla rusa, y eso nada tiene que ver con la pol¨ªtica oficial de Rusia; lo mismo le ocurre a Y¨²dnikov, que march¨® hace d¨¦cadas de Kiev a Mosc¨², donde estudi¨® teatro y se abri¨® camino como int¨¦rprete, tambi¨¦n en lengua rusa. Durante este a?o que en Europa se ha aprendido tanto sobre Ucrania y su relaci¨®n con Rusia no se ha hablado suficiente del tema de las lenguas. ?Qu¨¦ pasa con un ucranio o una ucrania que se han formado sobre todo en lengua rusa? Incluso despu¨¦s de la invasi¨®n, el censo dice que un 30% de los ucranios utilizan el ruso como lengua habitual. Muchos se esfuerzan por cambiarlo, pero para algunos, como para Sasha y Aleks¨¦i, es casi imposible.
¡°No sufras por m¨ª. Lo que tenga que pasar, pasar¨¢. Yo ya he vivido la vida. ?Conf¨ªo en que venceremos! Y en que t¨² vas a vivir con calma y prosperidad. ?Estudia lenguas, vive al m¨¢ximo, real¨ªzate, conoce a gente!¡±, le dice la madre a la hija. ¡°Venceremos¡± y ¡°sobreviviremos¡± es el mensaje que se articula al final.
Seguro que es el pensamiento con el que una madre de Kiev se acuesta cada noche. Y es el que tiene esta arquitecta t¨¦cnica jubilada, que escucha las sirenas de alarma como si fueran m¨²sica de Bach. ¡°No sufras, cari?o: estamos vivos. Las explosiones no son fuertes. Se oyen lejos. Las ventanas est¨¢n enteras, las hemos precintado todas. Tenemos dos sillas preparadas al lado de la puerta del piso, arrimadas a las paredes. Hemos pasado mucho miedo, cari?o¡±.