Crisis financiera en EE UU
La r¨¢pida respuesta de la Administraci¨®n de Biden ante la quiebra de dos bancos busca frenar el efecto contagio
La intranquilidad social y el nerviosismo que suscitan las crisis financieras son parte de las mismas crisis y a menudo aceleran los procesos convulsos en lugar de contenerlos. Podr¨ªamos estar en una situaci¨®n parecida ante los movimientos que han agitado a las Bolsas de todo el mundo tras la quiebra del Silicon Valley Bank y del Signature Bank, dos entidades afectadas por la oleada de despidos del sector tecnol¨®gico y la cr...
La intranquilidad social y el nerviosismo que suscitan las crisis financieras son parte de las mismas crisis y a menudo aceleran los procesos convulsos en lugar de contenerlos. Podr¨ªamos estar en una situaci¨®n parecida ante los movimientos que han agitado a las Bolsas de todo el mundo tras la quiebra del Silicon Valley Bank y del Signature Bank, dos entidades afectadas por la oleada de despidos del sector tecnol¨®gico y la crisis de las criptomonedas, en un escenario con ecos tanto del estallido de la burbuja puntocom de 2001 como de la crisis financiera de 2008. Las autoridades estadounidenses han reaccionado con rapidez garantizando la totalidad de los dep¨®sitos para evitar el contagio a la banca regional del pa¨ªs y han establecido un nuevo mecanismo de liquidez para intentar frenar la p¨¦rdida de confianza en el sector.
Pese al riesgo moral que implica cubrir todos los dep¨®sitos (y no solo los de menos de 250.000 d¨®lares, como marca la ley), la Administraci¨®n de Joe Biden ha establecido una l¨ªnea roja al diferenciar entre los depositantes y los accionistas de la entidad, que deber¨¢n asumir las p¨¦rdidas correspondientes. Los reguladores europeos y asi¨¢ticos han descartado un contagio financiero de este episodio por la especial naturaleza de los bancos quebrados. Pero tampoco vieron riesgo de contagio en 2008, cuando colaps¨® el banco Bear Sterns hasta que seis meses despu¨¦s quebr¨® Lehman Brothers y acab¨® provocando una crisis financiera global. La prudencia y la vigilancia deben exigirse tambi¨¦n a este lado del Atl¨¢ntico. Aunque hay mejores sistemas que en 2008 para evitar el contagio financiero en unos mercados de capitales totalmente interconectados, el riesgo cero no existe.
Una consecuencia concreta que puede tener esta crisis bancaria en Estados Unidos se refiere al ritmo de la subida de tipos de la Reserva Federal. Hace apenas una semana, su presidente, Jerome Powell, insist¨ªa en que la instituci¨®n estaba dispuesta a acelerar la subida (ahora en el 4,5%) si los datos de la econom¨ªa lo justificaban. En el mundo financiero se dice que los tipos de inter¨¦s suben hasta que algo se rompe, normalmente en forma de frenazo de la actividad econ¨®mica. Ahora que algo se ha roto, aunque haya sido en el sector financiero, es posible que el ritmo de normalizaci¨®n afloje. No parece f¨¢cil que pueda dar un giro de 180 grados, porque la inflaci¨®n sigue lejos de estar controlada (se situ¨® en el 6% en febrero). La decisi¨®n que adopte el Banco Central Europeo (BCE) en su reuni¨®n de este jueves dar¨¢ cuenta de si las autoridades europeas temen que la fuerte subida de los tipos de inter¨¦s decidida desde el pasado julio pueda provocar impactos similares sobre los balances de los bancos del continente.
Pese a todas las rondas regulatorias que siguieron a la crisis de 2008, Estados Unidos sigue siendo el pa¨ªs donde se producen los mayores excesos en el sector. El presidente Barack Obama promovi¨® la ley Dodd-Frank, que establec¨ªa los requisitos de pruebas de estr¨¦s, comit¨¦s de riesgo y coeficientes de capital y apalancamiento que deb¨ªan tener los bancos. Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, esas exigencias se suavizaron y eso parece haber contribuido a la crisis actual. Las autoridades estadounidenses tienen una doble tarea: deben analizar qu¨¦ ha fallado en la supervisi¨®n y, segundo, dar una nueva vuelta de tuerca a la regulaci¨®n para prevenir episodios como este.