El espacio de la izquierda: saber que el fuego est¨¢ caliente
Para los votantes de izquierda, la continuidad de un Gobierno de coalici¨®n tras las pr¨®ximas elecciones es la ¨²nica garant¨ªa de no retroceder en los avances sociales y de derechos civiles conseguidos desde 2019
Los eventuales votantes de izquierda esperan con la respiraci¨®n contenida una decisi¨®n que depende de muy pocas personas y no se explican bien por qu¨¦ se ha llegado a ese punto. Es verdad que las luchas entre grupos pol¨ªticos, y dentro de esos mismos grupos, son algo frecuente, casi habitual, especialmente en la izquierda y que, en muchos casos, son tambi¨¦n l¨®gicas, porque implican un necesario reparto de poder. Pero, en general, tratan de no poner en peligro sus posibilidades de acceder o de mantenerse en el Gobierno, que es lo que asombrosamente podr¨ªa suceder en esta ocasi¨®n.
Para es...
Los eventuales votantes de izquierda esperan con la respiraci¨®n contenida una decisi¨®n que depende de muy pocas personas y no se explican bien por qu¨¦ se ha llegado a ese punto. Es verdad que las luchas entre grupos pol¨ªticos, y dentro de esos mismos grupos, son algo frecuente, casi habitual, especialmente en la izquierda y que, en muchos casos, son tambi¨¦n l¨®gicas, porque implican un necesario reparto de poder. Pero, en general, tratan de no poner en peligro sus posibilidades de acceder o de mantenerse en el Gobierno, que es lo que asombrosamente podr¨ªa suceder en esta ocasi¨®n.
Para esos votantes de izquierda, la continuidad de un Gobierno de coalici¨®n tras las pr¨®ximas elecciones es la ¨²nica garant¨ªa de no retroceder en los avances sociales y de derechos civiles conseguidos desde 2019 y de evitar el regreso al poder de la derecha, en este caso representada no s¨®lo por el Partido Popular sino por una posible coalici¨®n PP-Vox, a¨²n m¨¢s inquietante, y que puede quedar claramente de manifiesto seg¨²n sean los resultados de las elecciones municipales y auton¨®micas de mayo.
Para la mayor¨ªa de esos electores, seg¨²n muestran las encuestas, el Gobierno de coalici¨®n PSOE-Unidas Podemos puede ofrecer un balance social positivo, en unas circunstancias objetivas muy dif¨ªciles, desde la pandemia a las consecuencias de la guerra de Ucrania. Si se examina el documento Coalici¨®n Progresista: un nuevo acuerdo para Espa?a firmado por ambos partidos, se observa un grado de cumplimiento bastante notable, especialmente en temas relacionados con mejoras sociales (sueldo m¨ªnimo, pensiones, educaci¨®n, ERTE), que justificar¨ªa la renovaci¨®n del compromiso para 2024. Pese a la falta de sinton¨ªa, evidente en muchos casos, entre los dos sectores del Gobierno, en realidad se ha mantenido durante todo este tiempo una sorprendente estabilidad pol¨ªtica. Las discrepancias, por muy fuertes que hayan sido en alg¨²n tema puntal, no explicar¨ªan ahora un enfrentamiento entre los dos grupos coaligados. De hecho, los dos han reiterado su voluntad de alcanzar un nuevo acuerdo de coalici¨®n si se presenta la oportunidad. El problema es que esa oportunidad puede quedar destruida si no se resuelven los problemas entre Unidas Podemos y Sumar, el movimiento creado en torno a la vicepresidenta Yolanda D¨ªaz.
Las expectativas de continuidad del Gobierno de izquierda dependen en buena parte de lo que suceda en los pr¨®ximos d¨ªas, es decir, de la relaci¨®n entre D¨ªaz, Ione Belarra e Irene Montero, con una evidente y fuerte influencia de Pablo Iglesias. Seg¨²n las encuestas, la ruptura entre D¨ªaz e Iglesias, y la imposibilidad de acudir a las urnas con listas comunes reducir¨ªa fuertemente su n¨²mero de esca?os totales, la posibilidad de que Partido Socialista reeditara la coalici¨®n y de que Pedro S¨¢nchez tuviera a su alcance una mayor¨ªa de investidura suficiente. Aun as¨ª, del gran riesgo que supone ese enfrentamiento de perder los avances sociales logrados en estos ¨²ltimos a?os y de dar paso a una larga temporada de gobiernos de derechas PP-Vox, no existe ninguna certeza de acuerdo interno en Unidas Podemos.
El Partido Socialista no acudir¨¢ en esta ocasi¨®n a las elecciones generales con una propuesta totalmente aut¨®noma, sino con el reconocimiento impl¨ªcito de que necesitar¨¢ un grupo a su izquierda con suficientes esca?os como para que le permita alcanzar esa mayor¨ªa. Es una situaci¨®n novedosa para la estructura cl¨¢sica del partido, porque, hasta hace poco, el PSOE reclamaba un apoyo exclusivo para un Gobierno en solitario, pero en el fondo una propuesta realista, porque la ¨¦poca de mayor¨ªas absolutas para un solo partido socialdem¨®crata ha desaparecido, no solo en Espa?a, sino en buena parte de Europa. El proyecto de pa¨ªs que presentan ahora los socialistas es un proyecto abierto a una negociaci¨®n posterior que le permita obtener los apoyos de una izquierda amplia. La cuesti¨®n es con qui¨¦n, dentro de ese espectro.
La moci¨®n de censura del d¨ªa 23 ha dejado claro que la opci¨®n m¨¢s interesante para el PSOE es el llamado ticket encabezado por Pedro S¨¢nchez, indudablemente su mejor activo pol¨ªtico, con Yolanda D¨ªaz al frente de un proyecto propio (el que ha elaborado durante semanas con un equipo de especialistas y t¨¦cnicos), que incluya a Podemos y que garantice un Gobierno postelectoral cohesionado. Queda por aclarar c¨®mo se desarrollar¨ªa una campa?a electoral dentro de esos dif¨ªciles par¨¢metros y c¨®mo ser¨ªa la relaci¨®n S¨¢nchez-D¨ªaz en esa posible coalici¨®n gubernamental. D¨ªaz ha hecho gala de un talante m¨¢s conciliador que el que ofrecieron en su momento Iglesias y Montero, mucho m¨¢s c¨®modos en el conflicto, pero en diciembre la situaci¨®n puede ser diferente.
El problema es que Yolanda D¨ªaz no puede ser s¨®lo una figura popular al frente de una lista electoral, sino alguien con suficiente fuerza como para dirigir, con todo el di¨¢logo interno que sea necesario, pero dirigir, el grupo parlamentario resultante. Por eso existe tanta lucha respecto a las listas electorales y a la posici¨®n dentro de ellas de los distintos grupos. Unidas Podemos, que cree tener la mayor estructura pol¨ªtica de izquierda no socialista en toda Espa?a, reclama ese reconocimiento y unas posiciones relevantes para poder imponer su propia disciplina en el Congreso de los Diputados y en cualquier negociaci¨®n con el PSOE. Yolanda D¨ªaz ha luchado por conseguir colocar detr¨¢s de ella un proyecto pol¨ªtico que puede presentar como propio e intenta acotar ese espacio.
De momento, los dos reconocen que no tienen grandes diferencias program¨¢ticas y que son mayores las coincidencias ideol¨®gicas que las discrepancias. Pero no se trata de eso, sino de control y de poder interno. Podemos fue un movimiento pol¨ªtico muy original y exitoso, con resultados electorales iniciales realmente impresionantes, pero decrecientes. Es razonable que Yolanda D¨ªaz quiera calibrar ese peso de acuerdo con la situaci¨®n actual, no la de 2019. Podemos no tiene la misma fuerza que cuando sus c¨ªrculos estaban en plena ebullici¨®n. Seguramente ha perdido una parte de esa fuerza debido al debilitamiento de sus estructuras originales y el menor contacto con sus bases, abandonado en virtud de una estructura muy personalista y fuertemente jerarquizada. En realidad, Podemos ha perdido buena parte de su estructura en Catalu?a, Comunidad Valenciana, Galicia, Comunidad de Madrid (sustituido por ??igo Errej¨®n) y el Pa¨ªs Vasco (donde s¨®lo mantiene seis esca?os, los mismos que el PP). Y tras la salida de Iglesias de la direcci¨®n de Podemos, tampoco puede presentar un candidato presidencial capaz de competir en niveles de popularidad y aceptaci¨®n con Yolanda D¨ªaz. Es posible que alguien dentro de UP crea que ir a las elecciones divididos y con sus propias siglas y dar paso a un Gobierno de derecha provocar¨ªa una fuerte crisis interna en el PSOE, de nuevo en la oposici¨®n, y le permitir¨ªa aprovechar esa circunstancia como la ¡°alternativa¡± que hace relativamente poco a¨²n cre¨ªa que pod¨ªa ser. Pero una decisi¨®n semejante acarrear¨ªa una fuerte responsabilidad como culpables del inevitable retroceso en derechos sociales y civiles que supondr¨ªa un Gobierno Feij¨®o/Abascal. Podemos representar¨ªa entonces a esa izquierda que, seg¨²n dec¨ªa George Orwell, est¨¢ formada por personas que juegan con fuego, sin siquiera saber que el fuego est¨¢ caliente.