Yolanda D¨ªaz no enterr¨® a Podemos, ni al 15-M
No es de extra?ar la incomodidad de ciertos sectores afines a Podemos con Sumar, como s¨ªmbolo que les obliga a mirarse ante el espejo de sus propias contradicciones
Yolanda D¨ªaz no enterr¨® el 15-M. Es la suspicacia levantada entre ciertos sectores de la izquierda tras la presentaci¨®n de Sumar. Afirman que su opa a Podemos busca sepultar la ¡°impugnaci¨®n al r¨¦gimen del 78¡å que Pablo Iglesias encarn¨® tras la ruptura del bipartidismo en 2015. La autocr¨ªtica no abunda entre quienes jam¨¢s admitir¨¢n sus propios errores, o que D¨ªaz quiz¨¢s solo sea un s¨ªntoma del cambio pol¨ªtico de estos a?os, que algunos quieren obviar.
Y es que Podemos ...
Yolanda D¨ªaz no enterr¨® el 15-M. Es la suspicacia levantada entre ciertos sectores de la izquierda tras la presentaci¨®n de Sumar. Afirman que su opa a Podemos busca sepultar la ¡°impugnaci¨®n al r¨¦gimen del 78¡å que Pablo Iglesias encarn¨® tras la ruptura del bipartidismo en 2015. La autocr¨ªtica no abunda entre quienes jam¨¢s admitir¨¢n sus propios errores, o que D¨ªaz quiz¨¢s solo sea un s¨ªntoma del cambio pol¨ªtico de estos a?os, que algunos quieren obviar.
Y es que Podemos sigue aferrado a la idea del 15-M como inicio de un per¨ªodo destituyente en Espa?a. Los morados se articularon como fuerza de oposici¨®n a varios de los cimientos del pacto constitucional de la Transici¨®n ¡ªentre ellos, la Monarqu¨ªa¡ª acusando al PSOE de connivencia con las ¨¦lites y blandiendo una idea de plurinacionalidad paralela al desaf¨ªo del independentismo catal¨¢n. Entre 2011 y 2017 nuestra democracia fue sacudida tras los ecos de un profundo malestar.
Si bien ser¨ªa falaz creer que aquel momentum sigue en carne viva, tal y como lo estuvo entonces, o que sea Sumar la izquierda que ha venido a enterrar la indignaci¨®n con su estrategia del posibilismo, de la no confrontaci¨®n. La realidad es que nuestro sistema ha ido mutando hasta metabolizar, en menor o mayor medida, muchos de aquellos ejes que detonaron su cuestionamiento. Y, precisamente, el resultado de esa transformaci¨®n no gusta a quienes solo entender¨ªan por cambio una ruptura total.
Ejemplo es que el PSOE se fue moviendo desde 2016 para acoger ciertas demandas o est¨¦tica de sus competidores morados, como el discurso contra los poderosos en la lucha contra la desigualdad. La Monarqu¨ªa se renov¨® en caras y formas. El caso G¨¹rtel provoc¨® una moci¨®n de censura basada en el af¨¢n de regeneraci¨®n. Pedro S¨¢nchez super¨® el marco mental de un bipartidismo que solo pod¨ªa fraguar una gran coalici¨®n, legitimando en su bloque de poder a podemistas e independentistas, tras el fracaso del proc¨¦s.
As¨ª que no es de extra?ar la incomodidad de ciertos sectores afines a Podemos con Sumar, como s¨ªmbolo que les obliga a mirarse ante el espejo de sus propias contradicciones. La figura de D¨ªaz solo constata el nuevo tiempo pol¨ªtico que hace tiempo se abri¨® en Espa?a: amortizado el per¨ªodo de impugnaci¨®n total a los cimientos del sistema, lo que pervive de forma transversal en nuestra sociedad es la precariedad. Tan centrada en las cosas del comer, D¨ªaz solo cristaliza ¡ªcon estilo m¨¢s amable¡ª el mismo pragmatismo que otros vienen asumiendo pese a su gesticulaci¨®n.
Primero, porque Podemos no se puede presentar ya como la verdadera izquierda antisistema. El relato que les hac¨ªa los ¨²nicos valedores de una ¡°Rep¨²blica plurinacional¡± salta por los aires desde que su permanencia en el Ejecutivo no ha estado nunca en riesgo, pese a que no vaya a haber refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n pactado en Catalu?a, o no se les informara de la salida del rey em¨¦rito de Espa?a ¡ªseg¨²n desliz¨® Iglesias en la SER en 2020¡ª. Su proceso de institucionalizaci¨®n culmina como socio subalterno del PSOE en la coalici¨®n, impulsando leyes desde sus pocos ministerios.
Por eso, resulta llamativo que los morados hagan gala de su ¡°rebeld¨ªa¡± en un v¨ªdeo reciente, como si tanto les diferenciase de Sumar. El hecho es que su ret¨®rica de la confrontaci¨®n ya solo encuentra salida en forma de populismo dedicado a se?alar a colectivos como los medios, los jueces o empresarios. En la pr¨¢ctica, la contestaci¨®n podemita no ha alterado la senda del Ejecutivo en temas clave como la no derogaci¨®n de la ley mordaza, la pol¨ªtica migratoria, la postura sobre el S¨¢hara o el apoyo a Ucrania en el marco de la OTAN.
Segundo, Podemos no est¨¢ para dar lecciones sobre purismo a la izquierda de herencia sindical, que exist¨ªa previamente al 15-M. Fue c¨®modo dividir la sociedad entre pueblo y casta, patrimonializando un sentir de la ¡°gente¡± en 2015. Pero la democracia pluralista no opera con esos c¨®digos. La reforma laboral de Trabajo es el resultado de lidiar con la complejidad de los distintos grupos de inter¨¦s: trabajadores, pero tambi¨¦n las pymes, en un contexto econ¨®mico determinado. No todo en nuestro pa¨ªs son magnates del sector alimentario o textil.
As¨ª que es curioso ese enfado por que la vicepresidenta segunda crea que la pol¨ªtica es ¡°negociaci¨®n¡±, y no conflicto permanente, de parte de quienes est¨¢n hoy plenamente incardinados en el tablero institucional. Quiz¨¢s lo que disgusta de D¨ªaz en verdad es que supera la l¨®gica de bloques desde la izquierda a la izquierda del PSOE. A saber, que la polarizaci¨®n es lo que necesita Podemos para seguir aparentando impugnaci¨®n, mientras juegan a las reglas del paradigma constitucional.
Donde D¨ªaz se equivoca es al afirmar que puede desprenderse de Podemos para el espacio de Sumar. La grandeza de nuestra democracia en estos a?os fue la capacidad de acoger los reclamos de cada esquina del tablero pol¨ªtico. El partido morado apela a una serie de temas sobre derechos, libertades e identidad, un imaginario cr¨ªtico desde el extremo del progresismo y contra el poder, que de ser obviados, dejar¨ªan a un nicho de ciudadanos hu¨¦rfanos de representaci¨®n. D¨ªaz no puede enterrar lo que el propio sistema ha metabolizado ya.