Robots, algoritmos y trabajos
Los nuevos procesos tecnol¨®gicos est¨¢n teniendo importantes efectos laborales, pero a diferencia de lo que ha sucedido con otros fen¨®menos, en este caso el reto normativo que suponen est¨¢ ya parcialmente superado
Seg¨²n el ?ndice de la Econom¨ªa y Sociedad Digitales (DESI) de 2022, Espa?a ocupa el puesto 7 entre los 27 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea en desarrollo digital. Tambi¨¦n ocupamos una buena posici¨®n en n¨²mero de robots. De acuerdo con los datos de 2022 de la Federaci¨®n Internacional de Rob¨®tica, Espa?a ocupa el lugar 14 en el...
Seg¨²n el ?ndice de la Econom¨ªa y Sociedad Digitales (DESI) de 2022, Espa?a ocupa el puesto 7 entre los 27 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea en desarrollo digital. Tambi¨¦n ocupamos una buena posici¨®n en n¨²mero de robots. De acuerdo con los datos de 2022 de la Federaci¨®n Internacional de Rob¨®tica, Espa?a ocupa el lugar 14 en el mundo y el 4 en la Uni¨®n Europea en relaci¨®n con esta variable. De su lado, los datos de la Encuesta sobre el uso de TIC y del comercio electr¨®nico en las empresas del primer trimestre de 2022 sit¨²an en un 12,6 el porcentaje de empresas que utilizan inteligencia artificial (IA) y en un 15,1 el de aquellas que realizan an¨¢lisis de Big Data. Avances en digitalizaci¨®n, robotizaci¨®n y uso de IA y Big Data que tienen su l¨®gico correlato para el mundo del trabajo. Lo tienen ya. Pues muchos de los efectos de estos procesos se est¨¢n dejando sentir en los centros de trabajo. No estamos hablando del futuro del trabajo. Estamos hablando de su presente.
El reto normativo que ello supone est¨¢ parcialmente superado. A diferencia de lo ocurrido frente a otros fen¨®menos, donde la legislaci¨®n laboral llega mucho despu¨¦s de que acontezcan, en este caso, las leyes tienen ya camino andado. La Ley 3/2018 regula la protecci¨®n de datos y los derechos digitales de las personas trabajadoras. En un modelo econ¨®mico cuya materia prima son los datos, que exista una Ley que garantiza la protecci¨®n de los datos personales es esencial. Aunque no se menciona nada sobre la soberan¨ªa sobre los datos, ni de qui¨¦n es la propiedad y el beneficio econ¨®mico no menor que genera su venta. Tambi¨¦n es esencial garantizar el ejercicio de los derechos fundamentales en los lugares de trabajo. La tecnolog¨ªa permite un control casi absoluto del trabajo y de la propia persona trabajadora. De hecho, la tecnolog¨ªa ha convertido la empresa en una especie de ¡°gran hermano¡± que todo lo ve. Hablamos por ello de empresa pan¨®ptica. Aqu¨ª, garantizar, como hace la Ley 3/2018, el derecho a la desconexi¨®n digital, el derecho a la intimidad en el uso de dispositivos digitales propiedad de la empresa (que no puedan revisar nuestros correos electr¨®nicos o nuestros mensajes de whatsapp) o la intimidad frente al uso de dispositivos de videovigilancia, grabaci¨®n de sonidos o geolocalizaci¨®n se vuelve imprescindible para asegurar la ciudadan¨ªa en la empresa.
Tambi¨¦n se ha avanzado en la regulaci¨®n del teletrabajo, mediante la Ley 10/2021, y en la regulaci¨®n del trabajo en plataformas digitales de reparto y de la transparencia algor¨ªtmica, mediante la Ley 12/2021. Algo en lo que Espa?a ha sido pionera. No solo por el contenido de esta Ley, que est¨¢ sirviendo de punta de lanza para la elaboraci¨®n de la Directiva europea sobre el trabajo en plataformas, sino, sobre todo, porque son normas, la del teletrabajo y la conocida como ley rider, que han sido fruto del di¨¢logo social y del acuerdo de sindicatos y organizaciones empresariales. Redondeando todo ello est¨¢ la Carta de derechos digitales de 2021, que contiene un apartado dedicado al mundo del trabajo donde destaca el derecho de la representaci¨®n de las personas trabajadoras a tener voz en los procesos de transformaci¨®n digital de las empresas, avanzando en su democratizaci¨®n.
Sin embargo, hay otros retos urgentes que deben acometerse. El reto del empleo es el primero. Aunque ha cambiado de signo. Hasta hace bien poco est¨¢bamos pregunt¨¢ndonos cu¨¢ntos empleos ¨ªbamos a perder a consecuencia del avance de la tecnolog¨ªa. Hoy sigue preocup¨¢ndonos este tema. De hecho, hay quien habla de promover solamente las que Acemoglu denomina ¡°tecnolog¨ªas brillantes¡±, que son aquellas que crean empleo. Pero comienza a preocuparnos tambi¨¦n si vamos a ser capaces de cubrir los nuevos empleos que crea la tecnolog¨ªa y de adaptarnos a las transformaciones de los existentes por obra de la digitalizaci¨®n. En este ¨¢mbito, la formaci¨®n en competencias digitales de la poblaci¨®n sigue siendo un desaf¨ªo ingente. El DESI 2022 indica que el 38% de nuestra poblaci¨®n tiene competencias digitales por encima del nivel b¨¢sico y que un 4,1% de las personas empleadas son especialistas en tecnolog¨ªa. Ello significa que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n necesita incrementar sus competencias digitales y que debe crecer ¡ªy hacerlo con rapidez¡ª el n¨²mero de personas especialistas en TIC. Si no es as¨ª, ni las empresas ni la econom¨ªa podr¨¢n alcanzar el grado de desarrollo tecnol¨®gico que se pretende.
El segundo reto es la igualdad. La transici¨®n digital genera desigualdades entre hombres y mujeres, personas j¨®venes y mayores y zonas urbanas y rurales. El DESI 2022 tambi¨¦n indica que ¨²nicamente 2 de cada 10 especialistas en tecnolog¨ªa son mujeres, lo que significa que 8 de cada 10 son hombres. Situaci¨®n que no parece que vaya a remediarse en un futuro pr¨®ximo, pues, seg¨²n los datos del Sistema Integrado de Formaci¨®n Universitaria, en el ¨²ltimo curso, ¨²nicamente el 27% del alumnado matriculado en los estudios de f¨ªsica, matem¨¢ticas, ingenier¨ªa e inform¨¢tica son mujeres. La falta de competencias digitales est¨¢ extendida, pero los datos Eurostat muestran c¨®mo son las personas mayores de 55 a?os las que menor nivel de competencias digitales poseen. Lo que provoca su exclusi¨®n del mercado de trabajo digital y dificulta su acceso a bienes y servicios b¨¢sicos que hay se encuentran digitalizados. La cobertura de m¨¢s de 100Mbpd alcanza el 68% de las zonas rurales y el 5G el 26,14%. Las cifras son el 88,31% y el 58,98% en las zonas urbanas. Hay un potencial de desarrollo econ¨®mico y del empleo en la denominada Espa?a vaciada que puede venir de la mano del teletrabajo, pero ello no ser¨¢ factible si no se desarrollan las infraestructuras tecnol¨®gicas en el medio rural. Por eso son necesarias pol¨ªticas de igualdad que acompa?en el desarrollo tecnol¨®gico. De otra forma, la transici¨®n digital ahondar¨¢ en las diferencias econ¨®micas y sociales ya existentes.
El tercer reto es el creciente uso de la IA por parte de las empresas. Ello plantea no pocos interrogantes, entre los que est¨¢ el tipo de empleos que se ver¨¢n afectados. Si digitalizaci¨®n y robotizaci¨®n inciden m¨¢s sobre empleos de cualificaci¨®n y salario intermedios en la industria y en las administraciones p¨²blicas, la IA puede tener un impacto considerable en trabajos, por as¨ª denominarlos, intelectuales, con lo que apunta a puestos de alto nivel de cualificaci¨®n y salario. En pocas palabras: nadie se salva del impacto de la tecnolog¨ªa. Aunque, por el momento, los problemas m¨¢s evidentes est¨¢n en los sesgos o discriminaciones que pueden habitar en las decisiones adoptadas por algoritmos o sistemas de IA y en c¨®mo ello afecta a los derechos fundamentales de las personas en el trabajo. Para evitarlo, la ley rider obliga a las empresas a informar a la representaci¨®n de las personas trabajadoras de los datos que alimentan los algoritmos o sistemas de IA y de su l¨®gica de funcionamiento. La Carta de derechos digitales a?ade la obligaci¨®n de realizar evaluaciones de impacto para comprobar que no se producen discriminaciones y el sometimiento de los algoritmos y la IA a los principios de control humano y no maleficiencia. Pero todo ello est¨¢ empezando y no sabemos si ser¨¢ bastante para evitar los riesgos que tambi¨¦n existen de deshumanizaci¨®n del trabajo.