Busco a Jack
La tabla de salvaci¨®n para los usuarios de Twitter ya est¨¢ flotando en el oc¨¦ano, en opini¨®n de voces autorizadas del periodismo tecnol¨®gico
Hace algunos d¨ªas se cumplieron 78 a?os desde que Hitler decidi¨® volarse los sesos en su b¨²nker de Berl¨ªn tras exterminar a 11 millones de personas en Europa y sumir al mundo en una guerra atroz. Una fecha que, en el actual Twitter sin ley, decenas de cuentas pronazis recordaron con citas y fotograf¨ªas del dictador alem¨¢n. M¨¢s de 10.000 retuits obtuvo la cuenta pronazi ...
Hace algunos d¨ªas se cumplieron 78 a?os desde que Hitler decidi¨® volarse los sesos en su b¨²nker de Berl¨ªn tras exterminar a 11 millones de personas en Europa y sumir al mundo en una guerra atroz. Una fecha que, en el actual Twitter sin ley, decenas de cuentas pronazis recordaron con citas y fotograf¨ªas del dictador alem¨¢n. M¨¢s de 10.000 retuits obtuvo la cuenta pronazi Conciencia racial, con un encendido elogio al ideario de Hitler. El escritor Elod Horai se lament¨® de este ¨¦xito, provocado en gran parte porque la cuenta pronazi hab¨ªa comprado la insignia de verificaci¨®n azul y estaba consiguiendo con ello una mayor difusi¨®n de su mensaje. Record¨® que d¨ªas antes el patr¨®n Musk hab¨ªa suprimido las antiguas verificaciones y enfrent¨® en su tuit dos fotograf¨ªas: la del perfil de la reci¨¦n verificada cuenta nazi Conciencia racial y la fotograf¨ªa de la cuenta oficial del Museo de Auschwitz @AuschwitzMuseum, an¨®nima, despojada del emblema azul que hasta hac¨ªa un par de semanas la identificaba como verdadera y relevante.
La visi¨®n de ambas fotos, publicadas una junto a la otra, hizo reaccionar a los usuarios de Twitter. Casi 10.000 usuarios compartieron la publicaci¨®n del escritor Horai y otros tantos reclamaron a Twitter que sacara la cuenta racista de la circulaci¨®n, a lo que Musk accedi¨®. El patr¨®n tuvo adem¨¢s el detalle de devolver la insignia de verificaci¨®n, a la cuenta de la memoria de Auchswitz que, desde 2012, pone rostro, nombre y apellidos a miles de v¨ªctimas de los campos de exterminio y comparte sus historias con una comunidad de m¨¢s de mill¨®n y medio de seguidores.
En el nuevo Twitter conviene estar atento al pulgar del emperador, que se ha revelado como el ¨²nico criterio disponible y v¨¢lido para entender la nueva pol¨ªtica de la empresa, tanto en la moderaci¨®n de contenidos como en la atribuci¨®n gratuita de identificativos de autenticidad. Musk se muestra arbitrario, imprevisible, entusiasta de la palabra liberada y de las puertas abiertas a todo el que pague. Que digan lo que quieran, pero que paguen. Una de las consecuencias de esta pol¨ªtica es, seg¨²n un estudio del Instituto para el Di¨¢logo Estrat¨¦gico y la firma CASM Technology, que la circulaci¨®n de tuits antisemitas se ha duplicado desde la llegada de Musk. Un porcentaje similar de incremento ha experimentado la difusi¨®n en Twitter de 49 t¨¦rminos l¨¦xicos relacionados con el odio, que un grupo de expertos de universidades estadounidenses analiz¨® con ayuda de herramientas inteligencia artificial durante el primer mes de Twitter con Elon Musk a los mandos.
Los irreductibles de la aldea vagamos como almas en pena buscando en Twitter destellos de lo que fue. El algoritmo ha escondido a nuestros amigos y nos propone publicaciones de personas que no vimos nunca y de temas por los que nunca mostramos ninguna predilecci¨®n. Llueven los insultos, las parodias y los contenidos falsos mientras intentamos buscar algo de claridad entre cuentas con insignias de verificaci¨®n azules de pago, azules regaladas por Musk, doradas y grises. Un coloc¨®n de confusi¨®n como experiencia de usuario.
La tabla de salvaci¨®n para los usuarios de Twitter ya est¨¢ flotando en el oc¨¦ano, en opini¨®n de voces autorizadas del periodismo tecnol¨®gico. El h¨¦roe que la sostiene, como en el caso del Titanic, se llama Jack. Es Jack Dorsey, el fundador de Twitter que ha puesto en marcha su nuevo proyecto, BlueSky, una red social de c¨®digo abierto, similar a Twitter en apariencia y funciones, pero que deja a los usuarios el control de su actividad y de sus datos. La aplicaci¨®n est¨¢ a¨²n en fase de pruebas y Dorsey solo ha permitido el acceso a 50.000 usuarios, mientras otros tantos aguardan pacientemente un c¨®digo de invitaci¨®n para acceder a este nuevo El Dorado social en el que est¨¢n depositadas tantas esperanzas. Tendremos que esperar un tiempo para saber si hicimos bien en hacernos un ¡°Kate Winslet¡± y aferrarnos a la tabla de Jack.