La er¨®tica del poder
Francia, como es sabido, no est¨¢ en estos momentos para el tradicional exhibicionismo de sus ¨¦lites
La bronca que se ha montado en Francia por la publicaci¨®n de una novela del ministro de Econom¨ªa Bruno Le Maire no es porque pueda tener contenidos er¨®ticos, es, entre otras cosas, porque esos pasajes son mal¨ªsimos. Que, seg¨²n c¨¢lculos de la prensa francesa, en estos ¨²ltimos a?os haya escrito m¨¢s p¨¢ginas que un escritor profesional como su amigo ...
La bronca que se ha montado en Francia por la publicaci¨®n de una novela del ministro de Econom¨ªa Bruno Le Maire no es porque pueda tener contenidos er¨®ticos, es, entre otras cosas, porque esos pasajes son mal¨ªsimos. Que, seg¨²n c¨¢lculos de la prensa francesa, en estos ¨²ltimos a?os haya escrito m¨¢s p¨¢ginas que un escritor profesional como su amigo Houellebecq me parece secundario. Aunque este ha sido el argumento dominante, ?a qu¨¦ se dedica en realidad un ministro si puede permitirse el lujo de producir como el m¨¢s prol¨ªfico de los escribidores? Si tuviera un peque?o ministerio a¨²n se podr¨ªa entender, ?pero Econom¨ªa? Lo raro es que no le hayan acusado de tener a alguna pluma en la sombra, como en su d¨ªa se dijera de Jacques Attali cuando recibi¨® las acusaciones de plagio. No, creo que la causa ¨²ltima es la distancia sideral que existe entre la er¨®tica del poder y el erotismo verdadero. O, mejor, que pretendan confundirse ambas esferas; que no baste con arroparse con los atributos del poder, encima hay que presumir . Y de formar parte de la Rep¨²blica de las Letras.
Francia, como es sabido, no est¨¢ en estos momentos para el tradicional exhibicionismo de sus ¨¦lites. Recordemos que el elegante Dominique de Villepin, el mentor de nuestro ministro, compaginaba tambi¨¦n la pol¨ªtica con la escritura de sesudos tratados de historia, y el propio Macron alardeaba de haberse criado a los pechos del mism¨ªsimo fil¨®sofo Ricoeur. La causa ¨²ltima que ahora mismo abruma a nuestros vecinos no es la ampliaci¨®n de la edad de jubilaci¨®n, es la p¨¦rdida creciente de auctoritas de su clase dirigente, algo que empieza a notarse tambi¨¦n en el Reino Unido con sus pol¨ªticos de Oxbridge. Hay una verdadera rebeli¨®n de las masas frente a esa minor¨ªa que pretende acapararlo todo, a la que ya no le basta el dinero, el poder, el prestigio; encima ahora presume de erot¨®mana. Y, claro, en un pa¨ªs como Francia eso ya cruza todos los l¨ªmites. Si adem¨¢s lo hacen de forma tan pat¨¦tica como nuestro protagonista, ?qu¨¦ menos que se monte esta pendencia?
El trasfondo del mal franc¨¦s es una crisis de representaci¨®n. Ese sistema mayoritario a dos vueltas que ofrece tanta estabilidad tiene gato encerrado, al final sale elegido el menos malo. No se opta por quien se desea, sino que se elimina al indeseado, algo que ¨²ltimamente se ha acentuado cuando Le Pen empez¨® a convertirse en verdadera alternativa. Por eso hay una mayor¨ªa que no compra a Macron el argumento de que ya hab¨ªa anunciado sus medidas sobre la jubilaci¨®n en su programa electoral, como si fuera elegido por su programa, no por evitarse a la l¨ªder de la Agrupaci¨®n Nacional. Por eso es tan peligrosa la situaci¨®n, porque la arrogancia de quien ahora ostenta el poder puede revertir la din¨¢mica electoral tradicional y acaben con Le Pen de presidenta. Urge que instauren una VI Rep¨²blica, o que sus ¨¦lites tomen conciencia de que ya no basta con ¨¦pater les citoyens.