Cosas que encuentro en la calle
Construir un hogar hab¨ªa sido siempre de una sola manera, ir a una tienda, elegir un mueble y comprar. Ahora se abri¨® en m¨²ltiples direcciones
Si alguien visitara mi casa, dudo que pudiera imaginar que est¨¢ hecha de la calle o, mejor a¨²n, que est¨¢ hecha de historias. Tengo uno o dos muebles nuevos: el colch¨®n sobre el que duermo, por ejemplo, y la biblioteca tambi¨¦n, pero todo lo dem¨¢s no; todo lo dem¨¢s me lo dio la calle y lo que no me dio la calle es usado o reutilizado o reciclado, como quieran decirle, y cada uno viene con su historia: como esa pintura que ahora cuelga de la pared, con marco de paspart¨², que muestra un bote estacionado a orillas del Mediterr¨¢neo. La se?ora que me lo dio dijo que la pintora era una enamorada de su...
Si alguien visitara mi casa, dudo que pudiera imaginar que est¨¢ hecha de la calle o, mejor a¨²n, que est¨¢ hecha de historias. Tengo uno o dos muebles nuevos: el colch¨®n sobre el que duermo, por ejemplo, y la biblioteca tambi¨¦n, pero todo lo dem¨¢s no; todo lo dem¨¢s me lo dio la calle y lo que no me dio la calle es usado o reutilizado o reciclado, como quieran decirle, y cada uno viene con su historia: como esa pintura que ahora cuelga de la pared, con marco de paspart¨², que muestra un bote estacionado a orillas del Mediterr¨¢neo. La se?ora que me lo dio dijo que la pintora era una enamorada de su madre, que le gustaba mucho pescar y que antes de morir le dej¨® todos sus cuadros, pero ahora su madre tambi¨¦n muri¨® y no le queda otra que deshacerse de sus cosas. Algo que hasta ahora hab¨ªa sido de una sola manera, ir a una tienda, elegir un mueble y comprar, ahora se abri¨® en m¨²ltiples direcciones, algo as¨ª como las mil y una formas de construir un hogar.
Una de las columnas que quise escribir hace tiempo ten¨ªa que ver con hablar acerca de lo dif¨ªcil que es alquilar un departamento, m¨¢s a¨²n siendo migrante: algo as¨ª como un casting donde siempre sos la peor actriz. Pero entonces vi muchas otras columnas que hablaban de lo mismo y me arrepent¨ª y ahora solo hago una menci¨®n: despu¨¦s de semanas de recorrer la ciudad visitando m¨¢s de tres departamentos por d¨ªa, encontr¨¦ uno que se ajustaba a mi presupuesto, y con mucho esfuerzo logr¨¦ entrar y una vez que hab¨ªa gastado casi todo el dinero que ten¨ªa, me vi con mi valija de 23 kilos sentada en el suelo y pens¨¦: ?qu¨¦ hago? Voy a dormir y comer y leer en el suelo por un tiempo largo.
Una compa?era de universidad me vio preocupada y me recomend¨® buscar la web del Ayuntamiento que indicaba los d¨ªas en los que la gente dejaba muebles en la calle: muebles en desuso, que ya no les sirven o quieren renovar o incluso algunos que no funcionan bien y en vez de reparar prefieren cambiarlos por uno nuevo. Busqu¨¦ y encontr¨¦ la p¨¢gina de recogida de muebles y trastos viejos: seg¨²n mi direcci¨®n, en mi barrio tocaba los lunes a partir de las 20 horas.
Ese primer lunes, sal¨ª a caminar por el barrio, temprano, para buscar tranquila. Desanimada porque pasaban las horas y no encontraba nada, segu¨ª dando vueltas y vueltas hasta que vi a un grupo de obreros que estaba sacando muebles de un edificio, algunos ya desarmados, pedazos de vidrios y maderas que dejaban en la vereda. Me qued¨¦ ah¨ª cerca, observando, y esper¨¦, hasta que vi una estructura de madera preciosa que parec¨ªa una mesa ratona, pero que le faltaba el centro. Me acerqu¨¦ a uno de los obreros y le pregunt¨¦ qu¨¦ era eso, qu¨¦ estaban haciendo, y me coment¨® que eran una empresa que se dedicaba a vaciar las casas, luego pintarlas y dejarlas listas para vender. Dijo que en esa casa viv¨ªa una mujer, que su familia estaba lejos, que no llegaron a despedirse; que hab¨ªa muebles muy lindos y antiguos, en general en buen estado, y me pregunt¨® qu¨¦ necesitaba. Le dije la verdad: todo. Entonces, esp¨¦rame ac¨¢, dijo y empez¨® a traer cosas. A la mesa ratona le agreg¨® el m¨¢rmol encima, pesado, en color perla, y lo separ¨¦ a un costado. Luego llegaron dos mesas de luz; una mesa de comedor con seis sillas haciendo juego, con respaldo de esterilla y asientos tapizados en pana roja, y un zapatero. Llam¨¦ a mi compa?era para que me ayudara a llevarlos a casa y la esper¨¦ con todos los muebles amontonados en un rinc¨®n de la calle.
Esa misma noche, encontr¨¦ en la vereda de mi casa un peque?o sill¨®n rojo, tambi¨¦n en excelente estado, y otros dos sillones verdes, muy elegantes, de respaldo alto, como de lectura. Volv¨ª a pedir ayuda y los sub¨ª.
Despu¨¦s de aquel d¨ªa, en los meses siguientes, recolect¨¦ un escritorio y una silla de escritorio en la cual estoy sentada mientras escribo esto; un mueble para guardar frutas y verduras, y otro mueble para guardar la ropa; una l¨¢mpara de pie con la que arm¨¦, junto a un sill¨®n, mi rinc¨®n de lectura; una alfombra que encontr¨® mi mam¨¢ cuando estuvo de visita; una mesa peque?a para el balc¨®n que me encargu¨¦ de lijar y pintar con barniz y qued¨® como nueva para disfrutar del sol.
Hace poco, vi que una chica dejaba un rascador pr¨¢cticamente nuevo junto a la basura. Me dio verg¨¹enza esperar a que se fuera y me acerqu¨¦ y le pregunt¨¦ si pod¨ªa llevarlo. Me dijo que s¨ª, era de su gato que acababa de morir y le hac¨ªa mucha ilusi¨®n que le pueda servir a otro gato: Anto?o lo disfruta desde ese d¨ªa.