Echarse novio para tener ¡®pisito¡¯
La emancipaci¨®n en casa propia siendo joven y soltero se ha vuelto casi un acto antisistema en un pa¨ªs donde la precariedad ha normalizado la idea de dependencia de los padres y abuelos
Hay algo peor que romper con tu pareja en la treintena, cuando cre¨ªas tener ya un proyecto de vida encarrilado. Y es que encima de andar como alma en pena, te veas de vuelta en casa de tus padres o compartiendo piso con amigos porque no puedes permitirte irte a vivir solo. ¡°Es un doble fracaso¡± me suelta un amigo: ser dejado y descubrir que tu independencia fue solo un espejismo, un pr¨¦stamo por el hecho de tener noviete.
As¨ª que son llamativos esos relatos nost¨¢lgicos que nos hablan de la ruptura actual de los lazos con la familia, de la supuesta decadencia moral de nuestros chavales, dicen, tan desapegados o livianos. La realidad es que la emancipaci¨®n juvenil por cuenta propia se ha vuelto casi un acto antisistema en un pa¨ªs donde la precariedad ha ido normalizando la idea de la dependencia econ¨®mica del individuo frente a sus padres, abuelos, pareja o amigos. Buena parte de los j¨®venes espa?oles vive hoy en una especie de falsa autonom¨ªa, asistida por su entorno m¨¢s cercano.
Es el drama generacional que quiz¨¢s sufrir¨¢n muchos mileniales o centeniales en alg¨²n momento de sus vidas. Los bajos salarios y las viviendas prohibitivas obligan a compartir gastos entre varios inquilinos. La tasa de emancipaci¨®n juvenil est¨¢ desplomada en Espa?a al 15¡ä8%, la mitad que la media europea. La compra de pisos por debajo de 29 a?os ha ca¨ªdo desde 2016 en unos 16 puntos, seg¨²n la Encuesta de Condiciones de Vida de 2022. El drama del alquiler qued¨® retratado en el debate sobre la Ley de Vivienda.
Y ello abre una reflexi¨®n sobre c¨®mo est¨¢n evolucionando nuestras relaciones personales. El mayor consejo de mi padre fue que me labrara un futuro para poder ser independiente y elegir siempre a las personas que me rodean. El paradigma de la persona joven viviendo sola tampoco es que fuera el m¨¢s frecuente en su ¨¦poca. Muchos de los nacidos en los a?os sesenta salieron de casa al encontrar pareja, y sus padres ¡ªnuestros abuelos¡ª no sol¨ªan divorciarse, pese a la ruptura del matrimonio. La solter¨ªa con piso propio ser¨ªa algo que a ¨¦l le sonar¨ªa a modernidad, en todo caso.
Sin embargo, la realidad de algunos j¨®venes actuales puede incluso encontrar semblanzas con el pasado. Como anta?o, echarse novio es ya una de las pocas opciones para salir de casa jovencito y alcanzar la propia independencia. Es m¨¢s: si antiguamente se aguantaba al marido porque no quedaba otra ¡ªpor costumbre, o por necesidad econ¨®mica¡ª tal vez muchas parejas sigan hoy juntas porque no les queda m¨¢s alternativa, aunque mantengan buen trato entre ellos. Lo que antes ven¨ªa dado por la tradici¨®n, o el conservadurismo, hoy es imposibilitado por el empobrecimiento.
En otros casos, algunos muchachos viven con compa?eros que ellos tampoco eligieron, pero han acabado haciendo las veces de familia en su d¨ªa a d¨ªa.
El caso es que la pol¨ªtica ha integrado sin rubor la noci¨®n de que el c¨ªrculo personal debe paliar las carencias de nuestra econom¨ªa. Toda una ministra de Espa?a, Mar¨ªa Jes¨²s Montero, afirm¨® no hace mucho que los pensionistas ¡°no quer¨ªan las pensiones para ellos¡±, sino para echar una mano a su familia. Ni a esos jubilados les permitimos ya emanciparse, pese a que muchos ayuden a sus hijos desde el cari?o. Por ejemplo, d¨¢ndoles la entrada para un piso, otra de las opciones para alcanzar la autonom¨ªa siendo joven. Si la izquierda cree en la liberaci¨®n del individuo, el problema es grave.
Y es que el amigo que vive bajo su propio techo a los 30, gracias a su propio salario, sin ayuda de nadie, sin haber pasado tiempo en casa de los padres para poder ahorrar, es casi un unicornio. A partir de ah¨ª, a muchos se les abre la veda del autodescubrimiento: unos, convierten su casa en un picadero, y otros echan largas horas reflexionando sobre la fortaleza mental que hay que tener para vivir solo. No tienen a nadie que les ayude con las muchas tareas, o que les abrace al llegar a casa. Pero saben que incluso la soledad de su propio hogar simboliza ya un privilegio del que pocos gozan. Si hay ausencias que representan un triunfo, el techo propio estando soltero se ha vuelto ¡ªparad¨®jicamente¡ª una de esas.
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