Un error
Bildu nos abre ahora una nueva herida. No se lo merece ni la memoria de las v¨ªctimas, ni la democracia espa?ola que se afirm¨® contra la violencia
La derrota de ETA es uno de los mayores orgullos de la democracia espa?ola. El franquismo violento aliment¨® las iras del viejo carlismo y dio pie a un terror asesino disfrazado de izquierda independentista. Los espacios privados y p¨²blicos est¨¢n llenos de diversas formas de poder, ya lo s¨¦; pero resulta imprescindible excluir la violencia armada de esos poderes para combatir todo lo que no nos gusta y para fundar una leg¨ªtima autoridad pol¨ªtica. ...
La derrota de ETA es uno de los mayores orgullos de la democracia espa?ola. El franquismo violento aliment¨® las iras del viejo carlismo y dio pie a un terror asesino disfrazado de izquierda independentista. Los espacios privados y p¨²blicos est¨¢n llenos de diversas formas de poder, ya lo s¨¦; pero resulta imprescindible excluir la violencia armada de esos poderes para combatir todo lo que no nos gusta y para fundar una leg¨ªtima autoridad pol¨ªtica. La derrota social de ETA fue un gran ¨¦xito. Y no se debi¨® a los que abandonaron las armas, sino a la solidez de la democracia espa?ola.
Esa alegr¨ªa c¨ªvica sufri¨® algunas heridas. La primera de ellas fue el GAL. Que el Estado creara bandas parapoliciales para combatir el terror supuso una dolorosa e inaceptable herida. El enemigo no debe contagiarnos su odio. La tortura y el asesinato no est¨¢n justificados ni siquiera ante el asesino y el torturador. El cinismo de algunos representantes p¨²blicos, empujado por las circunstancias, se manch¨® de sangre. Luego, una segunda herida tuvo y tiene que ver con la manipulaci¨®n pol¨ªtica de las v¨ªctimas. M¨¢s que oponerse a ETA, hay quien quiere convertirla en un negocio electoral. Se mancha as¨ª el orgullo compartido de una victoria democr¨¢tica.
Bildu nos abre ahora una nueva herida. No se lo merece ni la memoria de las v¨ªctimas, ni la democracia espa?ola que se afirm¨® contra la violencia. Es un error que Bildu incorpore en sus listas a numerosos condenados por terrorismo. La normalizaci¨®n pol¨ªtica puede sentirse feliz de que cualquier idea se defienda de forma pac¨ªfica y libre en las instituciones, pero no de que se legitime en las instituciones la memoria de la violencia. Da igual que los candidatos hayan cumplido su condena. No es ese el debate en este proceso. La pol¨ªtica es un espacio en el que resulta imprescindible distinguir entre lo legal y lo leg¨ªtimo.