Euskadi, 10 a?os tras el fin de ETA: entre la normalidad y el riesgo del olvido
La falta de una memoria compartida empa?a el logro de la convivencia en el Pa¨ªs Vasco tras la desaparici¨®n de la banda terrorista
Diez a?os despu¨¦s del fin del terrorismo de ETA, Euskadi vive una normalidad en la calle y en la pol¨ªtica muy superior a las de Irlanda del Norte y Colombia, que, casi al mismo tiempo, abordaron procesos similares. Los atentados y amenazas han desaparecido, el rechazo a la violencia es abrumador, existe un amplio reconocimiento a las v¨ªctimas, el clima pol¨ªtico se ha distendido y los debates identitarios han sido eclipsados por los problemas ciudadanos.
Pero ese oasis tiene un lado oscuro con perfiles variados. La tentaci¨®n de olvidar el drama vivido sin extraer la lecci¨®n de que el terrorismo no tuvo justificaci¨®n, y la ausencia de memoria compartida, separan hoy al Pa¨ªs Vasco del logro de una convivencia plenamente normalizada. EL PA?S ha hablado con historiadores, pol¨ªticos, periodistas y responsables de colectivos vascos para tratar de entender ese reverso de la moneda. La conclusi¨®n mayoritaria es que, en el terreno pol¨ªtico, la responsabilidad recae principalmente en Sortu ¡ªpor su falta de autocr¨ªtica tras su complicidad con ETA¡ª y en el PP y Vox ¡ªpor el uso partidista del terrorismo¡ª.
A esa doble pregunta sobre si Euskadi ha cambiado en esta d¨¦cada y qu¨¦ le falta para una convivencia normalizada han respondido veteranos historiadores como Juan Pablo Fusi, Luis Castells y Jos¨¦ Antonio Rodr¨ªguez Ranz, tambi¨¦n viceconsejero de Memoria del Gobierno vasco; el soci¨®logo Ignacio S¨¢nchez-Cuenca; el periodista Gorka Landaburu; el representante de la Fundaci¨®n Mario Onaindia, Alberto Aguirrezabal; el vicepresidente de la Fundaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo, Quico Tom¨¢s y Valiente; Consuelo Ord¨®?ez, de Covite (Colectivo de V¨ªctimas del Terrorismo); Joseba Azkarraga, de Sare (red de apoyo a los presos etarras), y Florencio Dom¨ªnguez, presidente del Centro Memorial de Vitoria.
¡°La valoraci¨®n con m¨¢s peso en Euskadi es que ETA fue derrotada al no lograr sus objetivos pol¨ªticos. Vivimos en libertad. La pol¨ªtica se centra en los problemas ciudadanos¡±, se?ala Castells. Pero introduce un matiz: ¡°ETA ha sido derrotada, no deslegitimada. Un sector de la sociedad vasca no rechaza su intento del pasado de imponer su ideolog¨ªa por la fuerza¡±.
Fusi subraya la contribuci¨®n de los gobiernos de Patxi L¨®pez (PSE) e I?igo Urkullu (PNV) a la normalizaci¨®n, pero incide en que hay una aceptaci¨®n general del lenguaje y simbolog¨ªa nacionalistas. Apunta cr¨ªticamente que la normalizaci¨®n viene acompa?ada del olvido del terrorismo. ¡°Ser¨ªa injusto decir que ha habido un pacto de silencio, pero la distensi¨®n se ha traducido en olvido, en distanciamiento¡±.
Rodr¨ªguez Ranz coincide en que ¡°el olvido no es la mejor medicina para sanar las heridas¡±. Propone una ¡°mirada al pasado inclusiva, cr¨ªtica¡±, y avanzar hacia un consenso sobre valores ¨¦ticos. Destaca el avance, en estos diez a?os, en el reconocimiento a todas las v¨ªctimas: de ETA; de la guerra sucia y de abusos policiales, ¡°sin equiparaciones ni exclusiones¡±. S¨¢nchez-Cuenca apunta como punto negro que un tercio de los vascos sienten que su libertad sigue disminuida: ¡°Son votantes del PP o sin ideolog¨ªa que sienten que su representaci¨®n pol¨ªtica no est¨¢ reconocida socialmente¡±. Pese a ello, se apoya en los euskobar¨®metros para resaltar que la sociedad vasca est¨¢ mejor estructurada que en el resto de Espa?a. ¡°El terrorismo era tan anacr¨®nico que la normalidad lleg¨® r¨¢pido¡±, dice.
¡°ETA y la izquierda abertzale funcionan como una organizaci¨®n militar. Cuando sus jefes les exigieron parar, lo hicieron. Sab¨ªan tambi¨¦n que su capacidad de actuar estaba bajo m¨ªnimos¡±, se?ala Aguirrezabal para explicar el dr¨¢stico cambio. Landaburu percibi¨® el punto de inflexi¨®n en la desaparici¨®n de las miradas de odio en la calle. No le sorprende la distensi¨®n porque los pol¨ªticos, dice, se hab¨ªan vacunado con la polarizaci¨®n del plan Ibarretxe.
¡°Me preocupa que se olvide a las m¨¢s de 200 familias cuyos casos est¨¢n sin resolver y que en la sociedad vasca haya sectores reacios a reconocer que ETA no tuvo justificaci¨®n¡±, apunta Tom¨¢s y Valiente. Consuelo Ord¨®?ez, tras admitir que el Pa¨ªs Vasco ha mejorado, sostiene, contra el criterio mayoritario, que ETA no ha sido derrotada. ¡°Hay paz a costa de las v¨ªctimas al haberse permitido la legalizaci¨®n de Sortu y la impunidad. Zapatero negoci¨®, pero no enga?¨®. Rajoy prometi¨® que no habr¨ªa impunidad, que Sortu ser¨ªa ilegalizada. Nos enga?¨®. Hay una deuda moral con las v¨ªctimas¡±, afirma.
Azkarraga subraya que la vida social y pol¨ªtica se ha relajado en Euskadi y ha empeorado en Madrid. ¡°Los partidos y medios conservadores act¨²an como si ETA existiera, mientras que la izquierda abertzale contribuy¨® al fin de ETA y su disoluci¨®n. Ellos no lo reconocen, pero s¨ª Euskadi¡±, sostiene, en alusi¨®n a los resultados electorales de Bildu, el representante de la red de apoyo a los presos etarras.
Florencio Dom¨ªnguez incide en que el principal problema es la ausencia de reconocimiento por la izquierda abertzale de su pasada complicidad con ETA: ¡°Afecta a la convivencia, a su papel como interlocutor pol¨ªtico y a la memoria. Los j¨®venes deben conocer la injustificable historia de ETA para que no se repita¡±. Tom¨¢s y Valiente abunda: ¡°Es imprescindible esa autocr¨ªtica para que no se legitime la historia de ETA¡±.
Aguirrezabal responsabiliza a la derecha del desacuerdo. ¡°Sigue utilizando a ETA, tras haberse disuelto. Es preocupante¡±, dice, al tiempo que ve imprescindible la autocr¨ªtica de Sortu. Pero Azkarraga precisa que no solo la izquierda abertzale tiene que avanzar. Tras admitir que ¡°el Gobierno ha mejorado la situaci¨®n de los presos¡±, dice: ¡°Quedan pendientes reconocimientos de abusos por el Estado¡±.
¡°Hay muchas heridas por cicatrizar. A Sortu, que ya ha reconocido el dolor causado a las v¨ªctimas, le falta decir que el terrorismo fue injusto e in¨²til¡±, se?ala Landaburu, que lamenta tambi¨¦n la actitud del PP. ¡°Si hubiera reconocimiento pol¨ªtico del final del terrorismo, mejor, pero la sociedad ya lo tiene asumido¡±, concluye S¨¢nchez-Cuenca.
Castells lamenta el desacuerdo de los partidos en el Congreso y en el Pa¨ªs Vasco sobre el terrorismo e incluso el franquismo, cuando en Italia y Francia hay un consenso sobre lo que represent¨® el fascismo. Lo atribuye a ¡°usos partidistas del pasado¡±. ¡°Hay que dejar que la historia cumpla su papel moral y pedag¨®gico, como dec¨ªa Santos Juli¨¢, y construir la convivencia sobre la verdad. No podemos ser as¨¦pticos ni con el terrorismo ni con el franquismo, cuyos restos alimentaron a ETA en la Transici¨®n. Ni uno ni otro tuvieron justificaci¨®n¡±, finaliza Castells.
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