El peligro de creer en la superioridad moral de la izquierda
Si uno se considera fundamentalmente mejor que el otro, debe observar una autoexigencia estricta o corre el riesgo de perder la confianza de los votantes que valoran la coherencia
Cada vez que estamos a las puertas de unas elecciones y las encuestas pronostican que, en m¨¢s circunscripciones de las esperables, pintan bastos para los partidos de izquierda, surge un sinf¨ªn de opin¨®logos cercanos a esos partidos que no tardan en recordarles a los votantes que no deben cometer...
Cada vez que estamos a las puertas de unas elecciones y las encuestas pronostican que, en m¨¢s circunscripciones de las esperables, pintan bastos para los partidos de izquierda, surge un sinf¨ªn de opin¨®logos cercanos a esos partidos que no tardan en recordarles a los votantes que no deben cometer el error de votar mal, o sea, a un partido de la derecha.
?C¨®mo es posible, se preguntan airados, que los privilegiados, que son una minor¨ªa en nuestro pa¨ªs, acaben ganando en las urnas gracias a los votos de aquellos que menos tienen? ?C¨®mo recibir¨¢n m¨¢s votos frente a nosotros, que tenemos un discurso que es moralmente superior y que solo pensamos en ayudarles? ?C¨®mo puede ser que este o aquel candidato que a todas luces es un inepto, forma parte de un partido corrupto y suele gobernar para los suyos, vaya a recibir mayor soporte de la ciudadan¨ªa? En definitiva, ?c¨®mo est¨¢n tan ciegos los ciudadanos como para no votarnos a nosotros?
Mientras escribo esto, recuerdo unas declaraciones que hizo un relevante l¨ªder de la izquierda poco antes de las anteriores elecciones a la Comunidad de Madrid, en las que se?alaba a aquellas personas que, ganando el salario m¨ªnimo interprofesional (SMI), iban a acabar votando por Isabel D¨ªaz Ayuso. ¡°Alienados¡±, lleg¨® a llamarlos. Y aclar¨®, si se os da el SMI lo m¨ªnimo que pod¨¦is hacer es votar a los que os lo han dado, o sea a la izquierda, y a?adi¨® que, a la larga, se dar¨ªan cuenta de ¡°que han hecho el imb¨¦cil¡±. Lo que, dicho de otro modo, ser¨ªa: les damos el SMI para que nos voten, no para igualar las diferencias sociales. Vaya¡
No negar¨¦, yo soy la primera que lo creo, que hay una serie de ideas que son moralmente superiores a otras, m¨¢s justas, m¨¢s ¨¦ticas. Defender la igualdad laboral, el antirracismo, el feminismo, la sanidad p¨²blica, el antibelicismo¡ Es cierto, tambi¨¦n, que esas ideas, por lo general, se incluyen y defienden desde partidos de izquierda, sin embargo, como bien sabemos todos, eso no garantiza que el partido en cuesti¨®n vaya a acabar aplicando lo prometido en su programa. Todav¨ªa hay algo peor, la historia pol¨ªtica de nuestro pa¨ªs est¨¢ llena de ejemplos de personajes que militando en partidos de izquierda, con ideas extraordinarias en su haber y que aplaudir¨ªamos sin dudarlo, acabaron comport¨¢ndose de forma miserable. No basta, por tanto, con reclamar para s¨ª la superioridad moral. Son los hechos, no las palabras, en lo personal y en lo pol¨ªtico, los que har¨¢n de nosotros alguien que puede o no presumir de ¡°superioridad moral¡±. Por eso, desde la izquierda, tanto sus representantes como los opin¨®logos de su ¨®rbita deben tener cuidado. Porque, en la medida en que la izquierda reclama superioridad moral, la derecha le recuerda que tiene que ser coherente. No olvidemos que si uno es o se considera moralmente superior al otro, ha de afrontar una autoexigencia estricta. Y eso, amigos, no dar de alta en la seguridad social a tu asistente, no renunciar al bono social t¨¦rmico, negociar con tu escolta un dinero a cambio de retirar la denuncia¡, tambi¨¦n penaliza en las urnas.
No solo pasa aqu¨ª, ejemplos los hay en muchos otros pa¨ªses. Sumidos en la borrachera de la superioridad moral, algunos pol¨ªticos descuidan los detalles pr¨¢cticos que ponen en funcionamiento y se les escapan comentarios que los delatan y los invalidan. Como este que hizo Alexandria Ocasio-Cortez en una entrevista: ¡°Creo que a mucha gente le preocupa ser preciso, f¨¢ctico y sem¨¢nticamente correcto, mientras que para m¨ª es mejor ser moralmente correcto¡±. ¡°Y de todos modos¡±, continu¨®, ¡°si me equivoco yo no es lo mismo que cuando el presidente (Trump) miente sobre los migrantes¡±. Frase que deja claro que una cosa es la superioridad moral de las ideas y otra, muy distinta, las personas que las aplican.
No sirve de nada enfadarse, quejarse desde la izquierda cuando no se gana y acusar a la sociedad de que tiene un problema. Igual ser¨ªa m¨¢s pr¨¢ctico plantearse qu¨¦ nos puede ayudar a conseguir la confianza de esos votantes que, quiz¨¢s, en lugar de pensar en superioridades morales, se fijan en coherencias.
La realidad es que hay muchas razones desde la izquierda para no votar bien: la falta de buenas alternativas, la falta de motivaci¨®n por el descr¨¦dito que vive la pol¨ªtica, el desencanto por promesas incumplidas... Ah¨ª es donde se deber¨ªa hacer hincapi¨¦, porque si no, tal vez llegue un d¨ªa en el que se acabe consiguiendo que los ciudadanos crean que, como dec¨ªa Ishiguro en Los restos del d¨ªa: ¡°La democracia es algo de otras ¨¦pocas. El mundo actual es demasiado complicado para depender de antiguallas como el sufragio universal o esos parlamentos donde los diputados discuten eternamente sin decidir nunca nada. Son cosas que pod¨ªan estar muy bien hace unos a?os, pero no ahora¡±. Y decidan no acercarse siquiera a las urnas.