Respetar a los electores
El trumpismo electoralista embrutece la campa?a y pervierte su funci¨®n de debatir programas y medidas
La ya consistente historia de la democracia espa?ola ha vivido m¨²ltiples campa?as electorales agrias y ¨¢speras, pero los ejemplos nefastos del pasado parecen alimentar la repetici¨®n del modelo en lugar de enmendarlo. La tergiversaci¨®n intencionada y la falsificaci¨®n abierta de informaciones que hemos vivido esta semana a cuenta de las listas electorales de Bildu y la inclusi¨®n en ella de candidatos condenados por delitos de sangre (rectificada despu¨¦s por la formaci¨®n abertzale) ha sobrepasado los peores precedentes. Resucitar el macabro fantasma de ETA 12 a?os despu¨¦s de su abandono de las armas (y cinco despu¨¦s de su extinci¨®n) y convertir el grave error de Bildu en el centro de la campa?a insulta a la inteligencia de los espa?oles y corroe el decoro democr¨¢tico de unas elecciones municipales y auton¨®micas donde ni ETA ni las v¨ªctimas ni su dolor debieron ser mercanc¨ªa electoralista.
La primera semana de campa?a deber¨ªa haber servido para que los 35 millones de electores llamados a elegir el pr¨®ximo 28 de mayo el futuro de m¨¢s de 8.000 ayuntamientos y de 12 comunidades aut¨®nomas conozcan las pol¨ªticas p¨²blicas que proponen los candidatos. Si los ciudadanos esperaban leg¨ªtimamente escuchar estos d¨ªas su bater¨ªa de propuestas han tenido que buscarlas denodadamente en medio del estruendo que ha pretendido evitar confrontar sobre los problemas concretos. Algunos partidos han utilizado la mentira para sembrar el miedo (¡°si te vas a comprar el pan, cuando vuelves te han okupado la casa¡±) o han atacado con sa?a al adversario pol¨ªtico a cuenta de una banda terrorista que ya no existe. ¡°Los cimientos de esta ley de vivienda [pactada por el Gobierno con ERC y Bildu] se levantan sobre las cenizas del centro comercial Hipercor, con 21 muertos, cuatro de ellos ni?os¡±, lleg¨® a decir el pasado mi¨¦rcoles en el Senado un miembro de la ejecutiva nacional del PP, sin que Alberto N¨²?ez Feij¨®o detectase la menor desmesura en la frase, entre otras cosas porque un d¨ªa antes hab¨ªa avalado esa estrategia contra Pedro S¨¢nchez al acusarle de ¡°favorecer m¨¢s a los verdugos que a las v¨ªctimas¡±. Solo faltaba Isabel D¨ªaz Ayuso, que lleg¨® para atizar de forma obscena la mentira de que ¡°ETA est¨¢ viva y con poder¡±, sin miedo tampoco ella a herir a las v¨ªctimas que padecieron el terror de ETA cuando ETA mataba y extorsionaba, y sin que Feij¨®o sintiese la obligaci¨®n de que la presidenta moderase su discurso y rectificase la evidente falsedad de sus palabras.
El debate p¨²blico ha sido arrastrado por pol¨¦micas innobles y oportunismos coyunturalistas destinados a llenar las pantallas, las emisoras y los medios de exageraciones y deformaciones que parecen tener el objetivo exclusivo de evitar la discusi¨®n y explicaci¨®n de propuestas ante la ciudadan¨ªa. Las declaraciones y pronunciamientos de trazo grueso invisibilizan los debates reales que ata?en a los aut¨¦nticos problemas: desde la necesidad de mitigar los peores efectos de la emergencia clim¨¢tica en ciudades recalentadas hasta la urgencia de dotar de viviendas asequibles a quienes carecen de dinero, recursos o colch¨®n familiar; desde la garant¨ªa de una sanidad p¨²blica todav¨ªa traumatizada por el estr¨¦s de la pandemia ¡ªposiblemente afectada ella misma de estr¨¦s postraum¨¢tico¡ª hasta las plazas necesarias en guarder¨ªas p¨²blicas o los servicios sociales para quienes pueden verse expulsados a la marginalidad irreversible. Respetar al electorado significa tratarlo como un adulto que espera saber qu¨¦ soluci¨®n proponen los centenares de candidatos para sus problemas concretos.
Electoralismo es la acumulaci¨®n de medidas del Gobierno de Espa?a anunciadas por Pedro S¨¢nchez en la precampa?a y la campa?a de unas elecciones locales y auton¨®micas. Nada nuevo bajo el sol, todos los Gobiernos lo han hecho y har¨¢n aunque la ejecutoria que puede exhibir el Ejecutivo de coalici¨®n, su producci¨®n legislativa y de ampliaci¨®n de derechos se deval¨²a al convertirla en un mercado de ofertas anunciadas en m¨ªtines antes de ir al Consejo de Ministros, sin tiempo para analizar y debatir la importancia y el impacto de medidas con cargo a los Presupuestos Generales del Estado.
Pero una cosa es el electoralismo, criticable, y otra instalar la campa?a espa?ola en el trumpismo m¨¢s rampante que da por bueno que ETA est¨¢ viva hoy e iniciar la inquietante senda de plantear la ilegalizaci¨®n de partidos pol¨ªticos. Nada invita a pensar que la semana que queda hasta el 28 de mayo vaya a cambiar el rumbo, pero el sentido de la responsabilidad institucional de quienes nos van a gobernar y el mero decoro democr¨¢tico obligan a las fuerzas pol¨ªticas a defender sus programas de gobierno a escala municipal y auton¨®mica. La corrosi¨®n democr¨¢tica que ha vivido el pa¨ªs tiene consecuencias reales: expulsa a los sectores sociales m¨¢s necesitados del juego democr¨¢tico porque el debate p¨²blico no va con ellos, no los interpela ni promueve su participaci¨®n electoral. Son los barrios y ciudades m¨¢s pobres de Espa?a quienes m¨¢s se abstienen en las elecciones, y esa es una carencia democr¨¢tica grave. No es casualidad: el ruido no consigue resolver los agujeros negros que el pa¨ªs padece en sanidad, en vivienda, en educaci¨®n o en los efectos del cambio clim¨¢tico, sino que solo busca desprestigiar y da?ar al adversario con propaganda negativa. Desde el infame ¡°que te vote Txapote¡± hasta la peligrosa personalizaci¨®n de la campa?a en familiares de pol¨ªticos como el hermano de Ayuso ¡ªinvestigada y archivada en los tribunales la suculenta comisi¨®n que cobr¨® por la venta de mascarillas al Gobierno de su hermana en lo peor de la pandemia¡ª, por m¨¢s que el PP permaneciera indiferente ante el acoso sostenido a la familia Iglesias-Montero en la puerta de su casa. De Vox no se pueden se?alar excesos concretos porque todo su discurso lo es y su mayor ¨¦xito, al margen de lo que digan las urnas, es haber conseguido contagiar al Partido Popular. Monopolizar la esfera p¨²blica con puro ruido medi¨¢tico sepulta el debate sobre las reformas que importan a los ciudadanos y en el fondo contribuye a que nada cambie: es una estrategia conservadora. Queda a¨²n una semana para recuperar el respeto de los electores.
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