Paisaje despu¨¦s de la polarizaci¨®n
En Catalu?a llevamos tanto tiempo votando en clave nacional que ya no sabemos c¨®mo hacerlo fuera del marco impuesto durante una d¨¦cada larga por el independentismo
Me doy cuenta de que en Catalu?a llevamos tanto tiempo votando en clave nacional que ya no sabemos c¨®mo hacerlo fuera del marco impuesto durante una d¨¦cada larga por el independentismo. ?De qu¨¦ habl¨¢bamos antes? ?Sobre qu¨¦ discut¨ªamos? Durante todos estos a?os era casi imposible introducir otros temas en los medios: ni vivienda, ni pobreza, ni paro, ni ecologismo, ni feminismo. Ahora que hasta los ...
Me doy cuenta de que en Catalu?a llevamos tanto tiempo votando en clave nacional que ya no sabemos c¨®mo hacerlo fuera del marco impuesto durante una d¨¦cada larga por el independentismo. ?De qu¨¦ habl¨¢bamos antes? ?Sobre qu¨¦ discut¨ªamos? Durante todos estos a?os era casi imposible introducir otros temas en los medios: ni vivienda, ni pobreza, ni paro, ni ecologismo, ni feminismo. Ahora que hasta los l¨ªderes que pasaron por prisi¨®n son llamados botiflers y ha estallado la burbuja que nos ha mantenido ocupados, preocupados y extremadamente polarizados, se nos ha hecho raro ver debates sobre lo real. Por eso, en estas primeras elecciones posproc¨¦s nos hemos sentido raros, a contrapi¨¦. A estas alturas, incluso a los m¨¢s adeptos a la causa, se les ha ca¨ªdo la venda de los ojos y ha aparecido ante ellos el triste paisaje de una sociedad que ha desatendido sistem¨¢ticamente esos asuntos que fiaban a la llegada a ?taca: educaci¨®n, vivienda, tensiones sociales de las que nunca se habla en los medios p¨²blicos. Incluso los atentados de agosto de 2017 fueron r¨¢pidamente sepultados de la faz medi¨¢tica y se utilizaron en clave ¡°nacional¡± mientras en la opini¨®n sofocada crec¨ªa un malestar que ahora se ha traducido en la victoria de un partido de ultraderecha independentista en la ciudad de Ripoll. Que no se hable de algo no significa que no exista y ahora que ha reculado la marea del independentismo, no por las cr¨ªticas que le llov¨ªan en contra desde los frentes que ellos tildaban de ¡°unionistas¡±, sino por la descarnada pugna entre las propias formaciones soberanistas, vamos a ir viendo un paisaje mucho m¨¢s crudo, a vernos tal como somos en el espejo.
Pero no toda la pol¨ªtica que se ha venido haciendo durante este tiempo se ha dejado arrastrar por el hurac¨¢n del proc¨¦s. Puede que el ¨¢mbito municipal sea uno de los que ha resistido mejor el paranoico chantaje del ¡°o conmigo o contra m¨ª¡±. Pienso en las alcaldesas (muchas de ellas mujeres) que han seguido trabajando a pie de calle, tremendamente apegadas a la realidad. Por los resultados que arroja el escrutinio de las ciudades m¨¢s pobladas del ¨¢rea metropolitana, dir¨ªa que esa constancia, esa tenacidad y ese aguante ante los envites nacionalistas ha dado merecidos frutos. Pienso en N¨²ria Parl¨®n, por ejemplo, que ha convertido Santa Coloma de Gramenet en un aut¨¦ntico enclave feminista muy alejado de las corrientes relativistas que tanta decepci¨®n han tra¨ªdo al movimiento. El paracaidista Gabriel Rufi¨¢n est¨¢ lejos de comprender que en sitios como Santako lo que cala no es la mordacidad tuitera ni el identitarismo comunitarista supuestamente integrador (que pretende ¡°incluir¡± a unos catalanes que lo son desde hace generaciones) sino el patearse de verdad las calles.
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