Garantes del orden frente al caos
Los p¨¦simos resultados para la izquierda no han reflejado la gesti¨®n de ayuntamientos y comunidades, ni siquiera la trayectoria del Gobierno de coalici¨®n, sino la imposici¨®n de una narrativa del apocalipsis nacional
S¨²bito adelanto electoral que arruina el paseo militar de la derecha, la noche de los cuchillos largos en Ferraz y seis meses ag¨®nicos tras la derrota sin paliativos del 28-M. Hay algo de la ¨¦pica del antiguo ciclismo alpino en la decisi¨®n, un cambio de ritmo en la pedalada que desconcierta a los rivales y recupera todas las miradas que segu¨ªan la carrera. Tambi¨¦n un indudable principio democr¨¢tico: las grandes encrucijadas de un pa¨ªs se deciden votando. Pedro S¨¢nchez, a pesar de todo, sigue siendo Cary Grant, no ya el del encanto ir¨®nico de las primeras escenas, sino el que resiste encaramado en el Monte Rushmore.
Para Yolanda D¨ªaz, como para todos, los mapas de la batalla van a tener que trazarse mientras esta se libra. Diez d¨ªas, desde este lunes, para inscribir cualquier candidatura en coalici¨®n, que no ser¨¢ solamente una marca y una candidata, sino el reparto de los recursos. La premura con que tendr¨¢n que colocarse las sillas no es mala noticia para Sumar, que se ver¨¢ exento de un largu¨ªsimo proceso de negociaci¨®n con un Podemos que, aunque exiguo, iba a contar con la astucia comunicativa de Pablo Iglesias. No habr¨¢ tiempo para instalar m¨¢s narrativa que la del todo o nada. Se acab¨® el delirio de mantener que una hoguera digital para unos pocos convencidos calienta a millones de votantes.
Diaz ha quedado apenas tiznada, a pesar de sus pactos, por la debacle auton¨®mica y su imagen est¨¢ m¨¢s que asentada entre el p¨²blico como una de las m¨¢s valoradas. Lo que empez¨® con un esperanzado municipalismo en 2015 ha terminado en 2023 con un laberinto de siglas, tan fragmentado que apenas era posible saber qu¨¦ o qui¨¦n aparec¨ªa en la papeleta. Un nombre, una cara, pero sobre todo una idea: dirigirse de frente a esos m¨¢s de 11 millones de personas que, en Espa?a, se han movilizado desde el progresismo alguna vez en la ¨²ltima d¨¦cada. Esos ciudadanos que, si algo penalizan, es que se sit¨²e por delante el c¨¢lculo interno de mesa camilla a sus problemas.
Hay un detalle que puede indicar algo importante: Izquierda Unida, all¨¢ donde se ha presentado en solitario, ha aguantado con solvencia la ola derechista. Donde existe organizaci¨®n y arraigo, donde militantes y trabajo cotidiano se han puesto por delante del efectismo, la muralla ha permanecido firme. La toxicidad en pol¨ªtica, sobre todo en la izquierda, se manifiesta cuando el voto pierde su utilidad y se asocia con lo estrafalario: reclamarse como centralidad de una sociedad no se puede declamar desde los m¨¢rgenes. Y ah¨ª, todos los avances sociales que han tenido despegue en esta legislatura no pueden darse simplemente por amortizados.
Seamos claros: los p¨¦simos resultados para la izquierda del pasado domingo no han reflejado la gesti¨®n de ayuntamientos y comunidades, ni siquiera la trayectoria del Gobierno de coalici¨®n, sino la imposici¨®n de una narrativa del apocalipsis nacional. Si las derechas han llegado a poner en tela de juicio la limpieza de nuestro proceso electoral, no podemos simplemente analizarlo como una mera cuesti¨®n de t¨¢ctica pol¨ªtica, sino dejar constancia, firme, de que no ha habido reparos en vestir el traje del trumpismo. No solo por decencia democr¨¢tica, sino por la tentaci¨®n de asumir que esas medidas sociales, ese impulso laborista, han sido bald¨ªos.
Lo que tampoco valdr¨ªa de nada es que la izquierda se quedara en la denuncia airada, en ese indeseable papel de v¨ªctima que podr¨ªa entenderse como una coartada para no reconocer sus errores. Se debe reclamar a la derecha civilidad, es pueril esperar que llegue. Si desde el 2020 se ha intentado ilegitimar al Ejecutivo, con La Moncloa a tiro de piedra, nos esperan semanas de un ruido atroz. La ¨²nica reflexi¨®n que cabe es que pese a que muchas medidas sociales han funcionado, su ejecuci¨®n no ha sido suficiente frente al estr¨¦pito. No es tan solo lo que ha faltado por hacer, no es que lo hecho haya sido in¨²til, sino la falta de coherencia, de unidad, en aquello que ha sido exitoso. Que algo funcione no significa que se entienda por qu¨¦ y por qui¨¦n funciona.
Si la izquierda agrupada en torno a D¨ªaz debe tener un cometido antes de las pr¨®ximas generales del 23 de julio es encontrar un solo concepto, una personalidad propia, que reclame su capacidad de enfrentarse a las m¨²ltiples emergencias acaecidas: garantes del orden frente al caos. Pero, adem¨¢s, marcar un horizonte apetecible al que llegar, una esperanza que suene para la mayor¨ªa como algo m¨¢s que un concepto vac¨ªo. Y aqu¨ª no caben los experimentos, tampoco apelar al miedo, sino explotar el papel de mujer de Estado, de vicepresidenta encargada de lo ¨²til, que D¨ªaz ha desplegado tantas veces sobre la tribuna del Congreso. El objetivo, casi ¨²nico, deber¨ªa ser transformar sus hechos en un relato comprensible para los cercanos, pero sobre todo para aquellos que observan distantes desde la abstenci¨®n.
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