Lula y Maduro en la Cumbre
La vuelta de Caracas a los foros internacionales no puede suponer el olvido de la reiterada violaci¨®n de los derechos humanos en Venezuela
La cumbre de presidentes sudamericanos convocada por Luiz In¨¢cio Lula da Silva y celebrada la semana pasada en Brasilia ten¨ªa como prop¨®sito inicial impulsar un debate sobre los mecanismos de integraci¨®n regional, pero acab¨® marcada por la situaci¨®n de Venezuela. Para empezar, la primera cita de estas caracter¨ªsticas celebrada en nueve a?os supuso ...
La cumbre de presidentes sudamericanos convocada por Luiz In¨¢cio Lula da Silva y celebrada la semana pasada en Brasilia ten¨ªa como prop¨®sito inicial impulsar un debate sobre los mecanismos de integraci¨®n regional, pero acab¨® marcada por la situaci¨®n de Venezuela. Para empezar, la primera cita de estas caracter¨ªsticas celebrada en nueve a?os supuso una rehabilitaci¨®n de Nicol¨¢s Maduro en los foros internacionales, al menos en Am¨¦rica Latina. Tambi¨¦n sirvi¨® para exhibir las discrepancias de los mandatarios ante la crisis pol¨ªtica y social del pa¨ªs caribe?o. El propio Lula atribuy¨® el aislamiento internacional del Gobierno y su inestabilidad a una ¡°narrativa¡± que intenta proyectar una imagen negativa y autoritaria. El chileno Gabriel Boric discrep¨® de esa visi¨®n y defendi¨® con claridad que las violaciones de los derechos humanos no son ninguna construcci¨®n narrativa, sino ¡°una realidad seria¡± que en ning¨²n caso cabe menospreciar.
Estas dos posiciones, defendidas por dos gobernantes progresistas, no solo encierran diferencias de fondo sobre lo sucedido en Venezuela en los ¨²ltimos a?os, sino que exponen con claridad una disputa que se da en la izquierda latinoamericana y tambi¨¦n en Espa?a. La historia del conflicto entre Maduro y la oposici¨®n es la historia del deterioro de las instituciones, de la persecuci¨®n de voces cr¨ªticas, del pulso entre Caracas y Estados Unidos y la Uni¨®n Europea, de las sanciones econ¨®micas y de un ¨¦xodo sin precedentes en la regi¨®n, con millones de migrantes que se fueron del pa¨ªs en busca de oportunidades. La derecha ha instrumentalizado por doquier esta crisis como espantajo y arma arrojadiza contra cualquier adversario pol¨ªtico en cualquier lugar del mundo. Pero la situaci¨®n de los derechos humanos en Venezuela es una realidad inequ¨ªvoca, denunciada en m¨²ltiples ocasiones por Naciones Unidas y que est¨¢ muy por encima de las estrategias pol¨ªticas y los marcos discursivos.
Lula, que se reuni¨® con Maduro y compareci¨® a su lado ante los medios de comunicaci¨®n, anim¨® a su hom¨®logo a construir su propia narrativa y aplaudi¨® que Venezuela ¡°vuelva a ser un pa¨ªs soberano¡±. El sucesor de Hugo Ch¨¢vez vio en la cumbre ¡°un punto de partida para una nueva etapa¡±. Y es cierto que en la cumbre, en la que solo falt¨® la presidenta de Per¨², Dina Boluarte, que no puede salir de su pa¨ªs porque no tiene vicepresidente que la sustituya, hubo consenso sobre la oportunidad del regreso de Venezuela a los foros internacionales. Pero eso no puede suponer el olvido forzoso de los desmanes de Maduro ni avalar sin objeciones las complejas aristas de la diplomacia del presidente brasile?o. Tanto antes como despu¨¦s de acceder a la presidencia de Chile, Gabriel Boric ha sido siempre muy claro ante la deriva del chavismo encarnado por Maduro, como lo ha sido ante el abismo del r¨¦gimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua: su muestra de coherencia y madurez ratifican la convicci¨®n irrenunciable de que los derechos humanos no se negocian a cambio de alianzas pol¨ªticas ni tienen coartadas ideol¨®gicas.