Contra el miedo
Las amenazas que alienta la extrema derecha son el gran enemigo al que se enfrenta la democracia en las pr¨®ximas elecciones generales tanto en Espa?a como a nivel internacional
La reciente convocatoria de las elecciones generales para final del mes que viene se ha colocado como una disyuntiva casi de ¨¦poca, tanto a nivel espa?ol como internacional. Son de estos d¨ªas los editoriales de peri¨®dicos internacionales importantes que subrayan c¨®mo lo que se juega en Espa?a este verano en definitiva es la configuraci¨®n del futuro pol¨ªtico continental, de cara tambi¨¦n a las elecciones europeas de la primavera que viene. ?Es p...
La reciente convocatoria de las elecciones generales para final del mes que viene se ha colocado como una disyuntiva casi de ¨¦poca, tanto a nivel espa?ol como internacional. Son de estos d¨ªas los editoriales de peri¨®dicos internacionales importantes que subrayan c¨®mo lo que se juega en Espa?a este verano en definitiva es la configuraci¨®n del futuro pol¨ªtico continental, de cara tambi¨¦n a las elecciones europeas de la primavera que viene. ?Es pensable que siga e incluso se consolide la experiencia de los gobiernos de coalici¨®n progresistas y europe¨ªstas, abiertos, redistributivos y atentos al fortalecimiento de los derechos del conjunto de la ciudadan¨ªa? ?O bien se asistir¨¢ a la llegada ¡ªen Espa?a tambi¨¦n, despu¨¦s de Italia¡ª, de la extrema derecha al Gobierno, de la mano de una supuesta derecha democr¨¢tica que parece haber asumido el grueso de su agenda pol¨ªtica? De las respuestas a estas preguntas depender¨¢, por ejemplo, una cosa tan importante como es la pol¨ªtica de alianzas en el pr¨®ximo Parlamento Europeo, con todo lo que ello implica en un contexto sumamente dif¨ªcil, marcado por la guerra en Ucrania y por la crisis energ¨¦tica.
Y, evidentemente, son elecciones decisivas para Espa?a. Hay que decirlo claramente: lo que se dirime aqu¨ª es si del evidente cambio de ciclo pol¨ªtico que tenemos delante se sale con m¨¢s o menos democracia, con m¨¢s o menos derechos.
La fase que empez¨® con la impugnaci¨®n de 2011 y se plasm¨® despu¨¦s a partir de 2014 con un cambio radical en la agenda y en el mismo sistema pol¨ªtico, se ha cerrado. Dio frutos valiosos: mientras en otras latitudes las r¨¦plicas del terremoto de la crisis de 2008 y de la aplicaci¨®n de las pol¨ªticas de austeridad generaba cada vez m¨¢s Salvini y Orb¨¢n, en Espa?a se han planteado avances decisivos en derechos de las mujeres, de la gente trabajadora, en la definici¨®n de pol¨ªticas contra la emergencia clim¨¢tica. Se construy¨® una experiencia de gobierno que ¡ªpese a todas las dificultades¡ª supo entender y encauzar razonablemente una crisis territorial que, mientras estuvo activa, solo benefici¨® a los nacionalismos, tanto al espa?ol como al catal¨¢n. Que supo acercar, al menos un poco, la realidad a aquella previsi¨®n constitucional que dice que, efectivamente, la vivienda es, por encima de todo, un derecho. Un Gobierno que ha sabido jugar un papel destacado en la pol¨ªtica internacional, y, especialmente, en la europea.
Sin embargo, y reconociendo que el balance es a todas luces positivo, no es ni de lejos suficiente para enfrentarse a la encrucijada que ahora tenemos delante. Seguramente por muchas razones. Una de ellas ¡ªque ha sido muy comentada¡ª es que en la pol¨ªtica de hoy el dato, por s¨ª solo, no consigue matar el relato. Menos un relato tremendista e involutivo que, negando legitimidad a esa experiencia de gobierno, autom¨¢ticamente erosiona los fundamentos de la democracia. Quiz¨¢s se trate, m¨¢s bien, de saber construir el relato a partir del dato, que s¨ª existe. Se dir¨ªa m¨¢s: una cantidad apabullante de datos, en diferentes ¨¢mbitos.
Otra raz¨®n, quiz¨¢s de m¨¢s peso, es que el contexto interno y externo ya no tiene nada que ver con el que alumbr¨® esa primera experiencia de Gobierno de coalici¨®n. Ni estamos en ¨¦poca de pol¨ªtica de austeridad, ni hay impugnaci¨®n en la calle. Hay una guerra, una inflaci¨®n galopante y una extrema derecha que ha colonizado el debate p¨²blico. Lo que hay es, en definitiva, miedo. Al futuro, a no llegar a final de mes, al otro, a la idea de que si repartimos m¨¢s y para todas las personas (imag¨ªnese para aquellas que son percibidas como diferentes de nosotras) habr¨¢ menos para m¨ª. Son los signos del tiempo y con ellos las derechas y las extremas derechas juegan a movilizar a la opini¨®n p¨²blica. Con estrategias sutiles o con estrategias m¨¢s burdas. Si no, que le pregunten a la ciudadan¨ªa de Barcelona, donde una manifestaci¨®n ¡ª?pagada con el dinero de qui¨¦n?¡ª de una empresa opaca y violenta amenaz¨® con alterar el orden p¨²blico generando miedo en torno a la ocupaci¨®n de pisos, y se dedic¨® a insultar a la alcaldesa, sin que ning¨²n otro candidato saliera a defenderla. Es dif¨ªcil medir las consecuencias exactas de esa manifestaci¨®n, pero es significativa la movilizaci¨®n electoral espectacular de los sectores conservadores de la ciudad.
En definitiva, no es una extrema derecha abstracta sino el miedo que la alimenta el gran enemigo de la democracia en estos momentos en Espa?a. Porque el miedo es la materia prima a partir de la cual se construye el odio. Puede sonar un tanto na¨ªf, pero quiz¨¢s la estrategia m¨¢s efectiva ¡ªla m¨¢s directa, sobre todo, la m¨¢s s¨®lida¡ª es enfrentarse al miedo y proyectar un escenario de m¨¢s derechos y m¨¢s democracia.
A poder ser, sin perderse en conflictos incomprensibles para la mayor¨ªa, y con una sonrisa en el rostro. Porque es la esperanza lo ¨²nico que puede ganar al odio.