Mientras vivas, escribe
Manuel Vicent tiene un hueco en la casa de muchos lectores porque antes se lo han hecho en el coraz¨®n
¡°Leer la columna de Manuel Vicent cada domingo es uno de esos placeres que me concedo y me obligo a gozar. Compro el peri¨®dico solo por ¨¦l, para qu¨¦ enga?arnos. (¡) La despedida de Vicent ya forma parte de uno de mis textos favoritos escrito por un autor que para m¨ª es inmortal. Como lo es su hijo para ¨¦l¡±, escrib¨ªa la escritora y librera Laura Ri?¨®n Sierra en su cuenta de Instagram. Y el escritor Jacobo Bergareche respond¨ªa, entre muchos comentarios: ¡°Yo empec¨¦ a escribir leyendo esa columna¡±.
Algunos periodistas y comunicadores se convierten en una presencia sistem¨¢tica (diaria o sema...
¡°Leer la columna de Manuel Vicent cada domingo es uno de esos placeres que me concedo y me obligo a gozar. Compro el peri¨®dico solo por ¨¦l, para qu¨¦ enga?arnos. (¡) La despedida de Vicent ya forma parte de uno de mis textos favoritos escrito por un autor que para m¨ª es inmortal. Como lo es su hijo para ¨¦l¡±, escrib¨ªa la escritora y librera Laura Ri?¨®n Sierra en su cuenta de Instagram. Y el escritor Jacobo Bergareche respond¨ªa, entre muchos comentarios: ¡°Yo empec¨¦ a escribir leyendo esa columna¡±.
Algunos periodistas y comunicadores se convierten en una presencia sistem¨¢tica (diaria o semanal) en nuestras vidas y con ellos hacemos crecer nuestro hogar. Forman parte de nuestra familia elegida y no solo de nuestras filias o fobias period¨ªsticas o ideol¨®gicas, porque con ellos intercambiamos sentimientos. El periodismo debe informar con veracidad e inteligencia (a ser posible humana) pero encuentra su sentido m¨¢s profundo cuando es capaz de construir eso que llamamos comunidad, sociedad o, sencillamente, casa. La mera acumulaci¨®n de hechos objetivos no es capaz de construir un espacio de convivencia y de sentido. En cambio, Manuel Vicent tiene un hueco en la casa de muchos lectores porque antes se lo han hecho en el coraz¨®n. Y el coraz¨®n es, despu¨¦s de todo, la casa que habitamos, hipoteca incluida.
Esa clase de creadores, adem¨¢s de hacerse un sitio en nuestras vidas, ampl¨ªan nuestra mirada, nos acompa?an y por supuesto nos consuelan. Y a la vez, llegado el momento, nosotros (compa?eros de viaje y de vida) les consolamos, porque tambi¨¦n a nosotros nos duele lo que a ellos y ellas les duele y nos alegra lo que les alegra. Necesitamos el consuelo, es decir, la proximidad de los otros porque a nuestro alrededor todo es demasiado grande y todo hace demasiado da?o. Como la muerte de Mauricio. Como todas las muertes que tenemos que soportar cada d¨ªa cuando nos asomamos a la vida. O al peri¨®dico. Ser¨ªa imposible leer la prensa si ¨¦sta no fuera capaz de sembrar un sentimiento de consuelo y cercan¨ªa.
La cercan¨ªa (esa ra¨ªz de amar, estar junto) nos resta?a del amor perdido y del amor que ya no podemos dar al recibir el de aquellos que nos rodean, a los que necesitamos, igual que ellos nos necesitar¨¢n en alg¨²n momento. Y esa cercan¨ªa, esa voluntad de estar junto a los otros y de entendernos con quienes nos rodean es una tela invisible que se ha ido tejiendo, domingo a domingo, entre Manuel Vicent y sus lectores. Por fortuna, hay muchos m¨¢s hilos tejiendo ese inmenso e invisible tapiz, pero el texto de Vicent me ha resultado especialmente conmovedor por la reacci¨®n generalizada en redes cargada, a su vez, de consuelo.
Twitter se inund¨® de fotograf¨ªas de su columna ¡ªfotos del viejo peri¨®dico de papel, que en este caso aportaba una calidez que la url no posee¡ª, pero tambi¨¦n de enlaces y entrecomillados. Y as¨ª su texto consigui¨® lo imposible: enmudecer a Twitter. Nadie quer¨ªa a?adir o quitar nada, pero cientos quisieron acompa?ar a Manuel (y acompa?arnos entre todos) en el sentimiento de p¨¦rdida. Y as¨ª es como la red se cubri¨® de un manto de mensajes que van m¨¢s all¨¢ de la reacci¨®n a un texto conmovedor, por cuanto forman parte de una comprensi¨®n profunda entre los lectores, el autor del texto y ese espacio invisible, cargado de intimidad, que se crea entre ambos y que llamamos peri¨®dico. Al final, en el r¨ªo de mensajes escritos desde el respetuoso silencio, pod¨ªa leerse este mensaje: ¡°Mientras vivas, escribe¡±.