Estado de ¨¢nimo
El Gobierno de coalici¨®n parece haber cosechado un notable rechazo m¨¢s que por su gesti¨®n, por una percepci¨®n donde influyen, entre otras cosas, la convivencia de identidades y las transformaciones sociales
El actual Gobierno de coalici¨®n parece haber cosechado un notable rechazo que ha pesado en el ¨¢nimo de muchos ciudadanos, quiz¨¢ m¨¢s que el balance de gesti¨®n (bueno o malo) de muchos gobiernos auton¨®micos y municipales en las recientes elecciones en estos ¨¢mbitos. Hay varios factores que, a mi juicio, han conformado este estado de ¨¢nimo y sobre los que es necesario reflexionar.
El primero, perenne, es la dificultad con que conviven identidades, llam¨¦moslas as¨ª, ¡°espa?olistas¡± y ¡°no espa?o...
El actual Gobierno de coalici¨®n parece haber cosechado un notable rechazo que ha pesado en el ¨¢nimo de muchos ciudadanos, quiz¨¢ m¨¢s que el balance de gesti¨®n (bueno o malo) de muchos gobiernos auton¨®micos y municipales en las recientes elecciones en estos ¨¢mbitos. Hay varios factores que, a mi juicio, han conformado este estado de ¨¢nimo y sobre los que es necesario reflexionar.
El primero, perenne, es la dificultad con que conviven identidades, llam¨¦moslas as¨ª, ¡°espa?olistas¡± y ¡°no espa?olistas¡± en el imaginario de muchos votantes. En alg¨²n momento habr¨¢ que aceptar la legitimidad de los diversos sentimientos nacionales. Creo, adem¨¢s, que este sobredimensionamiento de los sentimientos nacionales tiene que ver con la falta de un proyecto com¨²n como pa¨ªs. En el comienzo de nuestra democracia hubo un objetivo, una aspiraci¨®n, en el que todos los partidos pol¨ªticos estaban de acuerdo: formar parte de la Comunidad Econ¨®mica Europea. Esa aspiraci¨®n com¨²n era la argamasa de la lealtad institucional que, ahora, se echa en falta en varios partidos pol¨ªticos. Todas nuestras pol¨ªticas econ¨®micas y sociales estaban dirigidas a ese ¨²nico objetivo. En mi opini¨®n, ¨¦se es el n¨²cleo del llamado ¡°esp¨ªritu de la Transici¨®n¡±. Tras lograr la adhesi¨®n a la CEE y la entrada en el euro, Europa est¨¢ ausente de nuestro debate pol¨ªtico y ya no tenemos un objetivo compartido. Como consecuencia, nos enzarzamos en nuestras diferencias y carecemos de un plan pol¨ªtico de pa¨ªs para influir en las grandes decisiones de la Uni¨®n Europea.
El segundo tiene que ver con la dificultad con la que ciertas capas de la poblaci¨®n aceptan las transformaciones sociales y cambios legislativos que trae el feminismo. Habr¨¢ que explicar una y otra vez por qu¨¦ la violencia de g¨¦nero es diferente a la violencia dom¨¦stica. Habr¨¢ que explicar muchas veces por qu¨¦ la ley contra la violencia de g¨¦nero no discrimina a los hombres. Adem¨¢s, las reticencias de la generaci¨®n que domin¨® el pensamiento de izquierda y el feminismo durante la Transici¨®n para aceptar las nuevas sensibilidades progresistas vienen creando una gran controversia (?ser¨¢ que el envejecimiento de la sociedad espa?ola lo impregna todo?). Esto, junto a la falta de discreci¨®n de varios ministros, ha pasado factura al Gobierno. Creo que habr¨¢ que explicar, por ejemplo, por qu¨¦ la autodeterminaci¨®n de g¨¦nero no diluye los logros legislativos del feminismo. Tambi¨¦n cabr¨ªa preguntarse si la frase ¡°sabe m¨¢s el diablo por viejo que por diablo¡± es una verdad universal.
El tercero, a mi entender, tiene que ver con las consecuencias de las pol¨ªticas necesarias para abordar la transici¨®n energ¨¦tica. Toda pol¨ªtica de transformaci¨®n sectorial tiene ganadores y perdedores. Muchos son los sectores afectados pero, en nuestro caso, los que enriscan el ¨¢nimo son la agricultura intensiva y el turismo de masas. Muchos representantes de estos sectores minimizan las consecuencias del cambio clim¨¢tico y solo quieren ver los costes de la transici¨®n, de los que culpan al Gobierno. Habr¨¢ que explicar, una y otra vez, que el cambio clim¨¢tico da?a el tejido productivo. Que los desastres naturales y el calor infernal en que puede sumirse media Espa?a en poco tiempo son un riesgo grav¨ªsimo para todos. No solo eso, sino que la transici¨®n energ¨¦tica es una carrera de reorganizaci¨®n industrial en Europa en la que Espa?a no debe quedarse atr¨¢s. No solo debemos impulsar nuevos sectores sino reformar los existentes. Necesitamos planes ordenados y de brocha muy fina para tener en cuenta toda la heterogeneidad de empresas y localizaci¨®n geogr¨¢fica dentro de cada sector.
El cuarto se debe a las circunstancias extraordinarias que vivimos desde 2020: la pandemia y la invasi¨®n de Ucrania. En el primer caso porque la lucha contra la enfermedad oblig¨® a un confinamiento que podr¨ªa haberse modulado mejor pero que, desde luego, no constitu¨ªa un ataque a la libertad individual. Adem¨¢s, la gravedad de la situaci¨®n sanitaria expuso las debilidades que nuestro Sistema Nacional de Salud ha acumulado desde la Gran Recesi¨®n, debilidades que dificultaron, a¨²n m¨¢s, la acci¨®n de gobierno. Por ¨²ltimo, la persistencia de la inflaci¨®n de oferta en Espa?a no es achacable a este Gobierno per se, sino a todas las rigideces de nuestra econom¨ªa, derivadas de nuestros grandes problemas estructurales, especialmente de competencia. Tampoco es responsabilidad del Gobierno la pol¨ªtica monetaria, delegada en el BCE. S¨ª que es responsabilidad de nuestros gobernantes tener un plan de pa¨ªs en Europa, pero ese plan sigue durmiendo el sue?o de los justos.
La consecuencia inmediata de este estado de ¨¢nimo irritado es que distrae la atenci¨®n de las reformas estructurales que necesita nuestro pa¨ªs. Localismos, regresiones (de izquierdas y de derechas), negacionismos, y el eje endiablado Pandemia- Putin en la salida de la Gran Recesi¨®n, nos atenazan. En este estado de ¨¢nimo irritado y a las puertas de unas nuevas elecciones generales, Espa?a pasa a ostentar la Presidencia del Consejo de la Uni¨®n Europea. Veremos si somos capaces de liderar la agenda europea en estos seis meses, y con ello, la propia.