Un programa para quebrar consensos
La propuesta de Vox desaf¨ªa los fundamentos del consenso constitucional y erosiona los ejes vertebradores sobre los que se articula hoy la convivencia en Espa?a.
La presentaci¨®n del programa electoral con el que Vox concurre a las elecciones del 23-J resulta meridianamente clara en su prop¨®sito de crear lo que ellos llaman ¡°una aut¨¦ntica alternativa¡±. Nadie podr¨¢ acusar a Santiago Abascal de no ser suficientemente concreto en la descripci¨®n del modelo de Espa?a que defiende. La lectura del programa permite aproximarse a una fuerza pol¨ªtica reaccionaria que desaf¨ªa los fundamentos del consenso constituc...
La presentaci¨®n del programa electoral con el que Vox concurre a las elecciones del 23-J resulta meridianamente clara en su prop¨®sito de crear lo que ellos llaman ¡°una aut¨¦ntica alternativa¡±. Nadie podr¨¢ acusar a Santiago Abascal de no ser suficientemente concreto en la descripci¨®n del modelo de Espa?a que defiende. La lectura del programa permite aproximarse a una fuerza pol¨ªtica reaccionaria que desaf¨ªa los fundamentos del consenso constitucional y erosiona los ejes vertebradores sobre los que se articula hoy la convivencia en Espa?a. No en vano, el programa est¨¢ trufado de referencias a delincuentes, enemigos de Espa?a, ¨¦lites extranjeras, totalitarismo global, agendas importadas, leyes liberticidas o ideolog¨ªas disolventes contrarias al sentido com¨²n que modelan, a la larga, la narrativa necesaria para poder legitimar la adopci¨®n de las medidas en ¨¦l contenidas.
El sistema auton¨®mico conforma una de las paredes maestras sobre las que se asienta nuestro pacto constitucional. Como es sabido, la Constituci¨®n de 1978 no es militante y, en consecuencia, admite la discusi¨®n de toda iniciativa pol¨ªtica. Esto no obsta para reconocer que fue necesario un gran coraje pol¨ªtico e inventiva jur¨ªdica para configurar en Espa?a un modelo pol¨ªtico con vocaci¨®n federal y capacidad para dar respuesta a las reivindicaciones de nacionalidades y regiones que sigue plenamente vigente. En este contexto, Vox presenta a estas elecciones algunas iniciativas contrarias a este modelo y de imposible ejecuci¨®n pr¨¢ctica, como es el caso de la devoluci¨®n inmediata de competencias al Estado en educaci¨®n, sanidad, interior y justicia o tr¨¢fico y protecci¨®n civil. M¨¢s a¨²n, esta fuerza pol¨ªtica tambi¨¦n parece dispuesta a erosionar los fundamentos mismos de la idea de autonom¨ªa a trav¨¦s de sus propuestas. Solo as¨ª se entiende una iniciativa encaminada a reducir la capacidad legislativa de las comunidades aut¨®nomas, otra para suspender la autonom¨ªa ¡°inmediatamente¡± de aquellos gobiernos que atenten contra la unidad de Espa?a, una m¨¢s para aprobar una ley que permita ilegalizar partidos pol¨ªticos separatistas y terroristas o la que quiere suprimir los sistemas fiscales respaldados por derechos hist¨®ricos y cobertura constitucional.
El programa no oculta tampoco la ansiedad de Vox por derogar cualquiera de las leyes que llama destructivas, como la de violencia de g¨¦nero. Lo propio se plantea en relaci¨®n con la del aborto, la eutanasia y, por supuesto, la ley de memoria hist¨®rica, la del solo s¨ª es s¨ª o la ley trans por tratarse esta ¨²ltima de una ley que, a su juicio, contiene derechos ficticios. El listado de derogaciones es tan extenso que vac¨ªa de contenido los avances sociales de los ¨²ltimos a?os. Vox tambi¨¦n propone hacer desaparecer al Tribunal Constitucional, los Consejos Consultivos o las Defensor¨ªas del Pueblo y sustituir¨¢ el Ministerio de Igualdad por uno de Familia. No resultan menos sorprendentes las medidas del programa en materia de lucha contra la inmigraci¨®n ilegal con bloqueo naval incluido. Tambi¨¦n se propone abandonar el Acuerdo de Par¨ªs por entenderlo lesivo a la soberan¨ªa energ¨¦tica de Espa?a. Y por si esto no fuera suficiente dislate, tambi¨¦n se reivindica la primac¨ªa del Derecho espa?ol en una Europa de naciones libres y soberanas.
La ambici¨®n de Vox por conquistar las instituciones con un programa que hace quebrar los consensos pol¨ªticos, sociales o cient¨ªficos vigentes en nuestro pa¨ªs es un riesgo cierto. Los gobiernos de algunas comunidades aut¨®nomas as¨ª lo demuestran y nada invita a pensar que esta agenda disruptiva que describe el programa electoral de la ultraderecha no acabe tambi¨¦n por imponerse, si nadie lo remedia, en el Consejo de Ministros que salga de las elecciones generales. El PP, hasta ahora, no parece dispuesto a impedirlo.