El joven presidente que os¨® decir la verdad
Hay una izquierda antigua, miope y hemipl¨¦jica, a la que le cuesta distinguir desde su viejo p¨²lpito entre opresores y oprimidos
Las dudas ofenden. Esas verdades tan sangrantes no lo merecen. No es una guerra declarada entre Rusia y Ucrania. Ni una guerra de la OTAN contra Rusia. Es una guerra de agresi¨®n emprendida por una potencia autoritaria e imperialista contra un pa¨ªs soberano y democr¨¢tico, en flagrante contravenci¨®n de la legalidad y los tratados internacionales, la Carta de Naciones Unidas y los acuerdos bilaterales con Ucrania firmados por el Kremlin. Cualquier otra definici¨®n falta a la verdad.
No ha faltado a la verdad la declaraci¨®n de la cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Car...
Las dudas ofenden. Esas verdades tan sangrantes no lo merecen. No es una guerra declarada entre Rusia y Ucrania. Ni una guerra de la OTAN contra Rusia. Es una guerra de agresi¨®n emprendida por una potencia autoritaria e imperialista contra un pa¨ªs soberano y democr¨¢tico, en flagrante contravenci¨®n de la legalidad y los tratados internacionales, la Carta de Naciones Unidas y los acuerdos bilaterales con Ucrania firmados por el Kremlin. Cualquier otra definici¨®n falta a la verdad.
No ha faltado a la verdad la declaraci¨®n de la cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe y la Uni¨®n Europea, celebrada en Bruselas esta pasada semana, cuando ha dicho que es una guerra contra Ucrania. Se pod¨ªa pedir m¨¢s, pero no menos. La afirmaci¨®n es exacta, pero incompleta. Aun as¨ª, la Nicaragua autocr¨¢tica del presidente Daniel Ortega y de su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo ni siquiera estuvo de acuerdo con el ¨²nico p¨¢rrafo del comunicado en el que se dec¨ªa alguna cosa por su nombre, es decir, que era una guerra y que era Ucrania la que la sufr¨ªa, aunque nada se dijera de quien la hab¨ªa desencadenado ni de los atroces y criminales resultados de la invasi¨®n.
As¨ª lo hicieron constar sus redactores al final del comunicado, sin mencionar tampoco a quien se hab¨ªa negado a firmar y pretend¨ªa llevar a la cumbre al fracaso. La vicedictadora nicarag¨¹ense devolvi¨® el cumplido calificando al documento de pomposo y mentiroso. De poco sirvi¨® la inclusi¨®n del tradicional repertorio de agravios latinoamericanos, incluido el embargo sobre Cuba, el contencioso de las Malvinas o el legado infame del tr¨¢fico y explotaci¨®n de esclavos africanos. Ni el tacto con que la diplomacia bruselense defendi¨® los principios y objetivos de Naciones Unidas siempre sin nombrar al culpable de su vulneraci¨®n. O los sufrimientos generados por la guerra, junto a las repercusiones en la econom¨ªa mundial y en la seguridad alimentaria que a todos afecta. La Nicaragua de los Ortega, m¨¢s putinista que Putin, retir¨® su firma del comunicado entero.
No ha dudado en cambio el joven presidente de Chile, Gabriel Boric, que ama a la verdad m¨¢s que a sus amigos, y m¨¢s la ama todav¨ªa cuando se dice entera y desde su continente: ¡°Creo que es importante que desde Am¨¦rica Latina lo digamos con claridad, lo que sucede en Ucrania es una guerra de agresi¨®n imperial, inaceptable, en donde se viola el derecho internacional. Hoy es Ucrania, pero ma?ana podr¨ªa ser cualquiera de nosotros. Lo importante es el respeto al derecho internacional y ac¨¢ se ha violado claramente el derecho internacional, no por las dos partes, por una parte invasora, que es Rusia¡±. Boric ha salvado a la cumbre, a la verdad y a la izquierda. Bien que se lo ha reprochado Lula da Silva desde el p¨²lpito de la vieja izquierda hemipl¨¦jica y miope, con dificultades para distinguir entre opresores y oprimidos, imperialistas y colonizados.