Aprender del error
La cumbre de la OTAN, Alemania y el Parlamento brit¨¢nico han alertado sobre las dif¨ªciles y asim¨¦tricas relaciones con China
Si atendemos a los acuerdos de Vilnius, a la estrategia del Gobierno alem¨¢n sobre China y al informe del Parlamento de Westminster sobre la penetraci¨®n china en la econom¨ªa brit¨¢nica, conocidos los tres casi en los mismos d¨ªas, algo est¨¢ cambiando en Europa como fruto de la guerra de Ucrania. Ahora es plenamente perceptible el error del que han participado todos los socios europeos y atl¨¢nticos, y los gobiernos de derecha e de izquierda, respecto a la trayectoria de colisi¨®n en que se situ¨® Rusia a los pocos a?os de la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, todav¨ªa con Yeltsin, rumbo a una autocracia militarista y mafiosa y a una guerra imperialista como la que ahora est¨¢ en marcha.
Hay que entenderse con China, naturalmente, pero sin repetir el error cometido con Rusia. Lo ha dicho la OTAN y lo dicen Alemania y el Parlamento brit¨¢nico, como antes la Uni¨®n Europea. Una y otra vez van a Pek¨ªn a dec¨ªrselo a los chinos una procesi¨®n de altos responsables estadounidenses y europeos, a la vez que se?alan el ventajismo de unas relaciones que se han convertido en asim¨¦tricas.
La cumbre atl¨¢ntica ha sido expl¨ªcita: las ambiciones y las pol¨ªticas coercitivas de Pek¨ªn afectan a todos. En manos chinas, la globalizaci¨®n tecnol¨®gica, las cadenas de suministros, las materias primas sensibles y las infraestructuras cr¨ªticas son instrumentos de doble uso, armas por tanto, como lo han sido el gas, el petr¨®leo, las migraciones y las redes sociales para Putin. Ah¨ª est¨¢n la amistad sin l¨ªmites con Putin y el proyecto mancomunado de destrucci¨®n del orden internacional basado en reglas.
Adem¨¢s de rival estrat¨¦gico y competidor, China es una potencia imprescindible, para la econom¨ªa mundial y para casi todo, con la que hay que ponerse de acuerdo. En medio ambiente tiene literalmente la llave del futuro, como l¨ªder tanto en contaminaci¨®n como en energ¨ªas renovables. Pero no puede repetirse la jugada infame de Rusia. De ah¨ª la claridad y la contundencia europeas.
La seguridad es global. La OTAN como alianza defensiva cubre el ¨¢rea euroatl¨¢ntica, pero le conciernen y afectan las tensiones en cualquier lugar del planeta y, sobre todo, en la emergente regi¨®n del Indo-Pac¨ªfico, sea Taiw¨¢n, Hong Kong, Xingjiang o los islotes del mar de China meridional ocupados por Pek¨ªn. Asia y sus mares circundantes no son un predio chino, de donde hay que expulsar a europeos y estadounidenses. Los derechos humanos tampoco son asuntos internos.
China ha cambiado. ?Realmente? Hay dos teor¨ªas al respecto. Una, la m¨¢s ben¨¦vola: iba por buen camino, pero Xi Jinping ha dado un golpe de tim¨®n autocr¨¢tico. La otra, la m¨¢s recelosa: es la China de siempre, que resguard¨® sus ambiciones a la espera de que llegara la oportunidad. Pero la respuesta pr¨¢ctica debe ser la misma: Europa no puede equivocarse como con Rusia, y encontrarse un d¨ªa con una guerra que China gane antes de librarla gracias a sus armas de doble uso.
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