Nicaragua, sin freno
La embestida del r¨¦gimen sandinista contra la Iglesia cat¨®lica agudiza su autoritarismo y el aislamiento internacional de Daniel Ortega
El r¨¦gimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha vuelto a dar una nueva muestra de autoritarismo e intolerancia con las voces cr¨ªticas, cada vez m¨¢s lejos del menor respeto a los derechos humanos y las pr¨¢cticas democr¨¢ticas. La pretensi¨®n de deshacerse del obispo Rolando ?lvarez, una de las figuras de la Iglesia cat¨®lica m¨¢s inc¨®modas para el sandinismo, volvi¨® a fracasar. El prelado, preso pol¨ªtico desde el pasado agosto, rechaz¨® por segunda vez el exilio forzoso y reclam¨® su liberaci¨®n sin condiciones y la de todos los sacerdotes condenados. Monse?or ?lvarez, hoy el principal s¨ªmbolo de la resistencia frente a la pareja de gobernantes, fue devuelto a una celda de aislamiento en la c¨¢rcel Modelo de Managua.
Lo sucedido con el obispo de la di¨®cesis de Matagalpa deja dos mensajes. En primer lugar, confirma que el r¨¦gimen no tiene intenci¨®n de ceder lo m¨¢s m¨ªnimo en sus posiciones de intransigencia a pesar de las presiones internacionales. Ortega se ha negado repetidamente a entablar un di¨¢logo sincero con distintos actores para explorar una salida a la grave crisis pol¨ªtica en la que est¨¢ inmerso el pa¨ªs centroamericano. El ¨²ltimo intento de mediaci¨®n se dio precisamente a ra¨ªz de la situaci¨®n de ?lvarez. Los t¨ªmidos contactos con el Vaticano resultaron infructuosos, mientras la relaci¨®n con la Santa Sede empeora con el paso de los d¨ªas. El sandinismo ha emprendido una feroz embestida contra la Iglesia cat¨®lica. A las condenas y las encarcelaciones de religiosos se suman el bloqueo de las cuentas, el acoso incesante y una respuesta contundente del papa Francisco, que compar¨® el Gobierno de Managua con una ¡°dictadura hitleriana¡±.
El segundo mensaje es la misma dignidad del obispo ?lvarez. El pasado febrero, cuando el r¨¦gimen liber¨® y desterr¨® a Estados Unidos a 222 presos pol¨ªticos, el religioso rechaz¨® abandonar su pa¨ªs. El castigo fue inmediato. Un tribunal controlado por Ortega le impuso una condena de 26 a?os de c¨¢rcel por ¡°traici¨®n a la patria¡±. Antes que con ¨¦l, la furia del aparato gubernamental se hab¨ªa ensa?ado con el obispo auxiliar de Managua, Silvio B¨¢ez, que se exili¨® a petici¨®n del Pont¨ªfice. Solo ante una orden expl¨ªcita de Jorge Mario Bergoglio, ?lvarez se avendr¨ªa a irse, seg¨²n su entorno. En cualquier caso, su decisi¨®n de permanecer en la c¨¢rcel merece respeto. El obispo sabe que es un preso de conciencia y no quiere ofrecer otra victoria al r¨¦gimen, cuya prioridad es precisamente librarse de una voz disidente. Mientras tanto, el aislamiento internacional de Nicaragua es cada vez m¨¢s profundo, lo que repercute en la magnitud de la emergencia democr¨¢tica del pa¨ªs. El fracaso de los contactos con el Vaticano es la prueba m¨¢s reciente. Daniel Ortega y Rosario Murillo son los ¨²nicos responsables de una deriva sin control hacia el autoritarismo desbocado.
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