La guerra fr¨ªa latinoamericana

Los l¨ªderes de Am¨¦rica Latina viajaron la semana pasada a Bruselas con una serie de planteamientos econ¨®micos y reflexiones geopol¨ªticas que apuntalaban una de las urgencias de la cumbre conjunta con la Uni¨®n Europea, esto es, el cierre de un acuerdo sobre Mercosur. Sin embargo, las prioridades de la agenda internacional se acabaron imponiendo y la discusi¨®n sobre la invasi¨®n de Rusia en Ucrania ofreci¨® la fotograf¨ªa m¨¢s fiel de los equilibrios de la regi¨®n y, m¨¢s en general, mostr¨® unas notables diferencias entre formas de entender el mundo. Una suerte de guerra fr¨ªa latinoamericana que ha reflotado en los ¨²ltimos d¨ªas y ha dominado buena parte de las conversaciones tuiteras.

Una vi?eta de Cl¨¢udio Hebd? publicada en el diario brasile?o Folha de S?o Paulo y ampliamente reproducida en redes representaba al presidente de Chile, el progresista Gabriel Boric, sosteniendo un cartel en defensa de la democracia y el derecho internacional. Frente a ¨¦l, Luiz In¨¢cio Lula da Silva con el ce?o fruncido y los brazos en jarras. Un poco m¨¢s all¨¢, Nicol¨¢s Maduro y Daniel Ortega sujetan otro cartel con su proclama m¨¢s obvia, ¡°abajo el imperialismo norteamericano¡±. Y a la derecha, se cuela Vlad¨ªmir Putin con su propaganda: ¡°Viva el imperio ruso¡±. Y es que todo sucedi¨® m¨¢s o menos as¨ª, evidenciando por un lado la capacidad de resistencia, en la izquierda latinoamericana, de una visi¨®n anclada en la dicotom¨ªa entre Washington y Mosc¨² y por otro la posibilidad de regeneraci¨®n en nombre de la coherencia y de los derechos humanos.

La condena de la guerra en Ucrania pactada por el c¨®nclave entre la UE y la Celac con la ¨²nica oposici¨®n de Nicaragua fue tibia y fruto de un complejo encaje de bolillos. Era previsible, pues la invasi¨®n de Putin es un asunto que en el seno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribe?os aleja incluso a las sensibilidades que se encuadran, de entrada, en el mismo espectro ideol¨®gico. Boric se dirigi¨® al pleno para animar a ir m¨¢s all¨¢ de las filias y fobias. Es decir, seg¨²n su argumento da igual que el presidente ucranio, Volod¨ªmir Zelenski, caiga bien o caiga mal. Es una cuesti¨®n de principios, en definitiva. ¡°Estimados colegas, hoy d¨ªa es Ucrania pero ma?ana podr¨ªa ser cualquiera de nosotros¡±, enfatiz¨® el l¨ªder del Frente Amplio chileno, que siempre ha sido muy firme contra las violaciones de los derechos humanos en Venezuela o en Nicaragua y que por ello ha tenido que lidiar tambi¨¦n con los sectores m¨¢s intransigentes de su coalici¨®n.

Entre todas las respuestas dirigidas a Boric, a menudo movidas por la simple inquina y la ret¨®rica antiestadounidense, hubo una especialmente significativa. Un dardo en toda regla. Lo lanz¨® el propio Lula, quien atribuy¨® esos reclamos frente a Rusia a la juventud y la ansiedad del pol¨ªtico. Quiz¨¢ el mandatario brasile?o quer¨ªa hacer referencia a la realpolitik y a la experiencia para moverse en las azarosas aguas de la diplomacia internacional. El discurso del colombiano Gustavo Petro, el primer presidente de izquierdas del pa¨ªs andino, tambi¨¦n se distanci¨® de la posici¨®n, o al menos del tono, de Boric, pero hizo un aparente esfuerzo de equidistancia. ¡°Indudablemente, existe una invasi¨®n imperial o imperialista sobre Ucrania, pero ?c¨®mo se llama la que hubo en Irak, o en Libia, o en Siria?¡±, pregunt¨®. ¡°?Por qu¨¦ esta tiene esa reacci¨®n y las anteriores de este siglo no?¡±, incidi¨®.

Otro representante del eje progresista latinoamericano, el argentino Alberto Fern¨¢ndez, no fue tan lejos porque s¨ª habl¨® de condena a la guerra de Putin. Sin embargo, tampoco se aline¨® con Boric, que recibi¨® el aplauso de los sectores moderados y que pese a su posici¨®n sobre Ucrania no aplac¨® los ataques furibundos de la extrema derecha chilena, que a¨²n no ha digerido la victoria de la izquierda en el pa¨ªs sudamericano.