?Qu¨¦ hacer con Rusia?
Durante a?os, la Uni¨®n Europea ha tenido una pol¨ªtica hacia Mosc¨² que, como poco, se puede tachar de escasamente h¨¢bil. Letonia es un laboratorio del que aprender
No es tiempo todav¨ªa para hablar de paz con Rusia. La agresi¨®n no tiene visos de parar. Ceder ahora los territorios ucranios ocupados por la fuerza no traer¨¢ la paz a Ucrania, sino una tregua que no sabemos c¨®mo terminar¨ªa, porque servir¨ªa, seguramente, solo para reforzar las posiciones del r¨¦gimen ruso. Necesitamos otra Rusia con la que hablar. Y necesitamos otras estrategias.
Durante a?os, la Uni¨®n Europea ha tenido una pol¨ªtica hacia Rusia que, como poco, se puede ...
No es tiempo todav¨ªa para hablar de paz con Rusia. La agresi¨®n no tiene visos de parar. Ceder ahora los territorios ucranios ocupados por la fuerza no traer¨¢ la paz a Ucrania, sino una tregua que no sabemos c¨®mo terminar¨ªa, porque servir¨ªa, seguramente, solo para reforzar las posiciones del r¨¦gimen ruso. Necesitamos otra Rusia con la que hablar. Y necesitamos otras estrategias.
Durante a?os, la Uni¨®n Europea ha tenido una pol¨ªtica hacia Rusia que, como poco, se puede tachar de escasamente h¨¢bil. Por un lado, aceptando con remilgos la deriva cada vez m¨¢s autoritaria e imperialista de Vlad¨ªmir Putin, pensando que pasar¨ªa todo cuando se diera cuenta de las ventajas ¡ªecon¨®micas¡ª de cooperar con Europa. Sin poner l¨ªmites a las agresiones, m¨¢s que con la boca peque?a. Por otro, humillando a los rusos ¡ªtanto a los opositores como al mundo putinista¡ª por no ser capaces de comprender c¨®mo interactuar con Rusia, dejando a veces en manos de pol¨ªticos llenos de prejuicios antirrusos la pol¨ªtica hacia el Este. Y, sobre todo, sin ser capaces de ofrecer una alternativa europea, poderosa, clara, vinculante, que hubiera atra¨ªdo en un concepto de seguridad y cooperaci¨®n tanto a Rusia, como a Ucrania. S¨ª, a la vez. Se pudo haber logrado. En especial, la actuaci¨®n europea durante la crisis del Maid¨¢n fue extraordinariamente torpe. Pero habr¨ªa que haber empezado mucho antes. Y se dijo. Se advirti¨®. Pero la pol¨ªtica diaria arrastraba demasiado.
Reconozco que es dif¨ªcil conjuntar direcciones tan divergentes de la pol¨ªtica exterior. Pero al menos el dise?o de un espacio que hubiera posibilitado superar las reticencias rusas, evitando la sensaci¨®n de aislamiento, que ha reforzado al r¨¦gimen una y otra vez, habr¨ªa sido posible. Quiz¨¢ la ¨²ltima posibilidad de esto fue, ya lo escrib¨ª en EL PA?S por entonces, durante la crisis bielorrusa de 2020.
?Qu¨¦ podemos hacer ahora? Tenemos la conciencia clara de que hay que apoyar a Ucrania hasta el final. Esta es la ¨²nica posibilidad para que el r¨¦gimen ruso cambie. Pero esto no basta. No es buena idea tampoco dejar que Estados Unidos penetren a¨²n m¨¢s y m¨¢s en los dise?os de las pol¨ªticas europeas hacia el Este. Sus intereses son muy distintos de los nuestros, incluso en algunos aspectos hasta incompatibles. Con Estados Unidos hay que tener unidad en la construcci¨®n de las defensas militares europeas. Pero no en la fundamentaci¨®n del entramado pol¨ªtico que las sustente. Eso es, y debe ser, cosa nuestra. Y hay que encontrar alternativas.
?ltimamente he pasado alg¨²n tiempo en Riga, capital de Letonia. Aqu¨ª la guerra de Ucrania est¨¢ presente por todos lados ¡ªaunque admito que algo menos que hace un a?o¡ª. Hay por todos lados banderas ucranias, en los caf¨¦s hay huchas para recaudar ayuda humanitaria, se ven tambi¨¦n ¡ªigualmente en menor cantidad¡ª refugiados.
Letonia es un lugar muy especial. Al menos un tercio de la poblaci¨®n habla ruso en su vida diaria. En Riga es posible entrar en casi cualquier caf¨¦ o tienda y pedir directamente en ruso. Lo m¨¢s probable es que se te conteste directamente en ese idioma. Esto es algo que no es tan evidente como parece: Letonia tiene una larga historia de estar bajo el dominio ruso, pero hasta despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial el idioma de prestigio era el alem¨¢n ¡ªlos alemanes del B¨¢ltico, que hab¨ªan fundado Riga, fueron la ¨¦lite durante siglos¡ª y el de la poblaci¨®n general, el let¨®n, un idioma no eslavo. Durante el breve periodo de independencia entre 1920 y 1940, el let¨®n se convirti¨® en idioma oficial, pero la reconquista sovi¨¦tica ¡ªaqu¨ª percibida como rusa¡ª tras la guerra llev¨® a que se impusiera el ruso como idioma de la Administraci¨®n. Con la industrializaci¨®n, cientos de miles de personas de otras partes de la Uni¨®n Sovi¨¦tica emigraron a Letonia y el idioma ruso se convirti¨® en dominante, al menos en las ciudades. Durante los m¨¢s de 40 a?os de control sovi¨¦tico, el forcejeo de los letones para preservar el idioma fue incesante.
Cuando se hundi¨® la URSS, algo en lo que los letones, como los dem¨¢s b¨¢lticos, tomaron parte activa, la poblaci¨®n rus¨®fona ¡ªla que utilizaba el ruso como lengua cotidiana¡ª apoy¨® de forma quiz¨¢ sorprendente la independencia del pa¨ªs. Y es que el movimiento por la independencia, que ten¨ªa muy diversas ra¨ªces, supo desplegarse como una b¨²squeda de la democracia, la prosperidad y el ¡°retorno¡± a Europa. Los miles de rusos ¨¦tnicos de Letonia, pero tambi¨¦n muchos otros rus¨®fonos que no eran rusos ¡ªucranios, bielorrusos...¡ª comprendieron que una Letonia integrada en Europa y que respetara los derechos humanos podr¨ªa ser mucho m¨¢s beneficiosa para ellos y sus hijos que una Rusia renacida de la que, en el fondo, nadie se fiaba. En ese sentido, demostraron tener raz¨®n.
Las relaciones entre las dos comunidades no han sido f¨¢ciles en estos a?os. Los nacionalistas letones ¡ªen contra de las promesas de la ¨¦poca de la lucha com¨²n contra la dictadura sovi¨¦tica¡ª tendieron a reducir los derechos de los rus¨®fonos. Una ley desproporcionada conced¨ªa la ciudadan¨ªa solo a los que hab¨ªan sido ciudadanos de Letonia antes de 1940 o a sus descendientes, lo que priv¨® de derechos a cientos de miles de personas incluso que hab¨ªan nacido ya en el pa¨ªs. Aunque la presi¨®n de la Uni¨®n Europea consigui¨® una revisi¨®n de la ley, las trabas impuestas llevaron a que todav¨ªa hoy haya miles de no-ciudadanos (as¨ª llamados). Esto se uni¨® al canto de sirena de la propaganda del r¨¦gimen de Putin. La discriminaci¨®n real condujo a que personas que no se sent¨ªan ¡°rusas¡± antes, descubrieran de pronto que la Federaci¨®n Rusa se convert¨ªa en su defensora, les ofrec¨ªa pasaporte, orgullo, resistencia contra la opresi¨®n. La discriminaci¨®n llev¨® a que se cimentara una diferencia ¨¦tnica que no tendr¨ªa por qu¨¦ haber existido.
A lo largo del tiempo, los nacionalistas rusos han podido medrar en los m¨¢rgenes, acogi¨¦ndose a los agravios reales, pero tambi¨¦n a una agitaci¨®n populista que les facilita el hecho de que las generaciones mayores de rus¨®fonos se informan sobre todo a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n controlados por Putin. Letonia no ha conseguido integrar en su espacio medi¨¢tico ¡ªpor insistencia seguramente de no usar la lengua rusa¡ª a buena parte de esta minor¨ªa. Resulta interesante que el partido mayoritario durante mucho tiempo ¡ªpero que no ha conseguido formar gobierno¡ª haya sido una formaci¨®n, Harmonia, considerada como ¡°rusa¡±. De hecho, durante a?os, la capital ha tenido ¡ªcomo ahora mismo¡ª alcaldes ¡°rusos¡±, elegidos en elecciones libres.
Hablo sin embargo con j¨®venes letones. Algunos de ellos son rus¨®fonos, otros hijos de matrimonios mixtos. Todos son conscientes de ser letones. Y europeos.
El estallido de la agresi¨®n directa contra Ucrania ha puesto las cosas dif¨ªciles a los nacionalistas prorrusos. Los nacionalistas letones les miran ahora con peores ojos, si cabe. Pero tambi¨¦n, la situaci¨®n ha planteado un reto a la minor¨ªa rus¨®fona. M¨¢s all¨¢ de las afinidades culturales o ling¨¹¨ªsticas, m¨¢s all¨¢ de los sentimientos de agravio. ?C¨®mo enfrentar la polaridad de los v¨ªnculos que los unen con el mundo ruso sin dejar de ser europeos? Algunas formaciones de la minor¨ªa rusa han reiterado una visi¨®n: construir una Letonia sobre la base de la ciudadan¨ªa, los derechos c¨ªvicos, el patriotismo constitucional, la aceptaci¨®n de la lengua letona pero la libertad ling¨¹¨ªstica para los rus¨®fonos, sin prejuicios ni discriminaci¨®n. Y si plantean esto para Letonia, tiene tambi¨¦n que pensar en qu¨¦ hacer con Rusia. Para ellos no parece haber otra posibilidad que un cambio de r¨¦gimen. Que conseguir que sus parientes o conocidos en Rusia se den cuenta de la situaci¨®n real. Que no se a¨ªslen del mundo.
Esto es muy dif¨ªcil. Para ello se necesitan muchas cosas No ceder ni un palmo de tierra ucrania, pero tomar en serio los miedos rusos y ofrecer soluciones concretas ¡ªs¨ª, ya, hoy, durante la guerra¡ª. Dar golpes de tim¨®n en un sentido europe¨ªsta, reforzando nuestros intereses por encima de los de la beligerante Am¨¦rica actual, sumida en su ya larga crisis pol¨ªtica. Incrementar ¡ªmasivamente¡ª la informaci¨®n hacia Rusia en ruso. Hacer comprender que solo la defensa de los derechos y libertades c¨ªvicos garantiza la soberan¨ªa nacional y la prosperidad mutua. Reforzar y recuperar la idea europea en Rusia. Para ello, Letonia es un laboratorio del que aprender.
Conseguir esto implica mucho esfuerzo, ideas claras. Pero sobre todo una cosa: un prop¨®sito y una visi¨®n de Europa. No es casual que los nacionalpopulistas de derecha y de izquierda miren con buenos ojos a la Rusia de Putin. Acabar con Europa es su objetivo com¨²n.