Periodismo o superconductividad
La mayor parte de la gente que me interesa sigue en Twitter. Pero nos separan algoritmos autom¨¢ticos de recomendaci¨®n de contenido que prefieren sobreestimularme con burbujas, memes y campa?as para mantener mi atenci¨®n
Twitter es ese novio al que todav¨ªa quieres pero hace mucho que dej¨® de gustarte. Ya no te apetece hacer cosas juntos pero tampoco quieres hacerlas con Mastodon, Bluesky o Threads. De vez en cuando hace algo que te recuerda lo felices que erais y sue?as secretamente con algo que salve la relaci¨®n. Esta habr¨ªa sido una semana incre¨ªble con el viejo Twitter. Pero ...
Twitter es ese novio al que todav¨ªa quieres pero hace mucho que dej¨® de gustarte. Ya no te apetece hacer cosas juntos pero tampoco quieres hacerlas con Mastodon, Bluesky o Threads. De vez en cuando hace algo que te recuerda lo felices que erais y sue?as secretamente con algo que salve la relaci¨®n. Esta habr¨ªa sido una semana incre¨ªble con el viejo Twitter. Pero ya no existe, s¨®lo queda ¡°X¡±.
Fue una semana de quedarse pegada a la pantalla refrescando, cotejando, compartiendo pistas y tirando migas al teclado, navegando este nuevo mundo ballardiano, vertiginoso y fascinante, emocionante y aterrador. Tuvimos oficiales del Ej¨¦rcito estadounidense jurando que hay naves alien¨ªgenas con ¡°restos no humanos¡± en los almacenes del Pent¨¢gono, en directo desde el Congreso de EE UU. El lanzamiento oficial de un fraude planetario dise?ado para la captura masiva de datos biom¨¦tricos llamado Worldcoin. Estaban las noticias ins¨®litas a las que nos hemos acostumbrado, como la imputaci¨®n de Trump, los feroces incendios veraniegos o el bombardeo de los puertos ucranios que distribuyen su valioso cereal. Pero, sobre todo, la trepidante telenovela de los seis cient¨ªficos coreanos y su improbable superconductor a temperatura y presi¨®n ambiental que van a cambiar el mundo tal y como lo conocemos.
La burbuja del LK-99, un compuesto de plomo, cobre, f¨®sforo y ox¨ªgeno con habilidades presuntamente m¨¢gicas, fue levantada en un solo jueves con dos papers de conclusiones dudosas y el v¨ªdeo de una chapa intentando levitar. En seis horas hab¨ªa ya cientos de v¨ªdeos en TikTok, Instagram y YouTube explicando el fen¨®meno, anunciando una nueva era, barajando su impacto geopol¨ªtico y debatiendo las posibilidades de que EE UU respetara su propiedad intelectual. La expectaci¨®n era m¨¢xima, parec¨ªa la final de Eurovisi¨®n. Pero los Nobel de f¨ªsica, instituciones cient¨ªficas, trabajadores de la industria, abogados y especialistas de garaje se hab¨ªan ca¨ªdo de mi timeline. La econom¨ªa de contenidos no tiene tiempo para esperar a esa gente. Eran los fabulistas que llegaron con las criptomonedas, se quedaron para el apocalipsis y ahora venden aceleracionismo efectivo, la ¨²ltima tapadera de oportunistas como Sam Altman, Andreessen Horowitz y Elon Musk.
El descubrimiento del siglo y ni el Times quiso mojarse. Su secci¨®n de ciencia mantuvo obstinadamente una noticia vieja sobre los f¨ªsicoqu¨ªmicos del Indian Institute of Science que anunciaron un superconductor a temperatura ambiente en agosto de 2018. Tuvieron que retractarse: era diamagnetismo pero no superconductividad. Hoy a¨²n es pronto para saber si el experimento es replicable, pero la burbuja se ha roto. El ecosistema medi¨¢tico de las plataformas digitales no espera a ciencia, ni entiende de ambig¨¹edad.
La mayor parte de la gente que me interesa sigue en la plataforma. Pero nos separan algoritmos autom¨¢ticos de recomendaci¨®n de contenido que prefieren sobreestimularme con burbujas, memes y campa?as para mantener mi atenci¨®n. Es un Spotify que pone m¨²sica que no te gusta, un Netflix que te ofrece a ver series que te dan igual. Una red social que llena tu pantalla de gente a la que desprecias. Un buen momento para publicar verdaderas noticias y demostrar que el periodismo profesional tiene un lugar en nuestras vidas. Recuperar el contacto con la realidad.