El mundo se debate una vez m¨¢s entre el miedo y la esperanza: ?qui¨¦n vencer¨¢?
A cada nuevo descubrimiento radical la humanidad se siente perpleja y la primera reacci¨®n es siempre de temor junto al asombro
Como cada a?o, el mes de agosto nos trae a la memoria los d¨ªas 6 y 9, el tr¨¢gico aniversario del lanzamiento en Jap¨®n de la primera bomba at¨®mica. Desde entonces a hoy se han escrito multitudes de estudios y reflexiones sobre lo que aquel episodio supuso para la humanidad en esa contradicci¨®n entre el miedo y la esperanza.
Es cierto que el descubrimiento de la energ¨ªa at¨®mica, con todas sus consecuencias posibles por s...
Como cada a?o, el mes de agosto nos trae a la memoria los d¨ªas 6 y 9, el tr¨¢gico aniversario del lanzamiento en Jap¨®n de la primera bomba at¨®mica. Desde entonces a hoy se han escrito multitudes de estudios y reflexiones sobre lo que aquel episodio supuso para la humanidad en esa contradicci¨®n entre el miedo y la esperanza.
Es cierto que el descubrimiento de la energ¨ªa at¨®mica, con todas sus consecuencias posibles por su fuerza de destrucci¨®n y progreso, asust¨® en un primer momento. Hoy sabemos que la misma energ¨ªa destructiva que ti?¨® de sangre a Jap¨®n asustando, y sigue haci¨¦ndolo, a la humanidad frente a un posible cataclismo mundial, ha acabado al final salvando, por ejemplo, a trav¨¦s del progreso en la medicina, a millones de personas.
A cada cambio brusco e inesperado de la historia, el mundo se ha dividido siempre entre optimistas y pesimistas. Se dividi¨® ante el descubrimiento de la energ¨ªa at¨®mica y se divide hoy ante la revoluci¨®n biodigital en la que estamos entrando. Uno de esos nuevos procesos hist¨®ricos que generan temblor y que vuelven a amenazar a los humanos, que podr¨ªan por primera vez ser superados por las m¨¢quinas en inteligencia, y por tanto incontrolable.
A veces pienso, sin embargo, que seguramente ese miedo que hoy nos encoge puede parecerse, en verdad, a todos los grandes cambios de la humanidad desde la aparici¨®n del Homo Sapiens hasta nuestros d¨ªas. No es f¨¢cil imaginarse el estupor del ser humano a cada nuevo descubrimiento de la ciencia y la tecnolog¨ªa. Como cuando por primera vez fue posible escucharnos y despu¨¦s vernos de una parte a otra del mundo a la velocidad de la luz. ?Y la revoluci¨®n de la energ¨ªa el¨¦ctrica o la posibilidad de llegar a la Luna algo tan incre¨ªble que a¨²n hoy hay quienes prefieren pensar que no fue verdad? ?Y poder volar de un continente al otro?
El mundo cambi¨® radicalmente cuando se encendi¨® la primera luz, la gran revoluci¨®n. A nuestros antecesores les debi¨® crear a la vez, como hoy con la revoluci¨®n biodigital, miedo y esperanza.
A cada nuevo descubrimiento radical la humanidad se siente perpleja y la primera reacci¨®n es siempre de miedo junto al asombro. S¨®lo a distancia vamos descubriendo que el ser humano acaba siendo superior a todos los cambios m¨¢s radicales. Recuerdo a una t¨ªa m¨ªa andaluza que era tan pesimista que a cada novedad tecnol¨®gica o de costumbres, levantaba los ojos al cielo y exclamaba mientras se abanicaba en el calor del verano: ¡°Por Dios, a d¨®nde vamos a llegar. Esto es el fin del mundo¡±.
Ya s¨¦ que muchos me dir¨¢n que esta vez estamos ante la llegada de un cambio de ¨¦poca que podr¨ªa ser radical e irreversible cuando se piensa que por primera vez una simple m¨¢quina podr¨ªa presentarse con mayor inteligencia que la humana sin que pueda ser detenida. ?Ser¨¢ el final del Homo Sapiens?
Nadie lo sabe ni lo puede a¨²n imaginar. Lo que s¨ª es cierto es que el ser humano a pesar de que sus miedos crearon a los dioses a quienes poder pedir ayuda ante lo desconocido, empezando por el misterio de la muerte y del m¨¢s all¨¢, ha siempre acabado saliendo a flote de todas las tormentas que lo han agitado. Y ha salido no s¨®lo indemne de sus mayores miedos sino dando el salto a nuevas conquistas y domando las aguas que siempre lo amenazaron.
Hoy existe miedo y perplejidad ante las nuevas tecnolog¨ªas de c¨®mo podr¨¢n cambiar radicalmente, por ejemplo, todo el mundo de la ense?anza y del trabajo con sus consecuencias a¨²n inimaginables.
Y aqu¨ª, hasta el momento, una vez m¨¢s el mundo se divide entre el miedo y la esperanza sobretodo porque esta vez se est¨¢n juntando como nos dicen los expertos, el riesgo de una explosi¨®n nuclear, biol¨®gica, tecnol¨®gica, econ¨®mica, social y ambiental al mismo tiempo y una vez m¨¢s la humanidad se pregunta hasta donde ello nos conducir¨¢. Y los optimistas y pesimistas vuelven a estar en guerra.
Una cosa es cierta y es que hasta ahora todos los miedos que nos acarrean los nuevos descubrimientos han acabado convirti¨¦ndose en un avance global de la humanidad, lo que deja espacio a la esperanza de que los miedos de mi t¨ªa pesimista vuelvan de nuevo a ser infundados y que al final el Homo Sapiens sabr¨¢ navegar en las olas agitadas de esta pobre y rica humanidad.
Como ha escrito David Feffer en su columna del diario O Globo ¡°el mar calmo nunca cre¨® buenos marineros¡±. Y hoy por aparecer que las aguas se ven m¨¢s agitadas y m¨¢s amenazadoras que nunca, lo que se necesita es, en vez de dejarse arrastrar por un pesimismo radical que empieza a afectar hasta a la salud ps¨ªquica de las personas es de buenos marineros, en todos los campos de la ciencia y del pensamiento capaces de domar el miedo que nos circunda.