El bolsonarismo fue solo una pompa de jab¨®n. Brasil necesita de un centro izquierda o derecha civilizados
Ante el aislamiento del expresidente extremista, que no pasar¨¢ a los libros de Historia como un nuevo Napole¨®n, se redobla la importancia del nuevo Gobierno de Lula
El llamado bolsonarismo fue s¨®lo un espejismo que se est¨¢ desinflando como una pompa de jab¨®n a pesar de que intenta a¨²n sacar pecho a trav¨¦s de sus residuos extremistas. Brasil necesita barrerlo del mapa pol¨ªtico porque tuvo m¨¢s de farsa que de creaci¨®n de una nueva extrema derecha.
Creer que el capit¨¢n retirado, Jair Bolsonaro, que fue m¨¢s bien siempre un pol¨ªtico sin brillo ni historia, que pas¨® por ocho partidos en el Congreso ¨Dninguno de ellos importante¨D, que no fue capaz en toda su carrera pol¨ªtica de aprobar una sola ley que valiera la pena, pueda aparecer como un nuevo pol¨ªtico capaz de dejar huella es casi una burla.
El bolsonarismo debe desaparecer del mapa pol¨ªtico porque considerar que Bolsonaro debe ser visto como el creador de una nueva corriente pol¨ªtica a la Mussolini, a la Hitler, a la Lenin o a la Mao, ser¨ªa pat¨¦tico.
Como ha escrito Silvano do Nascimento en el diario O Globo y con el que coinciden tantos analistas pol¨ªticos, ¡°Bolsonaro s¨®lo represent¨® a una extrema derecha golpista machista, fascista, intolerante, negacionista, homof¨®bica, mis¨®gina, racista, rencorosa, belicista y xen¨®fana¡±.
Bolsonaro no invent¨® nada nuevo. Simplemente uni¨® en un mismo basurero lo peor y m¨¢s bajo de la pol¨ªtica, pero sin ninguna originalidad, ni siquiera para el mal. El soci¨®logo Ze Celso, bajo el t¨ªtulo ¡°El vuelo del gusano¡±, afirma en el diario Folha de Sao Paolo que ¡°Bolsonaro sobrevive como comunidad nocturna donde no hace falta abrir los ojos ni la conciencia¡±, y a?ade: ¡°Lo que los analistas pol¨ªticos llaman ¡°bolsonarismo¡± es s¨®lo un conglomerado de clich¨¦s de extrema derecha. Nada m¨¢s¡±.
Ahora, el capit¨¢n sin historia que se sirvi¨® de la ilusi¨®n de que los militares ¨Djusto los que le hab¨ªan expulsado de joven del Ej¨¦rcito por sus extremismos¨D, iban a seguirle en su deseo de guiar una nueva dictadura carg¨¢ndolos de privilegios tan peregrinos como toneladas de viagra y miles de pr¨®tesis de penes, ya no es nada. Ni puede en los pr¨®ximos ocho a?os volver a presentarse a las elecciones.
Ante ese aislamiento del expresidente extremista que ciertamente no pasar¨¢ a los libros de Historia como un nuevo Napole¨®n, se redobla la importancia del nuevo Gobierno de centro izquierda de Lula que intenta conversar hasta con la extrema derecha no golpista.
Aparece cada d¨ªa m¨¢s claro que Lula no podr¨¢ ya gobernar s¨®lo con la izquierda y quiz¨¢s tampoco con el centro. Va a necesitar, como est¨¢ intentando, abrir un di¨¢logo con todas las fuerzas pol¨ªticas excluyendo s¨®lo a la derecha nazifascista que estaba contagiando a una buena parte del pa¨ªs, al remover los peores instintos del alma humana.
Quienes hoy critican a Lula desde la izquierda tradicional, empezando por la de su partido, el PT, porque ha intuido que en este pa¨ªs resulta ya casi imposible que pueda volver a gobernar sola la izquierda, no han entendido que el astuto sindicalista ha intuido muy bien que la vieja izquierda sola dif¨ªcilmente tendr¨¢ ya fuerza para gobernar un pa¨ªs tan complejo como Brasil, que es todo un continente de mil facetas y en el que la peor extrema derecha intenta plantar cara.
Si Lula, en efecto, aunque no sin dificultades, est¨¢ consiguiendo gobernar y desmoronar al bolsonarismo y a su extremismo, es porque, por primera vez en este su tercer mandato, ha hecho un Gobierno no de izquierdas pura sino con elementos del centro y hasta de coqueteo con la derecha, por as¨ª decirlo, ¡°civilizada¡±, m¨¢s econ¨®mica que ideol¨®gica.
Lula, ya en su primer Gobierno en 2003, entendi¨® enseguida que le ser¨ªa imposible gobernar sin pactar de alg¨²n modo hasta con los elementos m¨¢s de derechas del Congreso de entonces. Hab¨ªa comentado en aquella ocasi¨®n que para gobernar Brasil ¡°hasta Jesucristo habr¨ªa necesitado negociar con Judas¡±. Y es justo lo que est¨¢ intentando hoy en que de nuevo sigue en minor¨ªa en el Congreso: intentar pactar con todos, menos con los restos del bolsonarismo radical.
Brasil ganar¨¢ mucho y volver¨¢ a tener el lugar que le pertenece en el mundo de hoy por sus dimensiones, su estrategia pol¨ªtica mundial y sus riquezas indiscutibles si todas las corrientes pol¨ªticas no fascistas ni nost¨¢lgicas de golpes militares, desde la extrema izquierda, hoy s¨®lo testimonial, hasta la izquierda social y sindicalista, son capaces de unirse en un programa com¨²n contra las injusticias, los racismos y las tentaciones extremistas de minor¨ªas que se alimentan m¨¢s de ruidos que de nueces.
Brasil, en este momento en que ha sido capaz de desarticular los intentos de una extrema derecha que rayaba lo grotesco, guiada por un extremista sin historia y sin genialidad, que estaba m¨¢s para personaje de circo que para estadista, necesita juntar todas sus fuerzas pol¨ªticas plurales para hacer resurgir al pa¨ªs de la pesadilla vivida durante los ¨²ltimos cuatro a?os. Fue un periodo negro, fuera de la curva, por lo que urge volver a lo carriles de la normalidad democr¨¢tica capaz de dialogar sin avergonzarse y haci¨¦ndose respetar por los pa¨ªses llamados ¡°normales¡±, donde ni izquierda significa ya comunismo, ni derecha nazismo o fascismo.
Todo ello, con mayor motivo dado que el mundo, como un todo, est¨¢ entrando en un momento de alto voltaje transformador de ¨¦poca cargado de inc¨®gnitas y zozobras que exigen no s¨®lo una mayor responsabilidad mundial sino un plantel de nuevos estrategas y estadistas dem¨®cratas e iluminados capaces de dar respuestas democr¨¢ticas a los peligros reales que nos acechan.
Ante esa realidad y ante la importancia de Brasil y del continente americano en este momento de cambio de paradigmas, seguir hablando del bolsonarismo como algo nuevo e importante nacido en el seno de la pol¨ªtica, y m¨¢s mundial, sonar¨ªa como m¨ªnimo a pueril. No, Bolsonaro no es ni siquiera Trump. Es un extremismo sin originalidad que se negaron a seguir hasta los militares m¨¢s cercanos a ¨¦l, que acabaron abandon¨¢ndolo y hoy dialogan abiertamente con Lula.
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