No habr¨¢ amnist¨ªa
Una medida de gracia como la de 1977, que borre los delitos del ¡®proc¨¦s¡¯, deslegitimar¨ªa la democracia entera y contribuir¨ªa a enquistar el problema catal¨¢n dando la raz¨®n a los delincuentes. Me niego a creer que el presidente S¨¢nchez cometer¨¢ semejante desatino
No la habr¨¢. No, al menos, como la de 1977, una amnist¨ªa que dejara impunes los desafueros cometidos por los l¨ªderes del proc¨¦s (otra cosa son los desdichados de a pie que se envenenaron de mentiras, furia y fanatismo, para los cuales cabr¨ªa imaginar medidas de gracia). Ya s¨¦ que todo indica que puede haberla, empezando por ...
No la habr¨¢. No, al menos, como la de 1977, una amnist¨ªa que dejara impunes los desafueros cometidos por los l¨ªderes del proc¨¦s (otra cosa son los desdichados de a pie que se envenenaron de mentiras, furia y fanatismo, para los cuales cabr¨ªa imaginar medidas de gracia). Ya s¨¦ que todo indica que puede haberla, empezando por una foto inveros¨ªmil de la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Yolanda D¨ªaz, ech¨¢ndose unas risas en Bruselas con un pr¨®fugo de la justicia acusado de delitos grav¨ªsimos, cuyo apoyo teledirigido en el Parlamento necesita la coalici¨®n gubernamental para seguir en el Gobierno: un gesto, hasta donde alcanzo, in¨¦dito en una democracia, que guarda la misma relaci¨®n con la izquierda que el tercer principio de la termodin¨¢mica con el bacalao a la vizca¨ªna. No: no habr¨¢ amnist¨ªa. Intento argumentar por qu¨¦.
No soy constitucionalista, pero basta con un poco de sentido com¨²n para entender ciertas cosas. Hay quien dice que es constitucional todo aquello que la Constituci¨®n no proh¨ªbe de forma expl¨ªcita y que, por lo tanto, la amnist¨ªa, que no est¨¢ expl¨ªcitamente prohibida por la Constituci¨®n, es constitucional. Podr¨ªa ser, pero, que yo sepa, los sacrificios rituales de seres humanos tampoco est¨¢n prohibidos de forma expl¨ªcita por la Constituci¨®n, y no por ello parecen una pr¨¢ctica demasiado recomendable. Lo que s¨ª desautoriza expl¨ªcitamente la Constituci¨®n son los indultos generales (art¨ªculo 62.i). Ahora bien, una amnist¨ªa no es un indulto general, sino mucho m¨¢s que eso, de lo que se deduce que la Constituci¨®n la desautoriza mucho m¨¢s, por lo mismo que est¨¢ mucho m¨¢s desautorizado circular por una autopista a 220 kil¨®metros por hora que hacerlo a 120: una amnist¨ªa no equivale al perd¨®n, ni siquiera al olvido; una amnist¨ªa equivale al borrado del delito: a declarar que el delito jam¨¢s existi¨®. Ese fue exactamente el sentido de la amnist¨ªa del 77, que sirvi¨® para cerrar el franquismo y abrir la democracia. Contra lo que creen algunos, aquella amnist¨ªa no la reclamaron los franquistas, sino los antifranquistas (¡°Llibertat, amnistia, Estatut d¡¯autonomia¡±, coreaban por entonces las manifestaciones), y se promulg¨® para suprimir los delitos de los antifranquistas, no los de los franquistas (otra cosa es que se usara luego, de forma torticera, para limpiar desmanes franquistas); ese fue el sentido profundo de aquella ley crucial, eso fue lo que dijo: que el franquismo no ten¨ªa raz¨®n, que su legalidad era un fraude, que quienes ten¨ªan raz¨®n eran los antifranquistas y que sus supuestos delitos nunca existieron; aquella amnist¨ªa deslegitim¨® en la pr¨¢ctica el franquismo y legitim¨® el antifranquismo: ah¨ª radica en parte la legitimidad de nuestra democracia.
La hipot¨¦tica amnist¨ªa actual obrar¨ªa como la del 77, pero a la inversa: dir¨ªa que en Catalu?a, en 2017, nuestra democracia no ten¨ªa raz¨®n, que su legalidad era un fraude, que quienes ten¨ªan raz¨®n fueron los catalanes que arremetieron contra ella ¡ªy no los que mejor o peor la defendieron¡ª y que sus delitos fueron un invento de un r¨¦gimen ileg¨ªtimo; as¨ª que, adem¨¢s de deslegitimar a Pedro S¨¢nchez y a su partido ¡ªque en 2017 apoyaron la suspensi¨®n temporal de la autonom¨ªa catalana para defender las leyes democr¨¢ticas frente quienes hab¨ªan intentado pulverizarlas¡ª, la amnist¨ªa deslegitimar¨ªa la democracia legitimando a quienes la atacaron. No s¨®lo es una cuesti¨®n legal; es, sobre todo, una cuesti¨®n pol¨ªtica y moral. Un viejo socialista ha dicho que la amnist¨ªa ser¨ªa una condena de la Transici¨®n; no es as¨ª: en la pr¨¢ctica, ser¨ªa una condena de la democracia entera (una democracia de cuya legitimidad nadie en el mundo duda). Me niego en redondo a creer que el presidente S¨¢nchez vaya a cometer semejante desatino.
Algunos socialistas pregonan que la amnist¨ªa es necesaria para la reconciliaci¨®n de los catalanes; tambi¨¦n, que ser¨ªa el fin definitivo del proc¨¦s. Y yo me pregunto: si el PSOE considera que no puede haber reconciliaci¨®n sin amnist¨ªa y que esta tendr¨ªa efectos tan ben¨¦ficos para los catalanes, ?por qu¨¦ no incluy¨® esa medida en su programa electoral? ?Por qu¨¦ no nos explic¨® antes sus virtudes sanadoras? ?Por qu¨¦ la rechaz¨® taxativamente, en el Congreso y en todas partes, hasta que los secesionistas se la han exigido como condici¨®n para formar Gobierno? No nos tomen el pelo, por favor. No existe ning¨²n ¡°mandato democr¨¢tico¡± que autorice al PSOE a promover una amnist¨ªa, porque esa medida no figuraba en su programa electoral. La reciente victoria socialista en Catalu?a no significa que sus votantes le hayamos dado carta blanca al PSC-PSOE, ni siquiera que aprobemos cuanto ha hecho el Gobierno socialista; significa s¨®lo que muchos catalanes confiamos en que el PSC-PSOE puede hacer progresar nuestro pa¨ªs y fortalecer nuestra democracia mejor que cualquier otro partido. Pero no les quepa duda: si dejamos de creerlo, dejaremos de votarlos, en cuyo caso y por lo pronto su partido no alcanzar¨¢ la presidencia de la Generalitat, lo que acabar¨ªa con la esperanza m¨¢s veros¨ªmil del inicio de un arreglo real para el llamado problema catal¨¢n; la amnist¨ªa, salta a la vista, no har¨ªa m¨¢s que exacerbarlo, o al menos contribuir a enquistarlo: al fin y al cabo, ser¨ªa una forma inequ¨ªvoca de darles la raz¨®n a los promotores del proc¨¦s, que jam¨¢s han pedido disculpas por sus desmanes y a cada paso amenazan con repetirlos (si pidiesen disculpas, si los responsables de 2017 reconocieran sus errores y prometieran no volver a incurrir en ellos, tal vez podr¨ªa empezarse a hablar, con todas las salvedades y cautelas posibles, de nuevas medidas excepcionales, pero esa posibilidad jam¨¢s se ha planteado). Dejo para el final un ¨²ltimo argumento ¡ªel m¨¢s elemental y el m¨¢s hiriente¡ª que demuestra el error flagrante de una amnist¨ªa general: en Espa?a, una inmigrante rumana de 18 a?os puede ir a la c¨¢rcel por robar un bolso ¡ªyo lo he visto¡ª, pero una amnist¨ªa permitir¨ªa que no respondiese ante la justicia todo un presidente de un Gobierno auton¨®mico que ¡ªlo vimos todos¡ª malvers¨® millones, viol¨® a conciencia nuestras normas fundamentales, empezando por el Estatut y la Constituci¨®n, y coloc¨® Catalu?a al borde del enfrentamiento civil y la ruina econ¨®mica; en otras palabras: castigo ejemplar para los d¨¦biles e indefensos, impunidad para los poderosos. ?D¨®nde quedar¨ªa aqu¨ª la igualdad ante la ley que promete la democracia? Y, ?qu¨¦ demonios quedar¨ªa entonces de la izquierda?
No habr¨¢ amnist¨ªa, no como la del 77: me niego a creerlo. Los adversarios de Pedro S¨¢nchez han forjado una leyenda seg¨²n la cual el presidente es un tipo capaz de vender su madre a una red de explotaci¨®n sexual con tal de seguir en La Moncloa. Muchos no nos la hemos cre¨ªdo, y por eso le hemos continuado votando. S¨ª: es posible que los Maquiavelo de turno le est¨¦n diciendo que a qui¨¦n le importa que la amnist¨ªa sea inconstitucional, que patada a seguir y que ya la declarar¨¢ en unos a?os inconstitucional el Tribunal Constitucional, si es que tiene cuajo para hacerlo; o que le est¨¦n aconsejando que vista a la mona de seda y ¡ªdigamos¡ª llame Ley de Empat¨ªa a la Ley de Amnist¨ªa, que seguro que cuela. No puedo creer que el presidente les haga caso: nos dar¨¢ la raz¨®n a sus votantes, se la quitar¨¢ a sus adversarios; mejor dicho, aprovechar¨¢ esta oportunidad de oro para darles una buena lecci¨®n: les demostrar¨¢ que, para ¨¦l, como para cualquier pol¨ªtico de verdad, es m¨¢s importante el futuro de la democracia que el presente del poder. No desaprovechar¨¢ la ocasi¨®n.