Olvidos

Al final de Duelo en la alta sierra, obra maestra de Sam Peckinpah, el poco escrupuloso Randolph Scott vuelve junto a Joel McCrea, que lucha en defensa de sus principios contra los bandidos que le tienen rodeado. Scott trata de explicarle en el tiroteo por qu¨¦ elige finalmente el campo de la ley y McCrea desde?a esas improvisadas excusas: ¡°No, lo raro es que te olvidaste por un momento de que somos amigos, ahora todo est¨¢ bien¡±. En Espa?a ahora se nos exigen importantes olvidos, tan envilecedores como el que obnubil¨® a Scott por codicia. Se nos pide olvidar que los atropellos que cometieron los separatistas catalanes sublevados fueron delitos muy graves, no exabruptos debidos al entusiasmo del momento como el ¡°pico¡± de Rubiales. Tenemos que olvidar que Puigdemont es un delincuente reclamado por la justicia y considerarle un pol¨ªtico cuerdo, cuyas demandas deben ser escuchadas por el bien de todos. Debemos cerrar los ojos y borrar de la memoria el viaje humillante a rendirle pleites¨ªa de la vicepresidenta, as¨ª como sus zalemas y cucamonas, que parec¨ªan una parodia ridiculizadora de los peores estereotipos afeminados.

Pero la mayor exigencia de amnesia recae sobre los parlamentarios reci¨¦n elegidos. Antes de la investidura tentativa de Feij¨®o deben fingir olvidar que todos saben castellano y ahormarse a una babel cuyo ¨²nico objetivo es debilitar el v¨ªnculo de uni¨®n entre espa?oles, mucho m¨¢s efectivo y afectivo que las fratrias ordenadas por los nuevos caciques locales. Hay que ser merluzo de piscifactor¨ªa para creer que el pluralismo consiste en diferenciarse a toda costa, aunque sea devaluando lo que da sentido a la diferencia, o sea la unidad. ?Cu¨¢nto se esfuerzan en que olvidemos lo que somos para parecernos a lo que ellos quieren que seamos! Pero al final los viejos amigos se enfrentar¨¢n juntos a los forajidos...