El empacho moral de N¨²?ez Feij¨®o
El l¨ªder del PP sigue hoy en el mismo lugar en el que estaba hace un mes. Lo m¨¢s grave es cubrir de moralina los s¨ªmbolos e instituciones que pertenecen a todos
La fuerza de las convicciones en pol¨ªtica puede tener el efecto de forjar una posici¨®n inamovible, quiz¨¢s por eso Feij¨®o sigue hoy en el mismo lugar en el que estaba hace un mes: sin poder pactar con nadie m¨¢s que con la ultraderecha, Coalici¨®n Canaria y UPN. O ese es el mantra moral que vino a vender hoy al Parlamento el candidato a la investidura que va de la mano con Vox: el de erigirse como el pol¨ªtico honorable, de palabra y de principios frente al recreo de vanidosos charlatanes que han convertido el Congreso en puro juego de poder. Puede que esta caricatura dicot¨®mica construida con una estudiada ret¨®rica pol¨ªtica tiktoker le sirva para distinguirse de S¨¢nchez, pero aboca al mundo pol¨ªtico a un callej¨®n sin salida. El brutal desplazamiento de la pol¨ªtica hacia la moral que estamos viendo estos d¨ªas, con el argumentario de la dignidad, la humillaci¨®n, los traidores y la falta de escr¨²pulos, cierra el c¨ªrculo de cualquier negociaci¨®n o di¨¢logo porque las ideas y los proyectos propios del orden pol¨ªtico y la conciliaci¨®n de intereses contrapuestos que exige, se sustituye por un mundo ordenado moralmente en torno a opuestos excluyentes. El cl¨¦rigo implacable contrast¨® con el pol¨ªtico que sac¨® a paseo su poder: n¨²mero de diputados, mayor¨ªa absoluta del Senado, gobiernos auton¨®micos y locales (con Vox). Tambi¨¦n el que apel¨® a salir del bibloquismo y el que denunci¨® que no es verdad que la mitad de los espa?oles no pueda entenderse con la otra mitad. Bien cierto es. No ser¨ªa esto una contradicci¨®n performativa si Feij¨®o no hubiera apelado al esp¨ªritu de concordia mientras se encerraba en la fortaleza del bien frente a las fuerzas del mal o no hubiera dibujado una Espa?a en decadencia moral (sic) para erigirse como el ¨²nico salvador, viejo recurso del populista.
Feij¨®o parece no querer darse cuenta o se entera demasiado bien de lo que hace: si la realidad no se ajusta a mi molde moral, peor para ella. Lo m¨¢s grave es cubrir de moralina los s¨ªmbolos e instituciones que pertenecen a todos, como ya hace cuando habla de la Constituci¨®n, de la jefatura del Estado o incluso de la Transici¨®n. Y, sin embargo, no hubo periodo m¨¢s pol¨ªtico en nuestra historia reciente que el de la Transici¨®n. La Constituci¨®n no es el Santo Grial que haya que salvar frente a los infieles, sino el instrumento pol¨ªtico que marca las reglas del juego democr¨¢tico para la conciliaci¨®n de intereses contrapuestos que hacen posible la negociaci¨®n en democracia. Este Feij¨®o convertido en cl¨¦rigo moralizante pretendi¨® hacernos creer hoy que ¨¦l ha dicho que no a Junts por sus principios y por eso permanece inc¨®lume como una estatua de Santa Teresa. Es una forma curiosa de reconocer que tambi¨¦n ha hablado con Puigdemont y que quiz¨¢s ¡ªsolo quiz¨¢s¡ª lo que haya impedido esa negociaci¨®n es ir de la mano con Vox. Pero es m¨¢s f¨¢cil proceder con esa apropiaci¨®n moral y faccional de los s¨ªmbolos de todos, incluso en una sesi¨®n de investidura (o de censura), al precio de carcomer, cada d¨ªa un poquito m¨¢s, nuestras instituciones democr¨¢ticas.
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