?Qu¨¦ podr¨ªamos hacer las mujeres?
Pens¨¢bamos que la ¨²ltima palabra estaba en manos de una madre naturaleza que hab¨ªa acelerado su respuesta a tanto abuso y resulta que queremos ganar la partida destruy¨¦ndonos los unos a los otros
Pecamos de ingenuos. O de idiotas. Pens¨¢bamos que la ¨²ltima palabra estaba en manos de una madre naturaleza que hab¨ªa acelerado su respuesta a tantos a?os de abuso, maltrato y arrogancia antropoc¨¦ntrica, y resulta que estamos dispuestos a ganar la partida destruy¨¦ndonos los unos a los otros. Ha tenido el mundo ¨¦pocas de masacre, la diferencia es que la capacidad de destrucci¨®n del hombre se ha hecho ilimitada, as¨ª que no caben comparaciones. A pesar de la Segunda Guerra Mundial, de la Guerra Fr¨ªa, incluso a pesar de ...
Pecamos de ingenuos. O de idiotas. Pens¨¢bamos que la ¨²ltima palabra estaba en manos de una madre naturaleza que hab¨ªa acelerado su respuesta a tantos a?os de abuso, maltrato y arrogancia antropoc¨¦ntrica, y resulta que estamos dispuestos a ganar la partida destruy¨¦ndonos los unos a los otros. Ha tenido el mundo ¨¦pocas de masacre, la diferencia es que la capacidad de destrucci¨®n del hombre se ha hecho ilimitada, as¨ª que no caben comparaciones. A pesar de la Segunda Guerra Mundial, de la Guerra Fr¨ªa, incluso a pesar de ese bautismo de la destrucci¨®n masiva que fue la bomba at¨®mica, el ser humano se guard¨® siempre bajo la manga esa carta que conten¨ªa la esperanza de una redenci¨®n. Es in¨²til comparar el presente con aquel siglo XX en el que cupo, a pesar de los millones de muertos, la creencia de la nueva oportunidad, de la paz, la piedad y el perd¨®n, porque jam¨¢s ha habido en este mundo tal confluencia de imb¨¦ciles violentos con semejante capacidad de devastaci¨®n. Desde los frentes pol¨ªticos: los Bolsonaro que azuzan a los violentos cuando pierden; los emergentes Milei, que incitan al caos y al ego¨ªsmo asocial; los Orb¨¢n, que cercenan libertades y derechos; los Putin, saqueadores de su pueblo a fin de satisfacer ansias imperiales; los Kim Jong-un, capaces de mantener al 20% de su poblaci¨®n masculina de los 17 a los 54 a?os esclavos en el ej¨¦rcito; los Trump y los a¨²n m¨¢s fan¨¢ticos aspirantes que esperan desbancarle; los Netanyahu, que con su est¨²pida arrogancia no conocen otra respuesta al terrorismo que la matanza de inocentes que claman el derecho, hist¨®ricamente vulnerado, de tener un lugar en el mundo. Todos ellos sabi¨¦ndose poseedores de una capacidad de destrucci¨®n que nos mantiene en permanente alerta, arroj¨¢ndonos a vergonzosas trifulcas locales sobre qui¨¦n atesora m¨¢s derechos para ejercer la violencia.
Y, como siempre, las mujeres y los ni?os, primero: primeros en morir, primeras en sufrir humillaciones, primeras en padecer miedo, primeras en proteger con sus cuerpos el cuerpo de sus hijos, primeras en temblar bajo las bombas. El planeta dirigido por estos tipejos que propagan el odio a trav¨¦s de las armas o por esos otros que poseen nuestro cerebro expandiendo desde sus redes bulos que elevan la violencia, los Musk, Bezos, Zuckerberg, tanto da, teni¨¦ndonos engatusados con debates est¨¦riles para que nos creamos que gozamos de libertad de expresi¨®n. Todav¨ªa escucho a quien afirma que la inteligencia artificial es como la imprenta y que los seres humanos siempre hemos tenido miedo al progreso tecnol¨®gico. Claro que tenemos miedo, aunque solo sea por ver en qu¨¦ manos estamos, por estar abrumados ante tal despliegue de poder insensato, por desconocer si en alg¨²n momento alg¨²n acontecimiento a¨²n m¨¢s terrible de los que se est¨¢n produciendo har¨¢ que estos millonarios sin escr¨²pulos desaparezcan de la faz de la tierra.
A menudo me pregunto qu¨¦ hacemos las mujeres. Si somos conscientes de ser las que m¨¢s sufrimos de la locura violenta siempre liderada por hombres, si aun sin ser madres tenemos la conciencia de que otras lo son y de que sus criaturas necesitan que velemos por ellas, ?por qu¨¦ no actuamos?, ?por qu¨¦ andamos enredadas, en esta m¨ªnima y privilegiada parte del mundo, en debates in¨²tiles, cansinos, que atienden m¨¢s a juegos conceptuales que a la vida real de esas otras a las que la discusi¨®n por la terminolog¨ªa no las salva ni les mejora la vida? Veo las viejas fotos de las activistas que engrosaron el movimiento pacifista durante la guerra del Vietnam, que alzaron los brazos frente a la Casa Blanca: no defend¨ªan solo la vida de los suyos, sino la de madres y ni?os que estaban en el otro extremo del mundo.
Solo faltaba el discurso del decepcionante Biden: con la boca peque?a advierte de que no hay que matar civiles y con la grande insta a reforzar la guerra. Y Von der Leyen. Es una broma macabra. Para nosotras la paz es un estado de primera necesidad, urgente.