Javier Milei, caballo de Troya del peronismo
En un pa¨ªs como Argentina cuyo drama profundo es la econom¨ªa, no resulta raro que el buf¨®n m¨¢s exitoso sea un economista enajenado. Vocifera contra el Estado, pero recibe el apoyo de los mismos que se han enriquecido gracias al Estado
Hasta hace pocos a?os, Javier Milei era un oscuro economista que viv¨ªa con cuatro machos caninos en un departamento del Abasto. Trabajaba como asesor del magnate Eduardo Eurnekian, un poderoso contratista del Estado, e intentaba insertarse en pol¨ªtica asesorando a Daniel Scioli, entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, y a Antonio Bussi, condenado por delitos de lesa humanidad. Milei sol¨ªa pasar por el canal de televisi¨®n de la ciudad, muy cerca de su casa, intentando que lo invitasen a pasar al aire; le gustaba desatarse frente a la c¨¢mara, hacerse ver. Su personaje medi¨¢tico comenz¨® en programas nocturnos a los que acud¨ªa vestido de superh¨¦roe, como un Batman entrado en carnes. Cuando discute se hincha como un sapo, su voz va del pitido al vozarr¨®n: quien lo contradiga ser¨¢ tratado de ¡°chorro¡±, ¡°c¨®mplice¡± o cosas peores. Su agresividad siempre est¨¢ intacta: despu¨¦s de agredir, no recula. Cuando terminaba el programa, volv¨ªa a su casa, se sacaba el disfraz y miraba tele con sus perros. Por esa ¨¦poca, nadie imaginaba que ese hombre grit¨®n disfrazado con calzas pudiera llegar a competir por la presidencia de Argentina.
En un pa¨ªs donde la econom¨ªa es el drama profundo, no es raro que el buf¨®n m¨¢s exitoso sea un economista enajenado. Pero la novedad de Milei es el estilo de su violencia, y c¨®mo esta conecta con el hartazgo de una sociedad vapuleada por la crisis econ¨®mica y una inflaci¨®n sin control. Milei es un talentoso vocero de la furia, y su campa?a consiste en desplegar blasfemias contra los dogmas sagrados del kirchnerismo, el partido en el poder desde hace m¨¢s de 20 a?os. Donde hubo Abuelas de Plaza de Mayo, que haya una candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, que interpele a Estela de Carlotto ¡°que diga la verdad; su hija era una combatiente de Montoneros¡±. La orgullosa reivindicaci¨®n de los militares por parte de Villarruel pasa por rebeld¨ªa. Donde hubo ¡°Gobierno de cient¨ªficos¡±, que el grito de guerra sea cerrar el Conicet, la oficina de ciencia estatal. Milei enarbola utop¨ªas econ¨®micas, como la dolarizaci¨®n, pero su propuesta m¨¢s concreta es el castigo pol¨ªtico: procura hacer un ¡°reordenamiento ideol¨®gico¡±, donde muchos ven un nuevo populismo adornado de discurso opositor.
Pero son los v¨ªnculos entre Milei y el mism¨ªsimo Sergio Massa, candidato presidencial del kirchnerismo y zar de la inflaci¨®n anual del 120%, los que dan otro cariz al acting furibundo de Milei. Porque fue justamente Massa, actual ministro de Econom¨ªa, quien colabor¨® activamente para el desarrollo de la marca Milei. Aunque la informaci¨®n circulaba hac¨ªa tiempo, la semana pasada, el c¨¦lebre publicitario Ramiro Agulla cont¨® que Massa lo llam¨® para crear la imagen de campa?a de Milei, que Eurnekian pagar¨ªa. Palad¨ªn de la falta de escr¨²pulos, la mano experta de Massa habr¨ªa sido clave para dise?ar, desde las sombras, un escenario electoral favorable al peronismo: uno que le permitiese a la corporaci¨®n peronista apostar por dos caballos (de los tres que corren), maximizando sus chances para retener el poder. Un candidato oficial y otro blue; en Argentina, la realidad imita al d¨®lar, siempre hay un d¨®lar oficial y otro blue. Un candidato oficial por la reelecci¨®n del kirchnerismo (Massa), y un caballo de Troya que cabalgue la furia antigobierno: Javier Milei.
En efecto, El Le¨®n parece un outsider, pero no lo es. No solo porque sus listas est¨¢n pobladas por un tropel de gente de Sergio Massa, sino porque la corporaci¨®n peronista no disimula su actitud mimosa hacia Milei. Milei ruge, pero la casta ronronea: el sindicalista Luis Barrionuevo, autor de la c¨¦lebre frase ¡°hay que dejar de robar por dos a?os¡±, organiza los actos anticasta de Milei. Milei vocifera que viene a embestir al Estado, pero recibe el apoyo de los mismos sindicalistas multimillonarios y empresarios enriquecidos gracias al Estado. Eurnekian mismo sum¨® recientemente a su emporio aeroportuario el negocio de hacer los documentos de identidad. Todo parece indicar que el temible Le¨®n es en realidad un suave gatopardo, que finge una revoluci¨®n contra el sistema para que nada cambie.
Por su parte, Milei pertenece a una estirpe conocida de pol¨ªticos argentinos que se posicionan como iluminados intelectuales, que descienden sobre la sociedad con sus Diez Mandamientos. Cristina Kirchner y Axel Kicillof son ejemplos recientes, pero la historia abunda en estas actitudes fundacionales: ellos o el abismo. Solo que Milei no posa de iluminado: lo vive. Encarnar al profeta enardecido es su fortaleza, su coraza: su traje de superh¨¦roe. Como todo mes¨ªas, no hay lugar para otro en su pedestal ¡ªmenos para uno que venga con Biblia propia¡ª. As¨ª, Milei consider¨® que el papa Francisco es ¡°el representante del Maligno en la Tierra¡±. El Peluca se siente m¨¢s c¨®modo pontificando que discutiendo ideas pr¨¢cticas. Los goznes de la pol¨ªtica sublunar no le interesan. Desde que fue electo diputado, nunca particip¨® en comisiones ni present¨® un proyecto en el Congreso. Se limita a votar en contra ¡°por ideolog¨ªa¡± o a votar con el kirchnerismo. Una vez, pidi¨® votar de nuevo porque no hab¨ªa le¨ªdo la ley en cuesti¨®n (hab¨ªa votado en contra de establecer un d¨ªa de duelo por el atentado a la AMIA, la mutual jud¨ªa que explot¨® por los aires en 1994). Milei est¨¢ convirti¨¦ndose al juda¨ªsmo, pero ni siquiera en ese caso se rebaj¨® a leer el proyecto. La responsabilidad no es una pasi¨®n que practique; prefiere encarnar al revoltoso, al inconformista. Desde ese lugar, sobreact¨²a un purismo juvenilista, y provee la muestra m¨¢s palpable de c¨®mo ser¨ªa un eventual Gobierno suyo. Las fuerzas de Milei ser¨ªan minor¨ªa en ambas C¨¢maras, pero har¨ªan del desprecio por la labor congresal su m¨¦todo. Todo es carne para chantaje medi¨¢tico: si no haces lo que digo, sos casta.
Dos ac¨®litos de Milei viajaron a Nueva York a conseguir fondos para la magia prometida de dolarizar. La recepci¨®n fue fr¨ªa para estodoce fans fervientes del capitalismo: los banqueros americanos notaron su falta de equipos y de planes concretos, su marcada improvisaci¨®n; por lo dem¨¢s, Milei ha construido una imagen p¨²blica de ser una persona desbordada e inestable. Por esos d¨ªas, The Economist public¨® un perfil devastador de Milei. Argentina se ha granjeado su mala reputaci¨®n en Wall Street: pide prestado y nunca devuelve. Milei lleva esta conducta al paroxismo: pide cifras irrisorias ¡ª40.000 o 50.000 millones de d¨®lares¡ª para llevar adelante la quimera con la que excit¨® a su electorado. ?Contra qu¨¦ garant¨ªa le prestar¨ªan dinero? ?Bonos argentinos del Banco Central? Milei brama que quiere cerrar el Banco Central, y esos bonos valdr¨ªan cero si Milei se calza de nuevo su traje de superh¨¦roe para salir a volar. Tambi¨¦n si su Gobierno eventual termina siendo comido por el peronismo.
Por este motivo, El Le¨®n se desvive por proyectar una imagen de fuerza, de macho alfa capaz de ejecutar las reformas hasta el final. Con este argumento, Milei se enfrenta a su ¨²nico y verdadero rival, Juntos por el Cambio, cuya candidata presidencial es una mujer, Patricia Bullrich. Internet rebosa de escenas donde Milei le grita a distintas mujeres, las manda a callar o las maltrata, donde pierde totalmente los estribos cuando lo contradicen. Sus actitudes desp¨®ticas no lo muestran como un var¨®n viril ni tampoco como un liberal, sino m¨¢s bien como la reversi¨®n hist¨¦rica y macha de Cristina Kirchner, la capitana de la debacle de los ¨²ltimos 20 a?os, para quien la pol¨ªtica fue ante todo un escenario donde montar su particular ideolog¨ªa.
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