Los obispos decepcionan
Negar las cifras del Defensor del Pueblo sobre pederastia es una forma de demorar la soluci¨®n de un grave problema
La reacci¨®n de los obispos espa?oles ante el demoledor informe presentado el pasado viernes por el Defensor del Pueblo, ?ngel Gabilondo, sobre los abusos sexuales en la Iglesia cat¨®lica espa?ola ha sido decepcionante. Si bien, por un lado, la...
La reacci¨®n de los obispos espa?oles ante el demoledor informe presentado el pasado viernes por el Defensor del Pueblo, ?ngel Gabilondo, sobre los abusos sexuales en la Iglesia cat¨®lica espa?ola ha sido decepcionante. Si bien, por un lado, la asamblea de la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE) asume el reconocimiento del da?o cometido, acepta la petici¨®n de perd¨®n a las v¨ªctimas y expresa su disposici¨®n a implementar las recomendaciones que el informe propone, por otro contin¨²a negando la magnitud del problema. As¨ª, rechaza ¡ªen boca de su presidente, Juan Jos¨¦ Omella¡ª la cifra de 440.000 v¨ªctimas que se deduce del informe y trata de diluir su responsabilidad concreta argumentando que esta lacra ¡°va m¨¢s all¨¢ de la Iglesia¡±. Adem¨¢s, condiciona su participaci¨®n en el fondo de compensaci¨®n a que dicho resarcimiento se extienda a otros ¨¢mbitos de la sociedad.
A la defensiva, Omella, en nombre de los obispos, rechaza la extrapolaci¨®n de la encuesta ¡ªencargada por el Defensor del Pueblo y realizada a 8.000 personas¡ª, que arroja el resultado de que el 1,13% de la poblaci¨®n ha sufrido abusos durante su infancia en el ¨¢mbito religioso. Al presidente de la Conferencia Episcopal le parece escandalosa la cifra resultante. Y es que lo es. Pero en lugar de reconocer la magnitud del problema y del da?o causado a las v¨ªctimas y a sus familias, el prelado reacciona atribuyendo cierta ¡°intencionalidad¡± a la extrapolaci¨®n de las cifras, cuando en realidad el equipo del Defensor ha aplicado una precisa ciencia social y una operaci¨®n matem¨¢tica incuestionable. ¡°Somos todos de letras y no de matem¨¢ticas¡±, reconoci¨® el lunes el cardenal ante los periodistas. Por lo que a ¨¦l respecta, en esto lleva raz¨®n.
La jerarqu¨ªa cat¨®lica espa?ola ha sido muy reacia desde el comienzo a seguir los pasos dados por las conferencias episcopales de pa¨ªses como Estados Unidos, Alemania, Francia, Portugal o Irlanda, que hace ya tiempo ¡ªlos obispos de EE UU tomaron la decisi¨®n en 2003¡ª encargaron por iniciativa propia investigar los abusos sexuales en su ¨¢mbito de responsabilidad, publicaron los resultados y los aceptaron.
En Espa?a, bien al contrario, los responsables eclesi¨¢sticos han minimizado siempre el grave problema recurriendo a la expresi¨®n ¡°casos puntuales¡±, han tratado de desacreditar el exhaustivo trabajo de EL PA?S sobre esta comisi¨®n de delitos y solo han encargado a un despacho de abogados que investigara los hechos una vez que este peri¨®dico hab¨ªa hecho llegar un completo dosier al papa Francisco y cuando en el Parlamento espa?ol ya estaba en marcha la decisi¨®n de encargar una comisi¨®n independiente. No hay resultados todav¨ªa de los trabajos de la investigaci¨®n de la Iglesia cat¨®lica espa?ola, que no ha cumplido los plazos prometidos. Ahora niega las cifras del informe del Defensor de Pueblo y condiciona su colaboraci¨®n econ¨®mica con una premisa pr¨¢cticamente imposible de cumplir en el corto plazo. Se trata de una actitud reiterada y prolongada de falta de colaboraci¨®n.
Durante d¨¦cadas, los obispos espa?oles han aplicado el da?ino principio de que los trapos sucios se lavan en casa, pretendiendo equivocadamente anteponer el prestigio de la instituci¨®n al reconocimiento del da?o, el castigo a los culpables y la reparaci¨®n a las v¨ªctimas. Resulta incomprensible ¡ªm¨¢xime a la vista de la inequ¨ªvoca actitud respecto a los abusos de su superior jer¨¢rquico, el Papa¡ª que no acepten la evidencia y no decidan colaborar plenamente en todos los aspectos ¡ªinvestigaci¨®n, reconocimiento y reparaci¨®n¡ª de un problema que ha sacudido a la sociedad espa?ola.