Una agenda social potente para justificar una medida excepcional

Lo que evidenci¨® de forma incluso reiterativa el debate de investidura fue la centralidad de la agenda social del Gobierno de coalici¨®n para los pr¨®ximos a?os: la minuciosidad enumerativa de las pol¨ªticas ya adoptadas y el detalle sobre los numerosos planes del futuro Gobierno eran la mejor manera de transmitir para qu¨¦ van a servir los votos de los 179 diputados y el efecto real y pr¨¢ctico que tendr¨¢ impedir el acceso al poder de una coalici¨®n que incluir¨ªa necesariamente los votos de la ultraderecha, como sucede ya en comunidades y ayuntamientos. Resistirse a acordar una amnist¨ªa significaba el riesgo de ver subir un pelda?o m¨¢s institucional a una ultraderecha que est¨¢ comi¨¦ndose por dentro la confianza de los conservadores en sus propias fuerzas (quiz¨¢ incluso contra el perfil natural de la mayor¨ªa de sus votantes, al menos de fuera de Madrid). Volvi¨® a acertar Aitor Esteban: el motor del PP est¨¢ gripado por usar aceite Vox.

Fuera del alarmismo ret¨®rico y la insultante desfachatez de la ultraderecha, el debate de investidura ha tenido la virtud imprevista y seguramente programada de evidenciar d¨®nde est¨¢n puestos los objetivos de un Gobierno de izquierdas. Dicho de otro modo, las medidas socialdem¨®cratas que desplegaron tanto Pedro S¨¢nchez como Yolanda D¨ªaz ¡ªes decir, los dos socios del futuro gobierno¡ª funcionaron como potente ant¨ªdoto contra la alarma, el disgusto o la resistencia que causa el acuerdo de una ley de amnist¨ªa a numerosos votantes socialistas: solo la ejecutoria efectiva del Gobierno y la hondura de sus medidas podr¨¢ convencer a sus votantes de que vali¨® la pena.

La investidura ratific¨® la l¨®gica desplegada desde el inicio del debate en la ma?ana del mi¨¦rcoles: la condici¨®n de posibilidad para mantener y ampliar el rumbo del actual Gobierno de coalici¨®n ha sido una ley de amnist¨ªa en la que nadie pensaba hace tres meses, y ese precio ha sido considerado aceptable por 179 diputados, de los que hace tres meses casi ninguno pensaba en ella. La alternativa cruda era amnist¨ªa o repetici¨®n electoral. De esa ¡°circunstancia¡± o ¡°vicisitud¡±, como la llam¨® S¨¢nchez, nace la determinaci¨®n de aplicar el ¡°perd¨®n¡± (lo dijo S¨¢nchez al menos tres veces) a cambio del compromiso de que Junts regrese a la institucionalidad constitucional sin apelar a otra cosa, desde la tribuna del Congreso, que al cumplimiento de los acuerdos pactados con el PSOE. Sin amnist¨ªa era imposible que un partido que sabote¨® a conciencia el sistema democr¨¢tico en Catalu?a regresase a ¨¦l. Esa ha sido la condici¨®n de posibilidad para el nuevo Gobierno.

Es verdad que a buena parte de sus votantes el tiempo dedicado a justificar la amnist¨ªa les debi¨® saber a poco. Posiblemente, no basta la compensaci¨®n efectiva de tener un Gobierno de izquierdas para justificar esa medida excepcional que afecta al coraz¨®n emocional de muchos espa?oles, incluidos tambi¨¦n muchos catalanes. Est¨¢ en la mano de S¨¢nchez ¡ªuna vez obtenida la investidura¡ª argumentar de forma contundente que el precio de una amnist¨ªa no se justifica solo por la presidencia, sino por una agenda social potente y el aplazamiento cuando menos indefinido del unilateralismo como pr¨¢ctica antidemocr¨¢tica e ileg¨ªtima de Junts. Con m¨¢s raz¨®n todav¨ªa cuando fue el propio presidente quien a ¨²ltima hora del mi¨¦rcoles record¨® a M¨ªriam Nogueras que no existe hoy partido en Catalu?a, ni siquiera el que venci¨® rotundamente el 23-J, es decir, el PSC, que pueda ¡°monopolizar la voz de un solo pueblo¡±, entre otras cosas porque eso por fortuna no existe.