Ser resistencia
No son los j¨®venes los ¨²nicos responsables del triunfo de Milei, pero nos toca reconocer que han sido muy poco atendidos por el sistema. En este y en otros aspectos, nos debemos hacer una seria autocr¨ªtica
Motosierra en mano, apareci¨® como el que quer¨ªa destruirlo todo: los derechos humanos, los avances democr¨¢ticos, las leyes, los medios p¨²blicos, la Seguridad Social, la educaci¨®n, el sistema de salud, los feminismos¡ Destruir todo aquello que tuviera relaci¨®n con sus dos principales obsesiones: el Estado y la ¡°casta pol¨ªtica¡±. Una puesta en escena que ...
Motosierra en mano, apareci¨® como el que quer¨ªa destruirlo todo: los derechos humanos, los avances democr¨¢ticos, las leyes, los medios p¨²blicos, la Seguridad Social, la educaci¨®n, el sistema de salud, los feminismos¡ Destruir todo aquello que tuviera relaci¨®n con sus dos principales obsesiones: el Estado y la ¡°casta pol¨ªtica¡±. Una puesta en escena que recordaba aquella del 2001 en que la gente sali¨® a las calles, harta de la ineficiencia del Gobierno a gritar ¡°Que se vayan todos¡±. Javier Milei repite hoy el grito, pero desde un lugar que recuerda m¨¢s a Trump y a Bolsonaro, con sus discursos antiderechos y antisistema, mesi¨¢nicos, xen¨®fobos, racistas y mis¨®ginos, que al pueblo enardecido de aquel momento. Sin embargo, el hartazgo de una amplia mayor¨ªa de la poblaci¨®n (?m¨¢s del 55%!) es similar al de entonces.
Frente a este personaje, lo primero que apareci¨® para muchos fue el desconcierto (¡°?Qui¨¦n es?¡±, ¡°?De d¨®nde sali¨®?¡±), despu¨¦s la descalificaci¨®n (¡°No tiene propuestas¡±, ¡°Es un loco¡±) y finalmente el espanto: el domingo 19 de noviembre pod¨ªa suceder lo peor.
Y sucedi¨®.
Alguien cuyo ¨¦xito ven¨ªa del TikTok, de negar la violencia de la dictadura, de burlarse de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, de oponerse al aborto y de defender el libre mercado al punto de postular la venta libre de ¨®rganos, de personas y de armas, hab¨ªa sido elegido nuevo presidente de la Rep¨²blica.
El espanto se transform¨® en dolor: el mismo a?o que est¨¢ cumpliendo 40 a?os nuestra democracia ¡ªconstruida paso a paso, despu¨¦s de la brutal dictadura (1976-1983) que pr¨¢cticamente acabara con una generaci¨®n, por una sociedad lastimada, pero convencida del valor del respeto a los derechos humanos¡ª el voto popular le dio el triunfo a un ultraderechista oscuro e impredecible que se ha apropiado de la palabra ¡°libertad¡±.
Me detengo en un aspecto del perfil de los votantes; el que muestra el porqu¨¦ del voto juvenil por Milei. Hay una nueva generaci¨®n que ha crecido en democracia, que est¨¢ desencantada y frustrada ante un presente que le ofrece pocas posibilidades de desarrollo y superaci¨®n; el 70% de estos j¨®venes de entre 16 y 24 a?os eligieron la pol¨ªtica de la motosierra. Muchos de ellos ni siquiera est¨¢n de acuerdo con las propuestas pol¨ªticas de Milei, pero est¨¢n hartos de un sistema que los excluye y celebran los discursos del influencer que promete destruir a la clase pol¨ªtica.
?Qui¨¦n se atreve a juzgarlos cuando m¨¢s del 43% de ellos vive en la pobreza? ¡°Un 11,1% m¨¢s que el grupo de 30 a 64 a?os. Mientras que la desocupaci¨®n general es del 6,2 %, el 13% de la poblaci¨®n juvenil no tiene trabajo. (¡) Estas condiciones se entraman con la degradaci¨®n de las condiciones de muchos barrios populares, con servicios deficientes, carencia de transporte p¨²blico y pocos espacios de encuentro y socializaci¨®n para las juventudes¡±, seg¨²n el especialista Pablo Vommaro.
No son ellos los ¨²nicos responsables del triunfo de Milei, pero nos toca reconocer que han sido muy poco atendidos por el sistema. En este y en otros aspectos, nos debemos hacer una seria autocr¨ªtica: pensar en el fracaso de las medidas econ¨®micas, en la fragilidad de las pol¨ªticas sociales, en la fallida transmisi¨®n de la memoria. Ahora tenemos que imaginar c¨®mo construir redes de resistencia dentro del campo institucional ¡ªel Congreso, donde Milei est¨¢ en minor¨ªa, tiene que ser terreno de acuerdos inteligentes¡ª y en las calles, con los sectores que, aun en su descontento, buscan caminos democr¨¢ticos para defender los derechos conseguidos. Pienso en la fuerza del movimiento feminista, por ejemplo. Tambi¨¦n all¨ª est¨¢n las j¨®venes, no lo olvidemos, no les fallemos. Pienso en las organizaciones de base, en los espacios de defensa de las diversidades sexuales, de los pueblos originarios, del medio ambiente. Pienso en nuevas narrativas para contar nuestra historia y en nuevas, nov¨ªsimas, maneras de transmitirlas.
El domingo en la noche llor¨¦ y puse un list¨®n negro en todos mis perfiles; el lunes me despert¨¦ desolada y angustiada. Hoy, que escribo estas l¨ªneas para ustedes, asumo, con muchas y muchos, una vez m¨¢s este lugar de resistencia y oposici¨®n que tan bien conocemos. Como dice ese hermoso dibujo que circul¨® en redes ¡ªuna mujer con pa?uelo en la cabeza, una bandera, l¨¢grimas en los ojos y el brazo en alto¡ª: ¡°Claro que voy a ser la resistencia, pero antes voy a llorar¡±. Ya lloramos, ahora hay que trabajar.
Como gente comprometida con los derechos humanos y con la defensa de la democracia, nuestro deber ¨¦tico es respetar la voluntad popular ¡ªcomo dice una querida amiga, hija de desaparecidos, ¡°porque nosotros no somos ellos¡±¡ª y luchar con dignidad, con inteligencia, con empat¨ªa, con creatividad, desde la oposici¨®n para impedir la aniquilaci¨®n de lo mejor que ha logrado el pa¨ªs en los ¨²ltimos 40 a?os, y construir desde all¨ª una realidad m¨¢s incluyente, m¨¢s sensible, m¨¢s atenta a las necesidades de las mayor¨ªas.
Por los que est¨¢n, por los que ya no est¨¢n y sobre todo por los que vendr¨¢n.