Sunak se empe?a en Ruanda
El primer ministro brit¨¢nico trata de eludir al Tribunal Supremo para seguir con la pol¨ªtica migratoria defendida por el ala dura de su partido
Rishi Sunak ha decidido amarrar su futuro pol¨ªtico al ¨¦xito de las deportaciones de inmigrantes en situaci¨®n irregular a Ruanda. El Gobierno brit¨¢nico ha renegociado el tratado ya existente con el pa¨ªs africano, que cerr¨® Boris Johnson hace a?o y medio, para intentar enmendar todas las ilegalidades se?aladas en el texto por el Tribunal Supremo del Reino Unido. La respuesta de Downing Street a...
Rishi Sunak ha decidido amarrar su futuro pol¨ªtico al ¨¦xito de las deportaciones de inmigrantes en situaci¨®n irregular a Ruanda. El Gobierno brit¨¢nico ha renegociado el tratado ya existente con el pa¨ªs africano, que cerr¨® Boris Johnson hace a?o y medio, para intentar enmendar todas las ilegalidades se?aladas en el texto por el Tribunal Supremo del Reino Unido. La respuesta de Downing Street a la demoledora sentencia del mes pasado es m¨¢s un ejercicio de voluntarismo para contentar al ala dura del Partido Conservador que un esfuerzo honesto por garantizar la seguridad jur¨ªdica de un modo de tratar a seres humanos muy cuestionable ya desde un punto de visto ¨¦tico.
Ni un nuevo tratado ni declaraciones solemnes ni legislaci¨®n adicional pueden cambiar de modo m¨¢gico la realidad. Los magistrados del Supremo no cuestionaron en su decisi¨®n el m¨¦todo elegido ¡ªla externalizaci¨®n a un tercer pa¨ªs de la gesti¨®n de los inmigrantes y de la tramitaci¨®n de sus solicitudes de asilo¡ª, sino las deficiencias en el sistema de asilo ruand¨¦s, seg¨²n denunciaban instituciones solventes como el Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU. Actualmente, no hay garant¨ªas de que se pueda evitar que el Gobierno de Kigali acabe devolviendo a los reci¨¦n llegados a pa¨ªses donde su vida o su libertad se ver¨ªan seriamente amenazadas.
El nuevo tratado establece claramente la prohibici¨®n de esas devoluciones e impone normas claras de atenci¨®n y cuidado para los inmigrantes realojados, pero corresponder¨ªa a una comisi¨®n independiente, financiada y supervisada en ¨²ltimo t¨¦rmino por el Gobierno brit¨¢nico, la comprobaci¨®n constante de que esa declaraci¨®n de buenas intenciones se corresponde con la realidad diaria.
La nueva estrategia de Sunak consiste en redoblar su apuesta y confiar en el puro agotamiento de la v¨ªa judicial. La realidad que se esconde detr¨¢s de esta maniobra es, sin embargo, la de una guerra pol¨ªtica interna que Sunak es incapaz de controlar. Los m¨¢s duros del Partido Conservador, encabezados por la exministra del Interior, Suella Braverman, presionan al primer ministro para que saque al Reino Unido de la Convenci¨®n Europea de Derechos Humanos, que Londres firm¨® hace ya d¨¦cadas, y tenga manos libres para dise?ar una pol¨ªtica migratoria todo lo dura que reclamen los votantes.
Los moderados del partido, sobre todo los que ocupan puestos gubernamentales, han amenazado con poner en marcha una rebeli¨®n si Sunak opta por saltarse el derecho internacional. El primer ministro, de momento, se resiste a dar ese ¨²ltimo salto al abismo, pero a la vez se ha atado al m¨¢stil desesperado de la estrategia de Ruanda, empe?ado en que el primer avi¨®n lleno de inmigrantes con destino a ese pa¨ªs despegue antes de las pr¨®ximas elecciones generales, previstas para finales del a?o que viene.