El juicio paralelo de ¡®Altsasu¡¯
Lo revelador de este caso. adem¨¢s de ser un ejemplo de la batalla cultural sobre el relato del conflicto vasco, es la normalizaci¨®n de la idea que los jueces y los procesos judiciales no pueden ser cuestionados en p¨²blico
¡°Se hace un juicio paralelo de la administraci¨®n de justicia¡±. Este fue el razonamiento que a principios de noviembre de 2021 expuso la portavoz popular en el Ayuntamiento de Vitoria para criticar al alcalde nacionalista. El motivo era que la obra de teatro Altsasu, que se acababa de estrenar en Bilbao, se representar¨ªa al cabo de pocos d¨ªas en el Teatro Principal de la capital alavesa. M¨¢s de dos a?os despu¨¦s, ...
¡°Se hace un juicio paralelo de la administraci¨®n de justicia¡±. Este fue el razonamiento que a principios de noviembre de 2021 expuso la portavoz popular en el Ayuntamiento de Vitoria para criticar al alcalde nacionalista. El motivo era que la obra de teatro Altsasu, que se acababa de estrenar en Bilbao, se representar¨ªa al cabo de pocos d¨ªas en el Teatro Principal de la capital alavesa. M¨¢s de dos a?os despu¨¦s, tras haberse representado en varias ciudades espa?olas, la obra de la dramaturga Maria Goricelaya y su compa?¨ªa La Dram¨¢tica Errante lleg¨® esta semana al Teatro de la Abad¨ªa de Madrid. La tarde del mi¨¦rcoles, como es bien sabido, Vox organiz¨® una concentraci¨®n ante las puertas del teatro. La convocatoria fue amplificada por los medios de comunicaci¨®n afines al partido postfranquista, la polic¨ªa tuvo que proteger el acceso y las decenas de personas congregadas corearon consignas del tipo ¡°Ayuso, Almeida, est¨¢n en la comedia¡±, ¡°Ni olvido ni perd¨®n, ETA a prisi¨®n¡± o ¡°Contra la ETA, metralleta¡±. La justificaci¨®n de la protesta, cuyo absurdo argumentario expuso la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, a finales del a?o pasado lo hab¨ªa planteado Ana Mar¨ªa Velasco ¨Dtambi¨¦n diputada en la Asamblea, v¨ªctima del terrorismo, hija de un comandante asesinado en 1980 por la mafia etarra¨D. ¡°Una obra de teatro que justifica los ataques y las agresiones que sufrieron dos guardias civiles y sus novias en Alsasua y que es puro adoctrinamiento nacionalista, que cuestiona la justicia y que realiza un juicio paralelo de unos hechos que sentenciaron los tribunales¡±. Estaba repitiendo casi literalmente, a conciencia, lo dicho por la portavoz popular en Vitoria.
Pero que el dedo de Vox no nos impida ver el bosque. Lo revelador de esa descripci¨®n, adem¨¢s de ser un ejemplo de la batalla cultural sobre el relato del conflicto vasco, es la normalizaci¨®n de la idea que los jueces y los procesos judiciales no pueden ser cuestionados en p¨²blico, como si el Poder Judicial debiese ser inmune a la cr¨ªtica en un Estado de derecho y la verdad judicial debiese aceptarse como verdad ¨²nica, sacrosanta y definitiva. Aceptar este tab¨², que protege unos intereses, nos infantiliza como ciudadanos.
Uno de los recursos dram¨¢ticos m¨¢s persuasivos de Altsasu, finalista en la categor¨ªa de mejor espect¨¢culo de los Premios Max, es un cambio de vestuario a trav¨¦s del cual los actores pasan de ser taberneros a guardias civiles, de vecinos y padres a jueces. Ese sencillo cambio de chaqueta obliga al espectador a suspender el juicio y durante la contemplaci¨®n de esta ficci¨®n de base real, poco a poco, se descubre cuestionando sus certezas sobre c¨®mo los medios espectacularizaron el caso y su judicializaci¨®n posterior. S¨ª es, por suerte, un juicio paralelo, pero no en un tribunal sino en un espacio tan peligroso como un teatro. As¨ª ese cuestionamiento del relato un¨ªvoco ¨Dincluy¨® la acusaci¨®n por terrorismo y como consecuencia un periodo de prisi¨®n preventiva injustificable¨D es lo que incomoda y esa experiencia es lo que convierte la obra en un inquietante ejemplo de teatro pol¨ªtico. Inquietante no porque defienda una verdad de parte, que ser¨ªa una forma como cualquier otra de imbecilizar al espectador o reforzar sus leg¨ªtimos prejuicios, sino precisamente porque con cuatro taburetes en un escenario desnudo se evidencia que la idea de que existe solo una verdad sobre lo ocurrido aquella madrugada del 15 de octubre de 2016 ha sido una imposici¨®n ideol¨®gica que, para mantenerse, con todo lo que implica (la batalla cultural, la inmunidad del Poder Judicial, la desinformaci¨®n interesada), necesita no ser problematizada. La paradoja es que condenar esta forma de disenso, amenazando la libertad de expresi¨®n, cohesiona, de acuerdo, pero provoca que el conflicto, en ¨²ltimo t¨¦rmino, no pueda ser superado: se niega la posibilidad de escuchar a los otros. Y ese ejercicio de escucha es el que propon¨ªa el proyecto Cicatriz del maestro Sanch¨ªs Sinisterra y del que surgi¨® Altsasu: ¡°?puede el teatro, sin adoptar una posici¨®n vengativa o compasiva, contribuir a resta?ar las heridas y a desvelar las cicatrices?¡±