C¨¢ncer de mama y salud mental
Los lectores escriben sobre el elevado coste de una operaci¨®n de simetrizaci¨®n del pecho sano, el mercado laboral, las prisas con las que uno va por la vida, y sobre la adicci¨®n a las pantallas
Pasar por un c¨¢ncer de mama conlleva much¨ªsimas situaciones donde la salud mental se puede ver afectada. Llevo siete meses intentado mantenerme fuerte y serena mientras sufro las consecuencias de la quimioterapia y al llegar la hora de la mastectom¨ªa, y de todas las posteriores operaciones, me encuentro indignada y afligida. La mastectom¨ªa mamar¨ªa y su reconstrucci¨®n, verse sin un pecho, afecta much¨ªsimo el bienestar del paciente. Pero no basta con ese sufrimiento. Lo m¨¢s lamentable es que la simetrizaci¨®n del pecho sano implica un coste econ¨®mico que oscila entre 3.000 y 6.000 euros. No s¨¦ c¨®mo alguien puede establecer en la sanidad p¨²blica que la simetrizaci¨®n del pecho sano es un capricho de la paciente oncol¨®gica cuando realmente es una cuesti¨®n de salud mental.
Cristina Vasiluta Costea. Galapagar (Madrid)
Un mercado laboral m¨¢s justo
Si los gobiernos, los agentes sociales y las empresas se lo proponen y apuestan por el bien general de la sociedad, es posible alcanzar un mercado de trabajo m¨¢s justo y garantista de los derechos de la clase trabajadora y un reparto m¨¢s equitativo de la riqueza. En Espa?a, la reforma laboral de 2021, con un pacto a tres bandas, ha conseguido bajar la temporalidad laboral, subir los salarios ¡ªaunque siguen bajos¡ª y aplicar una justicia laboral que dignifica a las personas trabajadoras. Los datos est¨¢n ah¨ª y la creaci¨®n de empleo de calidad crece, avanza y mejora la sociedad en general con m¨¢s ingresos en la Hacienda p¨²blica, m¨¢s ingresos en la tesorer¨ªa de la Seguridad Social, y m¨¢s credibilidad hacia el sector p¨²blico y el Estado de derecho por ir corrigiendo la precariedad laboral. Queda mucho por hacer y los gobiernos deben seguir introduciendo normas que beneficien a los trabajadores, al tejido empresarial y al Estado.
Victorio Mart¨ªnez Armero. M¨®stoles (Madrid)
Prisa
Hasta que me jubil¨¦ conviv¨ªa con la prisa casi sin apercibirme de ella. Era prisa al levantarme de la cama, para desayunar y llevar a las ni?as a la guarder¨ªa, primero, y despu¨¦s, al colegio; prisa para resolver los asuntos que llegaban a mis manos en el trabajo. Com¨ªa con prisa antes de incorporarme a la oficina por la tarde, sal¨ªa de all¨ª con prisa para comprar antes de que cerraran el supermercado¡ Incluso el fin de semana lo disfrutaba con prisa porque acechaba el lunes. Ahora, una vez jubilado, echo la vista atr¨¢s y resoplo. Saboreo el paso de las horas, advierto el correr de las nubes, reposo la lectura y me muevo con calma. Vivir era esto.
Enrique Chicote Serna. Arganda del Rey (Madrid)
Let¨¢rgicos
Cuesta recordar qu¨¦ hac¨ªamos en los ratos muertos antes de las redes sociales. En la sala de espera del dentista le¨ªamos revistas, en el transporte p¨²blico mir¨¢bamos por la ventana y en las noches de insomnio, reflexion¨¢bamos. Ahora, cada momento vac¨ªo se llena de v¨ªdeos de pocos segundos o frases cortas con un m¨¢ximo de caracteres. Nada que requiera demasiada atenci¨®n o imaginaci¨®n. Nada que nos obligue a mirar el mundo m¨¢s all¨¢ de nosotros mismos. Nada que nos despierte del letargo de estar cara a una pantalla.
Celia Ramiro Chulvi. Valencia
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