La sequ¨ªa exist¨ªa mucho antes que el cambio clim¨¢tico
No podemos permitirnos el lujo de que quienes tienen responsabilidades pol¨ªticas en la gesti¨®n del agua sigan trabajando de una forma descoordinada. Es la ciudadan¨ªa la que sufre las consecuencias
¡°Que per sa miseric¨°rdia e clem¨¨ncia infinida nos vulla donar pluja sobre la terra¡± (Que por su misericordia y clemencia infinita nos quiera dar lluvia sobre la tierra). As¨ª convocaba la m¨¢xima autoridad municipal a los vecinos de Valencia para que acudieran a la procesi¨®n por la sequ¨ªa que azotaba la ciudad. Era el 31 de octubre de 1455 y en la Cr¨°nica del capell¨¤ d¡¯Alfons el Magn¨¤nim se relataba que ¡°muchos r¨ªos se han secado¡±, ¡°muchos sitios no tienen agua para beber¡± y ¡°la Albufera de Valencia se ha secado por completo y no quedan peces¡±. Aquel documento hist¨®rico se cerraba con un atronador ¡°tot perdut e acabat¡± que poca traducci¨®n requiere.
Hoy, casi seis siglos despu¨¦s, nuestros responsables institucionales vuelven a clamar contra el maligno desde sus p¨²lpitos civiles. Ante cualquier adversidad, se invoca al cambio clim¨¢tico como chivo expiatorio de todos nuestros males y se celebran los correspondientes rituales convocados desde las distintas instituciones creadas para tal efecto. Algunas de estas liturgias no son m¨¢s que rezos; otras, sin embargo, se nos imponen como verdaderos sacrificios.
Que nadie caiga en la tentaci¨®n de colgarme el sambenito de negacionista. En tanto ingeniera y cient¨ªfica, me es imposible abjurar de las consecuencias del cambio clim¨¢tico. Otra cosa muy distinta supone negar que, desde hace m¨¢s de 500 a?os, dos siglos antes de la invenci¨®n de la m¨¢quina de vapor que supuso el inicio de la escalada de las emisiones de CO? de origen antr¨®pico, este pa¨ªs ya sufr¨ªa catastr¨®ficas sequ¨ªas con sus consiguientes inundaciones, las dos caras de la misma moneda. Nuestro territorio posee un clima espasm¨®dico y cambiante, y, como cantaba Raimon, vivimos en un pa¨ªs en el que ¡°la lluvia no sabe llover¡±.
No podemos permitirnos el lujo de que quienes detentan responsabilidades pol¨ªticas en este asunto sigan trabajando de una forma descoordinada. De todos modos, en menos de lo que dura un ciclo electoral llover¨¢ suficiente (en algunos sitios much¨ªsimo m¨¢s de lo necesario) para que nos olvidemos temporalmente del problema.
Pero la cosa se puede complicar para el resto de la poblaci¨®n, aquella que tiene que surtirse de alimentos en el comercio minorista ¡ªes decir, la mayor parte de la ciudadan¨ªa¡ª, porque es la que sufrir¨¢ las consecuencias de la descoordinaci¨®n e inacci¨®n pol¨ªticas. En estos momentos, nuestros responsables deber¨ªan estar tomando, explicando e implantando medidas para minimizar los efectos de nuestro caprichoso clima. Porque si seguimos por este camino, lo l¨®gico es que, cuando se den nuevos episodios clim¨¢ticos extremos, suframos escaladas de precios que afectar¨¢n a amplias capas de la poblaci¨®n.
Este argumento lo sostengo en base a la advertencia lanzada por la FAO (Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura) en el pasado Congreso Nacional de Ingenieros Agr¨®nomos: de aqu¨ª al 2050 tenemos que incrementar la producci¨®n de alimentos en un 50% si queremos que toda la poblaci¨®n pueda comer. As¨ª que, como entender¨¢n, teniendo un sistema productivo sensible a los vaivenes clim¨¢ticos, cada vez m¨¢s alterados en frecuencia y amplitud, no vamos a llegar al objetivo.
?Y c¨®mo se han ido sorteando las sequ¨ªas y sus efectos a lo largo de la historia? Antes de la llegada de la Ilustraci¨®n, mediante rezos y guerras. Soluciones que derivaban, irremediablemente, en la celebraci¨®n de numeros¨ªsimos entierros. Con la aplicaci¨®n del m¨¦todo cient¨ªfico empezaron a articularse un conjunto de acciones que supusieron ¨¦xitos parciales dedicados a minimizar los efectos de un clima tan extremo.
?Qu¨¦ se hizo? Se recuperaron y optimizaron las viejas costumbres de ¨¢rabes y romanos para mejorar la planificaci¨®n hidrol¨®gica, desarrollando complejas infraestructuras hidr¨¢ulicas. Se trabaj¨® en la mejora gen¨¦tica, la fertilizaci¨®n y en todas aquellas pr¨¢cticas agrarias que facilitaban la adaptaci¨®n de las plantas a nuestros altos niveles de estr¨¦s clim¨¢tico. Incluso se lleg¨® a disponer de una red p¨²blica de silos para atenuar los efectos del desacople entre la oferta y la demanda (quien guarda cuando tiene, come cuando quiere).
La ra¨ªz del problema al que nos enfrentamos es que, para producir alimentos, adem¨¢s de agua necesitamos energ¨ªa (radiaci¨®n y temperatura), dos cosas que no suelen ir de la mano: all¨ª donde se encuentran las condiciones pluviom¨¦tricas ideales para el desarrollo de la agricultura, faltan horas de sol y no suelen darse las temperaturas adecuadas para el crecimiento de las plantas (y viceversa). As¨ª que para producir alimentos es necesario o bien movilizar agua, o bien energ¨ªa.
?Y qu¨¦ se podr¨ªa hacer en lugar de seguir clamando contra el cambio clim¨¢tico como el causante de todos nuestros desastres? En primer lugar, fijar un objetivo que pasa por incrementar nuestra capacidad de producci¨®n para alcanzar el objetivo de la FAO. Para eso es necesaria una planificaci¨®n a largo plazo de las producciones que ordene d¨¦ficits y excesos y optimice la relaci¨®n del conjunto de costes (econ¨®micos, sociales y ambientales) con el conjunto de beneficios. Hablamos de una cuesti¨®n que seguramente no contente a nadie, pero al tener su base sobre evidencias y no sobre creencias y estar basada en principios t¨¦cnicos y cient¨ªficos en lugar de en deseos ser¨¢ explicable, justificable, defendible y entendible por el conjunto de sectores implicados, salvo por los correspondientes fan¨¢ticos.
Una vez fijado el objetivo, la soluci¨®n debe estructurarse a partir de una serie de frentes de trabajo prioritarios:
¡ªPlanificaci¨®n hidrol¨®gica a nivel nacional, dotada de su correspondiente infraestructura que permita operar excedentes y derechos. Actuar en las cabeceras de las cuencas hidrogr¨¢ficas para afianzar e incrementar, mediante la oportuna gesti¨®n forestal, la capacidad de recarga de acu¨ªferos. Movilizar y generar todas las fuentes de agua posibles (aguas regeneradas, desaladas, tanques de tormenta y pozos de sequ¨ªa) y gestionarlas en funci¨®n del coste/beneficio de cada momento.
¡ªFinalizar el proceso de modernizaci¨®n de regad¨ªos en Espa?a e implantar una digitalizaci¨®n ¨²til, transparente, accesible y explotable, evitando actuaciones aisladas, inconexas y cerradas.
¡ªImpulsar el uso de la biotecnolog¨ªa para el desarrollo de especies tolerantes a condiciones extremas y de los bioestimulantes y la nutrici¨®n especial para aplicar en situaciones de estr¨¦s, sin olvidarnos de actuar sobre la fertilidad de los suelos.
¡ªMaximizar la eficacia de los recursos empleados en la producci¨®n, que pasa por digitalizar la explotaci¨®n, dotarla de infraestructuras que minimicen las necesidades de agua, energ¨ªa e insumos e integrarla con otros sistemas para incorporar flujos ex¨®genos de masa y energ¨ªa. Incrementar la eficiencia en los procesos de transformaci¨®n, almacenaje y distribuci¨®n de alimentos y reducir el desperdicio alimentario.
La inflaci¨®n del precio de los alimentos no es m¨¢s que uno de los s¨ªntomas. O nos ponemos a trabajar o las consecuencias pueden ser terribles.
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