Fundar una micronaci¨®n

Recordar¨¢n ustedes que en diciembre de 2021 un pinchadiscos llamado Randy Williams fund¨® una micronaci¨®n en el desierto de California. Compr¨® una parcela, le puso nombre (Slowjamastan) y se proclam¨® sult¨¢n del reci¨¦n creado Estado. Entretanto pasan de 15.000 los s¨²bditos que se han registrado como ciudadanos de pleno derecho en la web oficial de la referida micronaci¨®n, una masa suficiente para un posible refer¨¦ndum encaminado a afianzar la voluntad de existencia de dicho Estado. Como los llamados a las urnas no tendr¨ªan m¨¢s que ratificar con su voto, sin competencia de opositores, una propuesta procedente de ellos mismos, es improbable que el resultado no colmase su deseo. Para empezar, se cumplen los tres principios b¨¢sicos de la definici¨®n de Estado que Georg Jellinek enunci¨® en su d¨ªa: territorio, poblaci¨®n, Gobierno. A Slowjamastan le faltar¨ªa tan s¨®lo satisfacer un cuarto requisito: el reconocimiento de otros Estados, raz¨®n por la cual Randy Williams gusta de visitar pa¨ªses en misi¨®n diplom¨¢tica a fin de fotografiarse estrechando la mano de mandatarios y embajadores. Huelga decir que las im¨¢genes son despu¨¦s presentadas en la web de Slowjamastan como actos protocolarios, enderezados al ejercicio aparente del derecho internacional.

Quiz¨¢ fuera m¨¢s pr¨¢ctico conformarse con menos y evitar tanto tiquismiquis legalista para fundar un Estado propio, aunque no se entere nadie. Basta con que lo sepa el jefe. Yo mismo, desde anoche, soy presidente vitalicio de una naci¨®n diminuta situada donde a nadie le importa, gobernada a mi antojo, con su banderita graciosa, un pasado hist¨®rico que ya se me ir¨¢ ocurriendo y unos habitantes, sin excepci¨®n personas creativas y educadas, ignorantes de que los tengo naturalizados en la nacioncita que me honro dirigir. Ellos adquieren de paso identidad y ra¨ªces, componente vegetal que suele colmar de orgullo a m¨¢s de uno.