El fin del Holocausto
La literatura sobre el horror pasado no sirve para prevenir el horror retransmitido en directo
Me doy cuenta de que, sin quererlo y contra toda l¨®gica, me siento lejos de todo lo que he le¨ªdo y he aprendido sobre el Holocausto. La literatura sobre el horror pasado no sirve para prevenir el horror retransmitido en directo, la ni?a que llora por un pedazo de pan, los bracitos raqu¨ªticos de los peque?os castigados con la hambruna por el solo hecho de ser tan palestinos como los terroristas de Ham¨¢s. O esa es la historia que cuenta la propaganda del Israel: que ...
Me doy cuenta de que, sin quererlo y contra toda l¨®gica, me siento lejos de todo lo que he le¨ªdo y he aprendido sobre el Holocausto. La literatura sobre el horror pasado no sirve para prevenir el horror retransmitido en directo, la ni?a que llora por un pedazo de pan, los bracitos raqu¨ªticos de los peque?os castigados con la hambruna por el solo hecho de ser tan palestinos como los terroristas de Ham¨¢s. O esa es la historia que cuenta la propaganda del Israel: que los cr¨ªmenes que est¨¢ perpetrando contra una poblaci¨®n desarmada no son m¨¢s que parte de su estrategia de autodefensa, pero ?qu¨¦ tendr¨¢n que ver ni?os y madres con las organizaciones violentas? El trato vejatorio es indigno de un pa¨ªs civilizado donde deber¨ªa reinar la palabra y la ley y no la barbarie vengativa y s¨¢dicamente organizada.
Cuando en 1924 Elias Canetti visita su Bulgaria natal, se encuentra con el primo Bernhard Arditti, un sionista apasionado que con sus dotes de oratoria en ladino era capaz de persuadir a los asistentes a sus charlas ¡°para que volvieran la espalda a un pa¨ªs en el que estaban afincados hac¨ªa varias generaciones, donde se los aceptaba y respetaba y donde sin duda les iba bien, para emigrar a un pa¨ªs desconocido, que les hab¨ªa sido prometido milenios atr¨¢s pero que por entonces no les pertenec¨ªa en absoluto¡±. La ra¨ªz de la flagrante injusticia es exactamente esa, que se estableci¨® un Estado nuevo en un territorio donde, se nos dijo, no hab¨ªa nadie y sobre una idea, la de la tierra prometida, de evidente origen teocr¨¢tico. La culpa de Europa por la Shoah llev¨® a permitir este proceso de colonizaci¨®n pero los palestinos, que en sus tierras viv¨ªan desde hac¨ªa milenios, nada tuvieron que ver con los horrores del nazismo. En este sentido, resulta especialmente doloroso observar que Alemania vuelve a equivocarse, que con su apoyo a Israel vuelve a ponerse del lado de los verdugos aunque ahora sea por prevenir el antisemitismo. No es odio afirmar que las actuaciones de Netanyahu son criminales entre otras cosas porque ni ¨¦l ni su Gobierno son los ¨²nicos jud¨ªos de este mundo. Si despu¨¦s del Holocausto los fil¨®sofos dieron por terminada la modernidad (ya no hay palabras que sirvan para describir el horror) hoy con la actuaci¨®n de primer ministro israel¨ª y la complicidad de Occidente y Estados Unidos lo que termina es el Holocausto mismo porque es ya imposible leerlo y pensarlo sin tener en cuenta que algunos de los descendientes de quienes lo sufrieron est¨¢n infligiendo un horror indecible a otros seres humanos.