Guerra y paz: la llamada de Macron
Europa no puede vivir eternamente en la complacencia de ser el rinc¨®n m¨¢s exquisito del mundo
La apelaci¨®n del presidente Emmanuel Macron a los pa¨ªses europeos para un eventual env¨ªo de soldados a Ucrania ha sembrado inquietud en el continente y el rechazo por parte de los gobiernos. Incluso Estados Unidos ha precisado que no enviar¨ªa soldados a combatir. Macron es fiel a su personaje, un conservador ilustrado, imbuido de los valores gaullistas que todav¨ªa habitan a la presidencia de la Rep¨²blica francesa, a pesar de haber sido ocupada por la frivolidad de Sarkozy y por el estilo sin atributos precisos de Hollande. Desde del primer d¨ªa, con su impresionante paseo en solitario de cuatro minutos por los pasillos del Louvre, dej¨® clara su majestuosa idea de la presidencia de la m¨¢xima autoridad republicana.
Macron visit¨® a Putin en momentos de m¨¢xima crisis, y sali¨® quemado de unos encuentros en que s¨®lo recibi¨® distancia: recuerden la larga mesa en que le sent¨® el presidente ruso, neg¨¢ndole la m¨¢s m¨ªnima concesi¨®n. Consciente de que los pa¨ªses europeos no est¨¢n por la labor de ampliar el compromiso militar y que a la opini¨®n p¨²blica le cuesta mucho asumir que la guerra est¨¢ llamando a las puertas de Europa, en un momento en que Francia vive, con agobio y cierto aislamiento, los acelerados cambios que nos acechan, Macron ha querido llamar la atenci¨®n ante la resignaci¨®n imperante entre los mandatarios europeos. Francia siempre un paso por delante. Esta es su convicci¨®n, que no cambia por m¨¢s que acumule rechazos. Macron no puede estar quieto. El calendario le agobia. Ha llegado tan joven que antes de los cincuenta ser¨¢ expresidente de la Rep¨²blica francesa. ?C¨®mo elaborar¨¢ su ambici¨®n?
En cualquier caso, su envite merece consideraci¨®n porque Europa no puede vivir eternamente en la complacencia de ser el rinc¨®n m¨¢s exquisito del mundo. Y menos cuando la Uni¨®n ha entrado acelerada en la v¨ªa del autoritarismo postdemocr¨¢tico, tambi¨¦n en Francia, d¨®nde Marine Le Pen tiene ahora mismo muchos puntos para a ser la heredera de Macron. Me permito pues entender la apelaci¨®n del presidente franc¨¦s como una llamada para sacar a Europa de un espacio de confort que ahora mismo no est¨¢ en riesgo, pero que puede estarlo.
El trauma de la II Guerra Mundial y de la fractura de Europa ha hecho que los europeos buscasen confortabilidad en el tab¨² de la guerra. No m¨¢s guerras. Y, sin duda, el hundimiento de los reg¨ªmenes de tipo sovi¨¦tico, consolid¨® esta idea. La crisis rusa permiti¨® que los pa¨ªses secuestrados del Este regresaran a Europa con naturalidad. Y la rapidez con que Alemania llev¨® a cabo su unificaci¨®n sin v¨ªctimas, confirmando la debilidad de unos reg¨ªmenes del Este sin alma, fue un momento de grandeza. Pero la historia sigue, y Europa, desde su comodidad, ha visto que el mundo cambiaba y se resiste a creerlo. Las guerras, que han seguido existiendo (y creciendo) en todas partes, llaman ahora a su puerta. Y no hay m¨¢s necio que el que no quiere ver.
Por eso me parece, que el debate no se puede reducir a guerra s¨ª, guerra no. El principio de que los problemas tienen que resolverse de forma pac¨ªfica me parece fuera de duda. Y es en esta cultura que hay que formar a las nuevas generaciones. Pero ello no puede significar cruzarse de brazos. Y hay situaciones en que puede ser necesario intervenir. ?Dejar¨ªamos que Rusia se apoderara de Ucrania sin mover un dedo? Cuando el ej¨¦rcito ruso entr¨® camino de Kiev hace dos a?os, ?hab¨ªa que entregarle el pa¨ªs? ?No era una obligaci¨®n moral de los pa¨ªses europeos dar a Zelensky el apoyo necesario para resistir?
Llevado a cierto punto el tab¨² de la violencia s¨®lo beneficia al invasor. Me parece un tr¨¢gico efecto no deseado de cierta idea de la paz. Y m¨¢s en un momento en que las amenazas y las guerras se multiplican. Desgraciadamente, ahora mismo, tal como ha evolucionado la guerra en Ucrania ya s¨®lo quedan dos opciones: una confrontaci¨®n con participaci¨®n europea que implicar¨ªa consecuencias imprevisibles, o un acuerdo, a partir de los hechos consumados, que no deja de ser un incentivo para que los delirios totalitarios de Putin se repitan en estos u otros escenarios. Tambi¨¦n frente a Hitler hubo qui¨¦n aposto por el apaciguamiento.
Tenemos a un palmo de distancia la guerra de ocupaci¨®n de Israel sobre Gaza. M¨¢s all¨¢ de algunos gestos de Pedro S¨¢nchez y del propio Emmanuel Macron, ?qu¨¦ ha hecho Europa para evitarla? Nada. Presumimos de pacifismo y ni siquiera hay consenso para aceptar que el ataque de Ham¨¢s es susceptible de ser caracterizado como crimen contra la humanidad, pero la respuesta de Israel tambi¨¦n, con el agravante de la destrucci¨®n masiva de un territorio.
No tengo ninguna duda de que la apuesta por la paz tiene que ser la posici¨®n referencial. Pero no puede servir de coartada para facilitar la tarea a los que operan sin contemplaciones destruyendo vidas y pueblos. El riesgo de cat¨¢strofe en medio de tanto armamento at¨®mico es real, pero no se resuelve mirando a otra parte, sino con mucha actividad pol¨ªtica y de presi¨®n cuando sea necesario. Personalmente, tengo que confesar que no entender¨ªa que Europa fuera disminuyendo la ayuda a Ucrania para facilitar el acomodo ruso, y que si un d¨ªa Putin da un paso m¨¢s los dirigentes europeos se limiten al papel de resignados espectadores de la ca¨ªda del r¨¦gimen de Ucrania. Por la paz, por supuesto.
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