El error socialista
El Gobierno no debe dejarse arrastrar al lodo de las trifulcas con la derecha ultra
?Aciertan los socialistas enzarz¨¢ndose en trifulcas in¨²tiles con esta derecha ultra? ?Hace bien el Gobierno replicando, airado, cada frase intempestiva de los frustrados que no saben perder? ?Sintoniza con sus seguidores meti¨¦ndose en el mismo lodazal, aunque sin insultos, que sus inquilinos naturales?
No.
?Por qu¨¦ no? No repliquen con la consabida excusa de que quien calla otorga.
No deben involucrarse en la zafiedad al modo burdo y bronco, a riesgo de convertir en irrespirable el clima p¨²blico. De contribuir a degradar el desprestigio de las instituciones, generado por el rival opositor. De ahuyentar al ciudadano com¨²n de la pol¨ªtica, como si fuese t¨®xica. De parangonar al ofendido e insultado ¡ªa la v¨ªctima, ellos¡ª con los verdugos. De empujar a los dubitativos a abrazar la falsa equidistancia del ¡°todos son igual de despreciables¡±. Que por ello mismo viene a constituir coartada para la escalada de los transgresores del orden constitucional.
Se comprende que irrite al m¨¢s sobrio ese terrorismo verbal empleado por Miguel Tellado, esa ofensiva fruter¨ªa de Isabel Ayuso, esas amenazas matonas de su escudero MAR. Y que esas actuaciones las avale el cinismo de raigambre contrabandista que despliega Alberto N¨²?ez Feij¨®o. Claro que suscita gui?os la tabernaria respuesta del ministro ?scar Puente, menos es nada. Pero no por ello es certera.
Es a causa de su responsabilidad que el Gobierno no debe dejarse arrastrar al lodo. Es m¨¢s responsable, ya que gobierna leg¨ªtimamente, por mandato de una mayor¨ªa. Y adem¨¢s, dispone de alternativas al encontronazo sistem¨¢tico que tanto desazona a tantos ciudadanos.
Una es circunscribir las respuestas contundentes a unas pocas. Basta con decir una vez que la oposici¨®n paraliza las instituciones. Encarguen a uno la denuncia taxativa.
Y prodiguen en cambio la iron¨ªa, el sarcasmo, acaso una instant¨¢nea mordacidad: ¡°?c¨®mo dice, mi mujer asesina?, qu¨¦ gracioso, seguro que usted debe ser experto en eso, mil gracias por su acreditada experiencia¡±. Echamos en falta el estilo de sir Winston Churchill. Cuando lady Astor le endilg¨® (hay otras candidatas para el episodio) que si ella fuese su esposa, le habr¨ªa depositado veneno en su taza de t¨¦, el m¨¢s genial de los gordos le respondi¨®: ¡°y si yo fuese su marido, con placer la beber¨ªa¡±.
Eso: br¨ªo, brillo, fulgor.
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