Una nueva derecha en Catalu?a
El ¨¦xito del PP debe concretarse en ser ¨²til a las instituciones catalanas y evitar seguir alimentando a Vox
M¨¢s all¨¢ de la victoria socialista y de la p¨¦rdida de la mayor¨ªa absoluta del independentismo, las elecciones del pasado domingo han reorganizado el paisaje de la derecha en Catalu?a. En el nuevo escenario destaca la vigorosa vuelta del Partido Popular a los dos d¨ªgitos de representaci¨®n d...
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M¨¢s all¨¢ de la victoria socialista y de la p¨¦rdida de la mayor¨ªa absoluta del independentismo, las elecciones del pasado domingo han reorganizado el paisaje de la derecha en Catalu?a. En el nuevo escenario destaca la vigorosa vuelta del Partido Popular a los dos d¨ªgitos de representaci¨®n desde el borde de la extinci¨®n (al pasar de 3 a 15 esca?os) a costa de Ciudadanos. No ha podido, sin embargo, con el rocoso suelo electoral de la extrema derecha espa?olista, Vox (que mantiene sus 11 esca?os), a lo que hay que sumar el auge de un nuevo fen¨®meno ultra desde el independentismo, Alian?a Catalana (dos esca?os). Sumados al partido heredero de la derecha tradicional catalanista, hoy independentista, Junts (segunda fuerza con 35 esca?os), la derechizaci¨®n del Parlamento catal¨¢n es una evidencia.
El PP y Vox juntos han rozado un 20% de los votos, casi tres puntos m¨¢s que en las elecciones de 2021. El PP absorbe lo que quedaba de Ciudadanos, un partido surgido justamente en Catalu?a que recogi¨® en su d¨ªa todo el voto de respuesta a la deriva independentista del proc¨¦s y lleg¨® a ganar las elecciones en 2017. Pero el PP crece m¨¢s all¨¢ de la absorci¨®n de Ciudadanos y consigue el objetivo que se hab¨ªa marcado Alberto N¨²?ez Feij¨®o: convertirse en la cuarta fuerza superando a Vox. Los populares est¨¢n todav¨ªa por debajo de los resultados que obtuvieron bajo el liderazgo de Alicia S¨¢nchez-Camacho, quien en 2012 logr¨® el 13%, que se tradujo en 19 esca?os. Aquel partido fue clave para que un Gobierno de CiU aprobara los Presupuestos. De su utilidad parlamentaria ahora depender¨¢ que vuelva a ser reconocido como interlocutor por la derecha nacionalista, como lo fue antes del proc¨¦s, y por el PSC, que ya le ha tendido la mano.
El liderazgo de Alejandro Fern¨¢ndez fue muy cuestionado por la c¨²pula madrile?a e incluso su candidatura sali¨® a rega?adientes del l¨ªder nacional. Fern¨¢ndez sale reivindicado frente a un PP que se alimenta en el resto de Espa?a de la confrontaci¨®n anticatalanista. El dirigente catal¨¢n ha sabido imprimir un estilo alejado de la c¨²pula nacional. Se puede concluir que al PP de Catalu?a le va mejor cuando es percibido por los catalanes como un partido que entiende la realidad del territorio. Una de las manifestaciones m¨¢s descarnadas de la instrumentaci¨®n partidista de los conflictos es c¨®mo el PP ha ignorado en la campa?a catalana el asunto de la amnist¨ªa, justamente en la comunidad donde tiene sus efectos, y dos d¨ªas despu¨¦s de las elecciones repet¨ªa en el Senado que la medida de gracia desmonta la democracia.
Un PP m¨¢s fuerte en Catalu?a deber¨ªa contribuir a rebajar la utilizaci¨®n del anticatalanismo de brocha gorda como palanca electoral frente a Pedro S¨¢nchez y combustible de polarizaci¨®n. De poco le servir¨¢ en esa estrategia competir en dureza con Vox, cuyo resultado del domingo resulta preocupante. Vox mantuvo el mismo n¨²mero de esca?os, pero creci¨® en 30.000 votos. Es decir, las casi 250.000 personas que votan a la ultraderecha se han mantenido en el mismo lugar pol¨ªtico. El partido, fundado por el disidente del PP catal¨¢n Alejo Vidal-Quadras, no parece un fen¨®meno tan pasajero.
Vox, por su parte, se enfrenta a su propia competencia. La rama xen¨®foba que exist¨ªa agazapada en la derecha nacionalista se ha transformado en un nuevo partido, Alian?a Catalana, cuyo discurso reproduce expresiones ultranacionalistas europeas. Con un 4% y dos diputados, no se puede considerar una an¨¦cdota. Junto con Vox suman el 12% de los votos y el 10% del Parlament. Ni PP ni Ciudadanos asumieron en campa?a el compromiso del resto de fuerzas catalanas de no pactar con Alian?a ni con Vox. Las urnas han dejado clara una advertencia: normalizar el discurso extremista alimenta el extremismo.