Lo que fue, lo que es, y lo que ser¨¢
El ¡®proc¨¦s¡¯ fue una batalla por la hegemon¨ªa del espacio pol¨ªtico nacionalista catal¨¢n que ahora ha encogido

Es dif¨ªcil hacer previsiones en torno al futuro de la gobernabilidad en Catalu?a, ya que a pesar de que las urnas han arrojado un clar¨ªsimo ganador y dos mayor¨ªas posibles ¡ªuna mayor¨ªa de izquierdas o un pacto entre el PSC y Junts¡ª, su concreci¨®n depender¨¢ m¨¢s de cuestiones cualitativas ¡ªo de clima pol¨ªtico, si se quiere¡ª que aritm¨¦ticas. Pero los escenarios de acuerdos quedan a¨²n lejos. Hay elecciones europeas por delante y las primeras declaraciones de los partidos ¡ªa falta de sorpresas¡ª auguran una resoluci¨®n de las inc¨®gnitas de la gobernabilidad que se demorar¨¢ en el tiempo, al menos hasta la elecci¨®n de la presidencia del Parlament. Sin embargo, hay algunas consideraciones que, datos a la mano y con un poco de retrospectiva hist¨®rica, se pueden avanzar.
La primera de ellas es que por primera vez desde 1984 en unas elecciones auton¨®micas en Catalu?a las opciones nacionalistas (en la variedad de morfolog¨ªas partidistas de sus propuestas), han reducido su per¨ªmetro. Entre la mitad de los a?os ochenta y la mitad de la d¨¦cada siguiente, el voto nacionalista se movi¨® entre el 51% y el 54%. En 1999 ¡ªa?o en el cual Pasqual Maragall gan¨® las elecciones en votos, pero Pujol seguir¨ªa gobernando con el apoyo del PP¡ª, se producir¨ªa un cambio de tendencia que har¨ªa recular el voto nacionalista hasta el 46%, un nivel que se mantendr¨ªa durante todos los a?os del gobierno catalanista y de izquierdas. En los a?os ¨¢lgidos del proc¨¦s y hasta hace tres a?os, el porcentaje volvi¨® a subir un poco, gracias tambi¨¦n a la incorporaci¨®n de la CUP, oscilando entre el 49% de 2012, el 48% de 2015, el 47% de 2017 y el 48% de 2021. El domingo pasado, y teniendo en cuenta tambi¨¦n los resultados de Alian?a Catalana, el voto nacionalista se detuvo en un 43%.
La segunda consideraci¨®n ata?e a las hegemon¨ªas internas de este mismo voto nacionalista a lo largo del tiempo. Su composici¨®n interna, entre 1984 y 2003 fue claramente decantada hacia el nacionalismo conservador de CiU, con porcentajes estelares. ERC aparecer¨ªa en el mapa por encima del 10% solo a partir de las primeras elecciones catalanas del nuevo milenio, rebasando el 16%. Los republicanos pagar¨ªan cara su experiencia de gobierno a la izquierda en las elecciones de 2010, cuando retroceder¨ªan a poco m¨¢s de 7%.
M¨¢s repartida estuvo la representaci¨®n en los a?os del proc¨¦s, cuando el empuje de los republicanos y la aparici¨®n de la CUP provocar¨ªan verdadero p¨¢nico para el mundo del nacionalismo postpujolista (de ah¨ª la candidatura ¨²nica con ERC en 2015). Sin embargo, el domingo pasado se asisti¨® a una reconfiguraci¨®n de los equilibrios internos: ERC pasar¨ªa de un 20% de 2021 a poco m¨¢s del 13%, la CUP se despe?ar¨ªa bajando a poco m¨¢s del 4%, mientras los herederos de Conv¨¨rgencia ¡ªcomo el mismo Pujol se encarg¨® de recordar en su v¨ªdeo de apoyo a Puigdemont justo hace pocos d¨ªas, en que aparec¨ªa en el fondo una imagen del s¨ªmbolo de su antiguo partido¡ª, han alcanzado pr¨¢cticamente el 22%, que resulta ser m¨¢s de la suma de todas las otras opciones nacionalistas catalanas ¡ªincluyendo la ultraderecha de AC¡ª en liza.
Todo ello lleva a una tercera consideraci¨®n, que tiene que ver con la pregunta que muchos medios ¡ªdentro y fuera de Catalu?a¡ª se est¨¢n haciendo en estos d¨ªas, y que ata?e a si las elecciones del pasado domingo han acabado con el proc¨¦s o no. Una parte de la respuesta a esta pregunta es harto evidente: a pesar de las ret¨®ricas inflamadas, en esta campa?a a duras penas se habl¨® de refer¨¦ndum, y a¨²n menos de independencia.
La otra parte de la respuesta es un poco m¨¢s compleja y tiene que ver quiz¨¢s con la misma pregunta, o en otras palabras con lo que fue, ha sido y es hoy el proc¨¦s. Porque en diferentes fases y para diferentes sectores fue, ha sido, y es muchas cosas: una manifestaci¨®n de malestar delante de la herida provocada por la sentencia del Constitucional de 2010, una movilizaci¨®n de clases medias espantadas delante de la crisis econ¨®mica que se conjug¨® apelando a la identidad nacional, un ¨®rdago institucional acompa?ado por una parte muy significativa de la opini¨®n p¨²blica catalana, una forma de subrayar las carencias del estado actual de las cosas, un estremecimiento del sistema pol¨ªtico catal¨¢n. Para unos un sue?o, para otros una pesadilla y para otros m¨¢s, una manera exitosa de poner un debate identitario en el medio para entorpecer una din¨¢mica de cambio empezada a partir del 15-M.
Pero seguramente tambi¨¦n fue, ha sido, y es, una batalla por la hegemon¨ªa de un espacio pol¨ªtico y electoral que ha pretendido definir lo que se entiende por proyecto nacional en Catalu?a. Con los datos que tenemos hoy, se puede decir que el espacio se ha encogido. Y, por otra parte, dentro de ese espacio, la hegemon¨ªa interna en la definici¨®n del proyecto parece haber vuelto a manos de quienes consiguieron significarlo hace cuarenta a?os.
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