Una nueva Selectividad
La reforma de las pruebas de acceso a la Universidad debe quedar fuera del enfrentamiento pol¨ªtico en beneficio de estudiantes y profesores
El Consejo de Ministros aprob¨® el pasado martes el real decreto que regula la nueva Selectividad ¡ªla Prueba de Acceso a la Universidad (PAU)¡ª, que estrenar¨¢n en 2025 los alumnos que inicien este oto?o segundo de bachillerato. La reforma, necesaria para adecuar las pruebas a la nueva ley educativa (la Lomloe, en vigor desde enero de 2021) y su paso de un modelo en exceso memor¨ªstico a otro de aprendizaje por competencias, resulta bastan...
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El Consejo de Ministros aprob¨® el pasado martes el real decreto que regula la nueva Selectividad ¡ªla Prueba de Acceso a la Universidad (PAU)¡ª, que estrenar¨¢n en 2025 los alumnos que inicien este oto?o segundo de bachillerato. La reforma, necesaria para adecuar las pruebas a la nueva ley educativa (la Lomloe, en vigor desde enero de 2021) y su paso de un modelo en exceso memor¨ªstico a otro de aprendizaje por competencias, resulta bastante menos ambiciosa de lo que el Gobierno pretendi¨® en un inicio. La apuesta por una prueba de madurez choc¨® con la falta de programas de formaci¨®n del profesorado y reticencias auton¨®micas, acad¨¦micas y del mundo educativo. El adelanto de las elecciones del 23-J y el largo proceso de formaci¨®n del nuevo Ejecutivo hab¨ªan ido retrasando la aprobaci¨®n de un decreto imprescindible para el trabajo y las expectativas de los casi 300.000 bachilleres que cada a?o afrontan el examen, sus profesores y sus familias.
Pese a mantener en lo fundamental la estructura cl¨¢sica de un sistema de acceso a la Universidad que el a?o pr¨®ximo cumplir¨¢ medio siglo, esta PAU avanza en un enfoque competencial para que los alumnos puedan demostrar que saben aplicar a su vida cotidiana y a los problemas que esta les plantea los conocimientos que han ido adquiriendo. El principal desaf¨ªo actual de la educaci¨®n pasa exactamente por reforzar esas capacidades de razonamiento y de adaptaci¨®n en un mundo en constante cambio. Era necesario acomodar a dicha necesidad tambi¨¦n un examen tan trascendental para el futuro de los estudiantes como la Selectividad. Es positivo tambi¨¦n el intento de homogeneizar el formato de los ejercicios en toda Espa?a, respetando las competencias auton¨®micas, por primera vez con unos criterios objetivos de correcci¨®n y calificaci¨®n previamente aprobados ¡ªpor ejemplo, sobre las faltas de ortograf¨ªa¡ª que limiten la disparidad entre tribunales al evaluar una misma materia.
Pocos ¨¢mbitos de la vida de Espa?a, un pa¨ªs que ha aprobado desde 1980 ocho leyes sobre esta materia, requieren tanto como la educaci¨®n de un m¨ªnimo consenso entre los partidos y de una pol¨ªtica verdaderamente de Estado. Inquieta por ello que el PP, un partido que gobierna en 11 de las 17 comunidades aut¨®nomas, las administraciones que habr¨¢n de gestionar la nueva PAU, y cuyos representantes participaron durante meses en su elaboraci¨®n, se oponga ahora a ella. Su presidente anunci¨® en enero una Selectividad com¨²n en sus autonom¨ªas, que result¨® ser una propuesta propagand¨ªstica de la que el partido no tard¨® en dar marcha atr¨¢s por su inviabilidad. Es necesario que, si se opone, aclare cu¨¢l es su modelo. Debe ser un objetivo com¨²n sacar la lucha partidista de la educaci¨®n, y centrar el debate en la mejor formaci¨®n de los estudiantes.